La diplomacia de la langosta
"Un buen d¨ªa de pesca ayuda a hacer amigos", coment¨® el ex presidente George Bush a la televisi¨®n local. Y, en consecuencia, subi¨® ayer bien de ma?ana a su hijo George y al presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, a su lancha r¨¢pida Fidelity III y se los llev¨® un rato a pescar atunes. No se sabe de lo que hablaron a bordo, pero es seguro que la fr¨ªa placidez de las aguas del Atl¨¢ntico sirvi¨® para observar el mundo de forma algo m¨¢s parecida.
La alta diplomacia ha conocido muchos casos en los que lo anecd¨®tico ha llegado a ser lo relevante. Frecuentemente, los l¨ªderes pol¨ªticos buscan que el contacto personal favorecido por un ambiente amable consiga lo que no es posible en horas de negociaciones en torno a una mesa.
Es pronto para saber si lo que podr¨ªa llegar a conocerse como diplomacia de la langosta, aqu¨ª, en las costas donde ese producto es la bandera local, llega a alcanzar notoriedad. Pero, al menos, ha servido para que las tensiones entre las dos grandes potencias nucleares encuentren un momento de relajaci¨®n.
Un experto en pol¨ªtica exterior norteamericana ha aventurado a los periodistas que la idea de Kennebunkport se le ocurri¨® a la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, como alternativa a la tradicional recepci¨®n que Bush ofrece a l¨ªderes extranjeros en su rancho en Crawford (Tejas).
En su rancho, debieron de pensar sus asesores, Bush se relaja en exceso y sus invitados se ven envueltos en un ambiente de campechana camarader¨ªa que no se adecuaba al tono hostil con el que Putin lleg¨® a la reuni¨®n. Kennebunkport, por el contrario, es un punto de reuni¨®n veraniega de familias patricias como la que encabeza Bush padre. Un ambiente m¨¢s fr¨ªo que el de Tejas, pero mucho m¨¢s contenido.
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