Santa Rufina de Sevilla
Un 2 de diciembre de 1999 escrib¨ª en este peri¨®dico: "Ten¨ªa aquella Santa Rufina de Vel¨¢zquez, ni?a y m¨¢rtir, un mirar desconfiado, triste. La palma del suplicio en su mano derecha y en la izquierda un taz¨®n vac¨ªo, entre oferente y mendicante. Quiz¨¢s es el c¨¢liz de su inocencia lo que nos brindaba. Quiz¨¢s era una m¨ªnima porci¨®n de cordura lo que esperaba. ?Soy aut¨¦ntica o soy falsa?, parec¨ªa decirnos. ?Me comprar¨¦is o no me comprar¨¦is?".
Aquella ocasi¨®n se frustr¨®. Un paciente ingl¨¦s, desde su casa y por tel¨¦fono, pudo m¨¢s que toda la falsa sevillan¨ªa. Los muchos amantes de boquilla que tiene esta ciudad fueron incapaces de articular la m¨¢s m¨ªnima opci¨®n de compra en la subasta de Christie's, Nueva York. Ni siquiera por un cuadro de Vel¨¢zquez, del que su ciudad natal s¨®lo guarda una tela. Ya es elocuente. Ya dice bastante de la verdad profunda de Sevilla. Gobernaba entonces la ins¨®lita urbe una pareja de alcaldes desavenidos (PP-PA). Una alcaldesa muy te¨®rica y un vicealcalde muy urban¨ªstico. Cada cual a lo suyo. Y la virgen m¨¢rtir se fue a Londres, a esperar mejor ocasi¨®n. Esta lleg¨®, por fin, el pasado d¨ªa 4, en otra subasta. All¨ª estaba el delegado de Cultura de un verdadero alcalde, quienes con paciencia y discreci¨®n consiguieron enamorar de la causa a Abengoa, una empresa de muchos poderes y de probada eficacia en cuestiones de arte (Fundaci¨®n Focus). Todo un ¨ªndice, todo un signo de los nuevos tiempos. De un llevarse bien con los sectores productivos. ?A cambio de qu¨¦? De equilibradas relaciones, con luz y taqu¨ªgrafos. La alta cultura es cada d¨ªa m¨¢s cara y no se debe pedir a las instituciones que est¨¦n al quite de todo. No ser¨ªa justo, con tantas necesidades como hay. El rumbo ha de ser otro. Ya lo marc¨® en Sevilla otra entidad privada, Unicaja, cuando puj¨® en 2003 por los manuscritos de Machado, que aqu¨ª est¨¢n. ?se es el camino. Enhorabuena, y que cunda.
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