En defensa de la alegr¨ªa
La irritaci¨®n de la jerarqu¨ªa cat¨®lica contra los curas de Vallecas por ofrecer misas sin lujo a sus humildes feligreses -eucarist¨ªas como en la cena del fundador Jes¨²s con sus pobres ap¨®stoles-, recuerda la an¨¦cdota del cardenal al que Hans K¨¹ng propuso celebrar misa sentados los dos a la mesa del cuarto de estar de la casa del te¨®logo suizo. El cardenal, confuso, pregunt¨®: "?As¨ª de sencillo?, ?sencillamente as¨ª?". K¨¹ng: "As¨ª de sencillo. ?Tuvo acaso m¨¢s Jes¨²s?". Los jerarcas, acostumbrados a parafernalias y lujosas ceremonias, han perdido la perspectiva de los or¨ªgenes del fundador.
Contra esa jerarqu¨ªa acomodaticia, cortesana, neoescol¨¢stica, que se limita a transmitir lo que desde arriba se considera conveniente, se alzan los te¨®logos: los te¨®logos libres, suele a?adirse, como si cupiera una teolog¨ªa maniatada. Sol¨ªa decirse en un lejano pasado que la teolog¨ªa era la emperatriz de las ciencias: no cabe ciencia sin b¨²squeda, sin riesgo.
ESPIRITUALIDAD PARA INSATISFECHOS
Jos¨¦ Mar¨ªa Castillo
Trotta. Madrid, 2007
203 p¨¢ginas. 14 euros
Jos¨¦ Mar¨ªa Castillo (Puebla de Don Fadrique, 1929) es uno de esos te¨®logos, irreductible pese a haber transitado durante d¨¦cadas por las m¨¢s granadas tribunas: la imponente Gregoriana de Roma, por la que se hizo doctor y de la que ha sido profesor invitado; la Pontificia de Comillas, la UCA de San Salvador, y, sobre todo, la Facultad de Teolog¨ªa de Granada.
Si me detengo en la trayecto
ria de Castillo es para subrayar la heroica -dolorosa- decisi¨®n que acaba de tomar: abandona la Compa?¨ªa de Jes¨²s, deja de ser jesuita, dice basta. En 1971 public¨® ?Hacia d¨®nde va el clero?, y desde entonces no ha dejado de crecer su prestigio internacional en paralelo con los castigos y las censuras de la polic¨ªa de la fe vaticana. Castillo goza del triste privilegio de haber sido una de las primeras v¨ªctimas del inquisidor Ratzinger, hoy plet¨®rico pont¨ªfice romano.
Pese a todo, los jesuitas resistieron y segu¨ªan cobijando a Castillo con generosidad y valent¨ªa, como hacen con Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez-Alegr¨ªa, con Jon Sobrino y Juan Masi¨¢, con tantos otros perseguidos. Este ¨²ltimo libro de Castillo iba a publicarse en una editorial de la Compa?¨ªa de Jes¨²s, la Sal Terrae, de Santander, pero la Conferencia Episcopal Espa?ola mand¨® pararlo. Esta vez lo consigui¨®. La respuesta de Castillo fue darlo a la editorial Trotta. Era la ruptura.
Vamos a lo que importa, aunque sea en pocas palabras. Espiritualidad para insatisfechos es un libro revelador, hermoso, optimista, alegre. Ciencia teol¨®gica -logos sobre theos- en estado puro. Frente a la idea dominante en Roma, casi blasfema, de que Dios permite el sufrimiento -incluso presentando a un Dios que necesita la sangre, que se agrada con el sufrimiento humano-, Castillo alza irrefutables textos evang¨¦licos: la voz de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n. "El ¨²nico sufrimiento que Dios quiere es el que brota de la lucha contra el sufrimiento". Por eso sufri¨® Jes¨²s: porque se puso de parte de las v¨ªctimas, en contra de los abusadores de toda laya.
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