Azcona
La Cartelera Turia de Valencia es la ¨²ltima bandera que resta todav¨ªa de aquella forma republicana de vivir, de gozar, de discernir y blasfemar. Esta revista est¨¢ conducida por una tropa de alegres ciudadanos anarco-er¨®ticos, anticlericales y radicales-libres, que estrella cada semana su frente contra el pensamiento correcto, la moral ordenancista y la basura burocr¨¢tica. Es mucho m¨¢s que una cartelera de cines, teatros y restaurantes valencianos. En su redacci¨®n est¨¢ prohibido ser disp¨¦ptico, estre?ido, llevar paraguas negro y la barba por dentro. En ella alienta todav¨ªa la p¨®lvora de la traca y se respira el aire feliz del 14 de abril. El lector oir¨¢ el taconeo de la Ni?a Bonita a poco que pegue la oreja en cualquiera de sus p¨¢ginas como hac¨ªan los indios en el suelo de la pradera. Todos los a?os, cuando el calor de julio saca el alcanfor de las alcantarillas de la ciudad, la Turia celebra una fiesta bajo las estrellas y reparte unos premios a la gente de la cultura que se haya portado bien, seg¨²n sus gustos. No hay forma de que se equivoque nunca. Este a?o ha concedido el premio de honor a una vida de creaci¨®n a Rafael Azcona. Conozco a muy pocas personas que sean todo prote¨ªna, todo magro, sin una pizca de tocino, cuyo talento no baje nunca la guardia. Rafael Azcona es uno de estos personajes, de los que se aprovecha todo, desde un gui¨®n redondo hasta la frase que suelta cruzando un paso de cebra. Emite siempre la alegr¨ªa de sorprenderse vivo cada ma?ana, un suceso que celebra con los amigos. Raramente se produce el caso de un gran creador que sea igual de divertido e imaginativo en su trabajo que en una conversaci¨®n de sobremesa, c¨¢ustico y a la vez compasivo con las gentes quebrantadas por el r¨ªo ciego de la vida. La Cartelera Turia es otro caso, como Azcona, que rompe el principio de Arqu¨ªmedes. Los dos pesan m¨¢s de lo que desalojan. Esta revista resume todo el esp¨ªritu valenciano: esa sensaci¨®n tan mediterr¨¢nea de que cualquier placer basta con desearlo para merecerlo; la espontaneidad de los sentidos y la inmediatez del pensamiento siempre en la cuerda floja entre lo exquisito y lo ordinario; el exabrupto brutal compartido con vuelo de abeja del stradivarius; la escatolog¨ªa a medias con el viento en las velas de Ausias March. Muy lejos de la academia, Rafael Azcona se merece este premio solo porque tambi¨¦n se merecer¨ªa ser valenciano. Ser¨ªa igual de genial si en vez de ser el mejor guionista de la historia del cine espa?ol tocara el bombardino en una banda.
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