Europa ante el espejo
Europa ha salvado los muebles, aunque no se sabe si, como dice el primer ministro italiano, Romano Prodi, tambi¨¦n el alma. El pasado fin de semana los l¨ªderes de la UE acordaron las l¨ªneas maestras de lo que hay que llamar reforma en lugar de constituci¨®n, cambio que por s¨ª solo garantiza que los Estados Unidos de Europa tardar¨¢n mucho m¨¢s o nunca en existir. Lo conseguido, en t¨¦rminos pr¨¢cticos -se afirma- es casi lo mismo, pero pensado para no ofender; se alivia el simbolismo -el alma-, pero la larga marcha contin¨²a, mientras que los esfuerzos por hacer que descarrile el tren, herc¨²leamente librados por Polonia y Reino Unido, no han prosperado. ?O s¨ª lo han hecho?
El caso polaco, pese a su patolog¨ªa obsesiva, es anecd¨®tico; el brit¨¢nico, en cambio, un c¨¢ncer de dif¨ªcil curaci¨®n.
Los gemelos Kaczynski, primer ministro y presidente de su pa¨ªs, pueden pedir ra¨ªces cuadradas de la poblaci¨®n, remover viejos fantasmas sobre el n¨²mero de polacos que en la guerra Alemania no permiti¨® que hubieran sido, pero la pelea de trinchera para que un eslavo tenga m¨¢s votos que un germano, es s¨®lo una disputa de familia. A Varsovia le molesta que los homosexuales existan, no digamos ya que se casen; su asunci¨®n del laicismo, que el continente viene trabaj¨¢ndose desde Maquiavelo, es nula; y su desprecio por toda religi¨®n que no huela a sacrist¨ªa, completan una obra inaceptable; pero esa patolog¨ªa no por ello forma menos parte de la tradici¨®n europea. Men¨¦ndez y Pelayo era tan europeo como Marx. Por eso, las objeciones polacas, sean est¨¦ticas o de procedimiento, se rechazan, o a lo sumo, se les arbitra una pr¨®rroga, como ha ocurrido con la ampliaci¨®n del plazo de 2009 a 2017 para el ejercicio del sufragio en la Uni¨®n Europea por doble mayor¨ªa. Y ¨¦se fue tambi¨¦n el sentido de los referendos negativos contra aquella Europa de Francia y de Holanda.
El Reino Unido, diferentemente, lo que no quiere es que haya jam¨¢s una Europa pol¨ªticamente unida.
Los ingleses -?todos los brit¨¢nicos?- que son gente muy pragm¨¢tica, se fijan mucho en los s¨ªmbolos porque, como la fe, son los que mueven monta?as. Y, as¨ª, han impedido que haya un ministro de Asuntos Exteriores de la UE, ya no porque se hayan cargado el t¨ªtulo oficial, sino porque anteriormente lo hab¨ªan vaciado de contenido. Whitehall por encima de todas las cosas. E, igualmente, se han quedado fuera de la Carta de Derechos Fundamentales, en especial por lo que se refiere a la legislaci¨®n laboral -neoliberal-; han recibido un pase pernocta para aplicar cuando les venga en gana la legislaci¨®n sobre Justicia e Interior, en especial sobre la actuaci¨®n de la polic¨ªa y la cooperaci¨®n judicial; han dejado fuera de la competencia comunitaria la financiaci¨®n y estructura de su Seguridad Social; y la libra esterlina no va camino de desaparecer ante el euro, tanto menos en cuanto la divisa europea funciona ya como una segunda moneda nacional, en numerosas transacciones al por menor, en gran parte del pa¨ªs.
Hace 10 a?os, Tony Blair accedi¨® a la jefatura de Gobierno con una buena vitola europea, pero lo deja hoy habiendo peleado por el cheque brit¨¢nico, que Francia y Alemania concedieron para hacer callar a la se?ora Thatcher, tanto como lo hizo ese personaje digno de Dickens; y se siente igual de ufano por haber preservado una serie de l¨ªneas rojas, que no cab¨ªa franquear para que el Reino Unido siguiera siendo lo que quiere ser: un proyecto propio, intransferible, paralelo y nunca convergente con el de la UE, con quien peri¨®dicamente negocia un nuevo acuerdo que regula lo que da y lo que recibe, siempre con el signo de no trespassing en primera l¨ªnea.
Esa realidad antieuropea, que empez¨® a construirse en el XVI cuando los Tudor rompieron con la Iglesia romana, y durante los siglos XVIII y XIX fue cobrando forma el opting-out de un imperio mar¨ªtimo basado en una Europa desunida, es la que consagra cada nuevo tratado entre el Reino Unido y el continente. Si se considera imprescindible la construcci¨®n de la UE con Londres dentro, lo que se tiene es todo lo que hay. Por eso, tomando en pr¨¦stamo el t¨ªtulo de una gran obra del profesor Fontana, el caso brit¨¢nico es el que sit¨²a de nuevo a Europa ante el espejo.
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