Los koguis del Courel
La historia avanza o retrocede, seg¨²n se mire, en espiral, cuyo tejer y destejer aproxima situaciones alejadas. Cuando hace unos 10 a?os acompa?¨¦ al grupo Mano Negra por Colombia, Radio Caracol me invit¨® a visitar Sierra Nevada desde un helic¨®ptero. A cambio, habr¨ªa de comentar en directo lo que viera.
A mil metros de altura empezamos a observar las primeras chozas en medio de helechos, orqu¨ªdeas y palm¨¢ceas. No puedo dejar de pensar en las pallozas gallegas. Id¨¦ntica construcci¨®n en tierra y paja, la misma forma circular con techo c¨®nico. La ascensi¨®n contin¨²a en medio de grandiosas monta?as y bruma sobre las cimas. Algunas maniobras, y el aparato se posa en Ciudad Perdida, en la que viven unos 12.000 koguis, descendientes de los taironas. ?stos eran 500.000 en el momento de la invasi¨®n espa?ola.
Viv¨ªan en el centro del mundo, con todos los climas, todas las plantas, todos los p¨¢jaros; a sus pies, el oc¨¦ano, los cocoteros, el sol quemante. Cre¨ªan en el orden del universo, en la ley suprema de la naturaleza. Sus sacerdotes dec¨ªan que la tierra es "la madre de todas las razas, de todos los nombres y de todas las tribus". Para ellos, el esp¨ªritu -que llamaban Aluma- era el verdadero valor, mientras que las cosas visibles no eran sino s¨ªmbolos.
La palabra tairona, en su lengua, significa "fundici¨®n", porque ten¨ªan yacimientos aur¨ªferos. Pero cometieron la imprudencia de regalarle a Rodrigo de Bastidas el valor de 18.000 pesos de oro con el fin de calmar su ¨¢nimo conquistador.
Ante semejante tesoro, los espa?oles iniciaron una campa?a de "pacificaci¨®n", con el placet del obispo: "Su Majestad sabr¨¢ que en esos parajes no hay cristianos sino demonios, no hay servidores de Dios ni del Rey sino traidores a su ley y a la del Rey". Los cruzados de la conquista ordenaron "cortar las orejas, la nariz y los labios a todos los prisioneros machos", y as¨ª aniquilaron al pueblo de los taironas y, a la vez, se apropiaron de sus minas.
Los koguis dicen ser los verdaderos descendientes de los taironas. Escuchan a los sacerdotes, los "mamus", los cuales les hablan del cielo, de la luna y del mar. Son buenos cazadores, rechazan el uso de armas de fuego, porque asustan a los animales, y se alimentan fundamentalmente de ma¨ªz y mandioca. En su cosmogon¨ªa, la tierra es un cuerpo de mujer y el ¨²tero divino que alimenta y protege, y est¨¢n convencidos de que su ¨²nica misi¨®n es la de salvar la naturaleza. De vez en cuando llenan su mochilas indispensables y abandonan las aldeas para instalarse donde puedan vivir de la caza o con frutos del campo, sin herir a la madre naturaleza.
- ?Qu¨¦ piensa nuestro invitado?
El invitado piensa que la historia no s¨®lo se mueve en espiral, sino que se repite: los koguis est¨¢n amenazados de desaparici¨®n como sus mayores taironas. Si a ¨¦stos los exterminaron los conquistadores, los koguis pueden ser v¨ªctimas de los movimientos de guerrilla y contraguerrilla, de los especuladores, saqueadores de tumbas y narcotraficantes. Evidentemente, carecen de papeles de identidad, ignoran los documentos de propiedad y son f¨¢cilmente despose¨ªdos de sus ra¨ªces, en las que ofician los ritos ancestrales y preservan el equilibrio del universo del que forman parte. Ahora se las est¨¢n arrancando para explotar sus riquezas y se habla incluso de construir telef¨¦ricos.
- ?Qu¨¦ piensa nuestro invitado?
Eso, digo ahora, pas¨® hace diez a?os. Hoy el invitado pensar¨ªa que en esta historia circular, Ciudad Perdida se asemeja al Courel, la regi¨®n de Ux¨ªo Novoneyra, que tambi¨¦n encierra pallozas y riquezas ansiadas por los inversores, cuya irrupci¨®n en este paisaje natural y desprotegido llevar¨ªa la destrucci¨®n y el destierro. Y el invitado no puede dejar de pensar en el poeta:
"Foi coma se ca¨ªra nunha cova.
Antes era noite i era d¨ªa
Agora ¨¦ todo unha negrura loba".
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