Tres de cada cuatro ni?os con c¨¢ncer se curan
La supervivencia a los tumores infantiles crece del 54% al 74% a lo largo de los ¨²ltimos 20 a?os
La guerra contra el c¨¢ncer se libra en una multitud de frentes a distintos niveles. Los resultados de esta lucha son cada vez m¨¢s esperanzadores, especialmente en algunos campos de batalla. Y de todos ellos, la oncolog¨ªa infantil es, pese al trabajo que a¨²n queda por hacer, uno de los escenarios m¨¢s ilusionantes gracias a los resultados conseguidos a lo largo de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
El 36% de los casos se concentran entre uno y cuatro a?os, y el 11% antes de cumplir el a?o
En 1990 el 40% de los ni?os segu¨ªan protocolos terap¨¦uticos, ahora la tasa es del 61%
En los ¨²ltimos 20 a?os se ha conseguido una espectacular mejora de los tratamientos en Espa?a, de forma que la supervivencia de los ni?os con tumores (hasta 14 a?os) ha aumentado un 20%. Mientras entre los a?os 1980 y 1984 s¨®lo superaban la enfermedad el 54% de los peque?os afectados, los ¨²ltimos datos (1995-2000) reflejan una importante mejora de los tratamientos que ha elevado la tasa de supervivencia hasta el 74%. De forma paralela, el riesgo de muerte cinco a?os despu¨¦s del diagn¨®stico del tumor tambi¨¦n ha ca¨ªdo notablemente. Entonces el riesgo de fracaso terap¨¦utico era del 46%; ahora del 26%, seg¨²n el Registro Nacional de Tumores Infantiles, una base de datos que gestiona la Universitat de Val¨¨ncia en colaboraci¨®n con la Sociedad Espa?ola de Oncolog¨ªa Pedi¨¢trica.
La explicaci¨®n, seg¨²n Rafael Peris Bonet, coordinador del equipo que elabora el registro, est¨¢ en la implantaci¨®n de la oncolog¨ªa pedi¨¢trica como especialidad y en "la adopci¨®n de los procedimientos tecnol¨®gicos modernos". No se ha producido un descenso de la incidencia, sino "una mejora en los procesos diagn¨®sticos, terap¨¦uticos y asistenciales y a la generalizaci¨®n del acceso a los mismos por parte de la poblaci¨®n enferma".
Gracias a ello, las tasas de supervivencia espa?olas (75% de 1993 a 1997) son similares al promedio europeo en las mismas fechas, como destaca Peris, catedr¨¢tico de Documentaci¨®n M¨¦dica de la facultad de Valencia. No todo el continente presenta los mismos resultados. Los pa¨ªses n¨®rdicos y m¨¢s occidentales incrementan ligeramente las tasas (78% de supervivencia), mientras que los porcentajes de los estados orientales andan bastante m¨¢s retrasados (63%), debido a la falta de implantaci¨®n de la oncolog¨ªa pedi¨¢trica y los problemas de acceso de la poblaci¨®n a la red sanitaria por trabas socioecon¨®micas.
No siempre los ¨ªndices de supervivencia europeos y espa?oles han estado al mismo nivel. Partieron de unas mismas cifras, en torno al 50%, a finales de la d¨¦cada de 1970. A partir de entonces, los pa¨ªses escandinavos comenzaron a adaptar las t¨¦cnicas m¨¢s desarrolladas y tecnolog¨ªa de ¨²ltima generaci¨®n, un proceso que a Espa?a no lleg¨® hasta la d¨¦cada de 1990, cuando se comenzaron a igualar los valores hasta llegar a equipararse a principios de esta d¨¦cada.
Un claro ejemplo del desarrollo de la oncolog¨ªa pedi¨¢trica en Espa?a es el incremento de pacientes con procesos malignos que siguen tratamientos protocolizados. En t¨¦rminos generales, en el periodo de 1990-1992 apenas era el 40% de los ni?os con tumores los que segu¨ªan estas terapias estandarizadas frente a la tasa actual (2002-2006) del 61%. Por tipos de tumores, los incrementos m¨¢s notables se han producido en procesos malignos del sistema nervioso central (los pacientes protocolizados han pasado del 13% al 42%), los retinoblastomas (del 2% al 24%), los hep¨¢ticos (del 35% al 65%), los linfomas de Hodking (32% a 76%) o los tumores ¨®seos (27% a 70%).
Los datos recogidos por el registro nacional apuntan que al a?o se diagnostican en Espa?a 850 casos de c¨¢ncer infantil, lo que supone uno por cada 7.000 ni?os menores de 15 a?os. Esta incidencia coincide b¨¢sicamente con la que presenta Europa. Un tercio son leucemias, de las que el 80% son linfobl¨¢sticas agudas. Tambi¨¦n tienen bastante peso los tumores del sistema nervioso central (el 25%). Los linfomas representan el 14% -la mayor¨ªa del tipo no Hodking-. Los neuroblastomas son un 8%, los tumores ¨®seos y los sarcomas de tejidos blandos un 7% y los retinoblastomas un 3% del total.
El 36% de los casos -registrados entre 1980 y mayo de 2007- se concentran en el segmento de edad de 1 a 4 a?os, el 29% de 5 a 9 a?os y el 26% de 10 a 14 a?os. S¨®lo en el primer a?o de vida se acumula el 11% de los diagn¨®sticos. El 57% son ni?os y el 43% ni?as.
La comunidad cient¨ªfica no tiene claros los motivos por los que existe una mayor¨ªa de pacientes varones. En general, como admite Peris "para buena parte de los aspectos relacionados con el c¨¢ncer infantil las nociones que tenemos son muy escasas". Tampoco hay datos que permitan identificar con claridad factores de riesgo que desencadenen o predispongan a padecer la enfermedad. ?ste es uno de los aspectos que diferencian m¨¢s el c¨¢ncer infantil del adulto, en el que est¨¢n claramente definidos comportamientos de riesgo como puede ser el tabaquismo. Y, por ello, no existen pautas preventivas. Sin embargo, contrariamente a lo que sucede con el comportamiento de los tumores adultos, la respuesta terap¨¦utica suele ser mucho m¨¢s eficaz, como indica el coordinador del registro.
Otra de las cuestiones sobre las que trabajan los investigadores es el incremento anual del 1% de la incidencia global del c¨¢ncer infantil, tal y como que recoge el proyecto ACCIS (Agencia Internacional de Investigaciones sobre el C¨¢ncer de la OMS). Existen diversas hip¨®tesis que apenas coinciden m¨¢s all¨¢ de se?alar que, sean cuales sean, las causas no obedecen a un factor ¨²nico. Del ¨¦xito de estas investigaciones depende que el c¨¢ncer deje de ser la primera causa de muerte por enfermedad a partir del primer a?o de vida y durante la adolescencia.
"Ni hero¨ªna ni pobrecita, soy una chica normal"
Basta escuchar unos instantes a Mireia Caba?es, 20 a?os, para darse cuenta de que se come el mundo. A los siete a?os le detectaron un sarcoma de Ewing, un tumor ¨®seo que le hab¨ªa invadido el f¨¦mur y que le cost¨® la p¨¦rdida de parte de la pierna izquierda. Desde entonces anda con ayuda de una pr¨®tesis que renueva cada dos a?os para ajustarla a su crecimiento y que no parece limitarla demasiado: "Esqu¨ªo, corro, nado, salto...". Cada palabra que pronuncia esta estudiante de periodismo desprende energ¨ªa. "Creo que si no hubiera pasado por esto no tendr¨ªa las mismas ganas de vivir", comenta antes de resumir su filosof¨ªa "carpe diem". Mar¨ªa Jes¨²s Romeu, de 12 a?os y reci¨¦n llegada de su viaje de fin de curso de Mallorca, tiene m¨¢s fresco su paso por el hospital. A los nueve a?os los m¨¦dicos descubrieron que los problemas de garganta que ten¨ªa no se deb¨ªan a un catarro ni una faringitis, sino a un linfoma de Burkitt. Entonces comenz¨® un tratamiento que se alarg¨® casi un a?o entre ciclos de quimioterapia y otras pruebas. "Lo peor fueron las punciones medulares", recuerda.
Mireia y Mar¨ªa Jes¨²s se encuentran cada dos semanas en el grupo de adolescentes de la Asociaci¨®n de Padres de Ni?os con C¨¢ncer (Aspanion) de Valencia. Ambas forman parte del 74% de pacientes menores de 14 a?os que sobreviven al c¨¢ncer.
Mar¨ªa Jes¨²s ten¨ªa una idea bastante aproximada de lo que se le ven¨ªa encima cuando le diagnosticaron el tumor. "Mi madre hab¨ªa tenido un c¨¢ncer de pecho y me explicaba todo lo que me iban haciendo", comenta. "A¨²n estaba pocha, le acababan de dar la quimio y estaba sin pelo". Tambi¨¦n su t¨ªa se ha tenido que enfrentar a un linfoma, en su caso, de Hodking.
En los recuerdos de Mireia est¨¢ m¨¢s presente la operaci¨®n que sufri¨® que la hospitalizaci¨®n por el tratamiento del tumor. Pero hay cosas que no se olvidan: "Te haces muy amigo de gente que de repente un d¨ªa ya no est¨¢n, y eso es muy duro". Pese a que era muy peque?a, recuerda que su padre le dijo a los m¨¦dicos que le consultaran todas las pruebas "y que si yo no estaba de acuerdo no me las hicieran". Ahora, es voluntaria de la asociaci¨®n y tiene muy presente las necesidades de sus compa?eros. "Hay gente que se queda con secuelas, les cuesta estudiar, sobre todo la gente con tumores cerebrales", apunta. Luego est¨¢n los problemas que algunos tiene en el colegio despu¨¦s de largas ausencias. En su caso, no se queja. "Me ha ido bastante bien, la gente de mi alrededor me ha apoyado mucho"
Eso s¨ª, no quiere ni admiraci¨®n ni condescendencia. "Pasar por esto te obliga a madurar antes al tener que admitir las limitaciones que tienes", como es su caso, "pero ni hero¨ªna ni pobrecita, eres una persona normal".
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