M¨¢s de lo mismo
Da igual Londres que Par¨ªs. Da igual que esto comience en Nueva York, India o los fiordos noruegos. El Tour es el Tour. Eso no hay quien lo cambie. Cambiar¨¢ lo que hay alrededor, el contexto y la circunstancia. Pero, a partir del momento en el que cada corredor, nervios en el est¨®mago, se dispone, imperdibles en mano, a colgar su dorsal en el maillot, nada cambia. El gui¨®n ya est¨¢ escrito. Y eso es lo que hay, te guste o no. As¨ª que, cumpliendo con su oficio, ayer pudimos ver a cada uno ejecutar su papel en la escena sin desmarcarse apenas del gui¨®n, con muy poco margen de improvisaci¨®n.
Primera etapa. Seg¨²n el gui¨®n, d¨ªa de sprint. Algunos aficionados interpretan esto como un d¨ªa de transici¨®n en el que nada pasa hasta el sprint final. Primer error. Eso es por no leer atento la letra peque?a. All¨ª se especifica que de tranquilidad, nada. Que la carrera tiene que salir loca despu¨¦s de una leve tregua inicial para que el l¨ªder disfrute de su propia fiesta. Que la primera escapada tiene un precio caro, a veces incluso demasiado: te puede hipotecar toda la primera semana. Pero que, independientemente de cu¨¢ntos corredores la formen y cu¨¢nto tiempo tarde en formarse, siempre habr¨¢ alg¨²n franc¨¦s en escena. Aqu¨ª, el gui¨®n abre un par¨¦ntesis para especificar que es preferible que los franceses sean mayor¨ªa, pero que, si no, con uno basta. Deber¨¢ tambi¨¦n formar parte de la escapada alg¨²n local. Uno de all¨ª o que viva all¨ª, del equipo de casa o con querencia por esas tierras. El motivo es lo de menos, pero que haya algo especial que le una con ese territorio. Despu¨¦s de que la escapada alcance cierta ventaja, llegar¨¢ el protagonismo para los compa?eros del l¨ªder, que comandar¨¢n la persecuci¨®n desde el pelot¨®n. Primero, ellos en solitario, aunque m¨¢s tarde ser¨¢n ayudados por los equipos de los sprinters m¨¢s destacados.
Ya casi oliendo la meta y con la escapada ya neutralizada (el franc¨¦s tiene que ser el ¨²ltimo en ser alcanzado), llegar¨¢ el turno de los nervios, los bandazos y, c¨®mo no, alguna que otra ca¨ªda (aqu¨ª, el gui¨®n aclara que para nada es ¨¦ste su deseo, pero que tanto la historia como la tradici¨®n as¨ª lo ordenan).
Y, ya lanzado el sprint final y en mitad del caos, saldr¨¢ con fuerza uno de los de siempre para imponerse con claridad ante los otros, entre los que siempre habr¨¢ uno que iba a ganar, pero se ha quedado encerrado.
As¨ª es. Un gui¨®n que no por sabido deja de ser interesante. Y ma?ana, m¨¢s. M¨¢s de lo mismo, se entiende.
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