M¨¢s all¨¢ de la lucha pol¨ªtica
Todos sab¨ªamos que cuando El Rafita saliera del centro de menores estallar¨ªa la crisis. Y parece que hemos estado esperando pacientemente a que ocurriera.Nadie duda de que el crimen de Sandra Palo es uno de los hechos m¨¢s negros de nuestra reciente historia y todos entendemos el dolor y la impotencia de una madre que ha visto c¨®mo uno de los asesinos de su hija sale a la calle despu¨¦s de cuatro a?os de internamiento.
A los pocos d¨ªas de ser nombrado Defensor del Menor, en una entrevista aparecida en este diario, manifest¨¦, entre otras cosas, que algunas penas a menores deber¨ªan ser m¨¢s duras. Esta afirmaci¨®n, junto con la de que los menores ten¨ªan no s¨®lo derechos sino tambi¨¦n obligaciones, no fueron muy bien entendidas por algunos sectores. A¨²n as¨ª no he cambiado en absoluto de opini¨®n. Y digo esto porque comparto la idea de aquellos que han reclamado una reforma de la Ley del Menor, pero con algunos matices que creo muy importantes.
El trabajo que se realiza en general en los centros de menores es muy bueno
Los menores tambi¨¦n tienen obligaciones y algunas penas deber¨ªan ser m¨¢s duras
No entiendo muy bien porqu¨¦ no se aprovech¨® la reforma de noviembre de 2006 para incorporar lo que ahora se pide desde diferentes ¨¢mbitos. O hemos tenido que esperar a que El Rafita saliera a la calle para darnos cuenta de que algo no est¨¢ bien planteado en la Ley o es que la presi¨®n social y medi¨¢tica ha sido demasiado fuerte. Si el crimen se produjo hace algo m¨¢s de cuatro a?os, si todos sab¨ªamos que el primero en salir iba a ser El Rafita, si todos conoc¨ªamos aproximadamente la fecha de salida y si todos intu¨ªamos la reacci¨®n de una madre destrozada por el dolor y de la sociedad en general ante este hecho ?por qu¨¦ no tuvimos esto en cuenta en la reforma recientemente aprobada?
Ahora todos nos llevamos las manos a la cabeza. La Consejer¨ªa de Justicia de Madrid se?ala que para estos cr¨ªmenes tan horribles se hace necesario endurecer las penas. Algo que, como Defensor del Menor, reclam¨¦ hace ya tiempo pero que deber¨ªa haberse hecho en noviembre, que es cuando se reform¨® la Ley del Menor. El ministro de Justicia plantea que las leyes no pueden reformarse exclusivamente como consecuencia de una reacci¨®n social frente al crimen fruto de la valoraci¨®n y del dolor de la v¨ªctima, y no le falta raz¨®n en su planteamiento.
Mi opini¨®n es que no hay que cambiar las leyes porque en un determinado caso se haya producido una respuesta social, plenamente justificada eso s¨ª, sino que las leyes deben modificarse porque t¨¦cnicamente se considere necesaria su modificaci¨®n. Quiz¨¢ el argumento ser¨ªa que cuatro a?os son pocos para que pueda producirse la reinserci¨®n de un chico que ha cometido un delito tan grave y execrable como el que cometi¨® El Rafita. ?ste ha salido del centro de menores porque ha cumplido su condena, y no porque haya cumplido dieciocho a?os como se ha venido afirmando los ¨²ltimos d¨ªas. Se le aplic¨® la pena m¨¢xima contemplada para un menor con 14 a?os de edad. Y los jueces actuaron perfectamente al hacerlo as¨ª. Otra cosa es que a muchos les pueda parecer un castigo escaso para un crimen tan brutal o que cuatro a?os son pocos para reeducar y reinsertar a un chico capaz de tan cruel delito.
No obstante, si atendemos a las cifras que ha dado la Consejer¨ªa de Justicia de Madrid -en relaci¨®n a que algo m¨¢s del 80% de los chicos que salen de un centro de menores no ha vuelto a delinquir- podemos sacar como conclusi¨®n que la Ley del Menor funciona razonablemente bien en la generalidad de los casos.
El tiempo de privaci¨®n de libertad en un centro de menores, a diferencia de lo que ocurre en un centro penitenciario, se emplea en la reeducaci¨®n y en la resocializaci¨®n de los chicos. El menor no s¨®lo est¨¢ privado de libertad, sino que trabaja d¨ªa a d¨ªa para no volver a hacer aquello que le llev¨® a ingresar en el centro. Desde que se levantan hasta que se acuestan los menores tienen completamente pautadas todas las actividades de la jornada. Es un trabajo multidisciplinar donde psic¨®logos, profesores, educadores, trabajadores sociales se esfuerzan d¨ªa a d¨ªa en conseguir que esos delincuentes menores de edad puedan incorporarse a nuestra sociedad como ciudadanos de bien.
Y en la gran mayor¨ªa de casos ese fin ¨²ltimo se consigue despu¨¦s de un gran sacrificio por parte de todos. He visitado pr¨¢cticamente todos los centros de Madrid y he llegado a la conclusi¨®n de que el trabajo que all¨ª se realiza es muy bueno. Ni un solo chico de los muchos con los que he hablado me ha manifestado que su estancia en el centro de menores no le resulta beneficiosa. Todos, sin excepci¨®n, me han mostrado sus esperanzas de no volver a delinquir.
Pero es que el caso de Sandra Palo es la excepci¨®n, es un caso entre un mill¨®n y es quiz¨¢ el argumento necesario para plantear medidas excepcionales para casos excepcionales, pero no para cuestionar la totalidad de una ley. M¨¢xime cuando los que ahora reclaman su reforma como los que se oponen a ella no fueron capaces de ver hace unos meses que este problema se iba a suscitar.
Lo que no es de recibo es que ahora unos y otros vuelvan al enfrentamiento cuando la responsabilidad de lo que ha pasado es de todos los grupos pol¨ªticos que no supieron, o no quisieron, ponerse de acuerdo durante la tramitaci¨®n de la reforma aprobada en noviembre.
Por una vez, s¨®lo por una vez, dejemos la lucha pol¨ªtica y analicemos seriamente el problema. No nos encastillemos en posturas numantinas ni utilicemos este horrible crimen para desgastar al contrario. Porque si El Rafita vuelve a delinquir, aquellos que piden a gritos la reforma de la Ley tendr¨¢n el argumento definitivo frente a los que piensan que la Ley est¨¢ bien como est¨¢. Y lo que es mucho m¨¢s importante a¨²n, tenemos que evitar a toda costa que la historia pudiera volver a repetirse.
Arturo Canalda es Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid.
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