Polarizaci¨®n
En apenas un mes, el clima pol¨ªtico ha vuelto a invertir su signo. Tras la euforia del PP por su victoria num¨¦rica en las municipales, reforzada por la sensaci¨®n derrotista del Gobierno ante la reanudaci¨®n de la amenaza terrorista, hete aqu¨ª que el ¨²ltimo debate sobre el estado de la naci¨®n ha vuelto a sepultar las esperanzas de alternancia electoral. De ah¨ª que Zapatero recobre aliento y remodele su Gabinete para afrontar como favorito el definitivo sprint electoral. ?Qu¨¦ ha ocurrido?
Existe la com¨²n percepci¨®n de que Rajoy se equivoc¨® de medio a medio al dise?ar su estrategia ret¨®rica, cuando decidi¨® presentar una especie de moci¨®n de censura destructiva contra el presidente del Gobierno con el fin de reclamar su inmediata dimisi¨®n. Todo ello adobado con una sarta de calumnias e injurias de juzgado de guardia, extremando hasta lo inveros¨ªmil una ret¨®rica nihilista de acoso y derribo que s¨®lo busca desacreditar la reputaci¨®n de Zapatero, con el fin de destruir a cualquier precio (un precio que pagaremos todos en deslegitimaci¨®n de las instituciones) la confianza que los electores depositaron en ¨¦l.
Y para eso todo vale, incluyendo su peregrina petici¨®n de que se publiquen las actas del di¨¢logo con ETA. Una demanda contradictoria para sus propios intereses, pues tales actas s¨®lo vendr¨ªan a demostrar que el Gobierno rechaz¨® las exigencias terroristas. Pero es que, adem¨¢s, el simple hecho de pedir algo as¨ª ya supone descubrir su propia incapacidad como gobernante, pues alguien que aspira a estadista deber¨ªa saber que los arcani imperii no se hacen p¨²blicos hasta que se convierten en historia. Aunque eso a Rajoy poco le importa, pues lo ¨²nico que le interesa es acusar a Zapatero de mentiroso e indigno de confianza. As¨ª demuestra seguir el revanchista gui¨®n de ajuste de cuentas que le dicta quien le nombr¨®, pues la ¨²nica obsesi¨®n de Aznar y, por tanto, de su deudor Rajoy es devolver con creces la misma pelota a quien le cogi¨® en falta por mentiroso y por agresor belicoso.
Pero al componer su discurso al servicio del af¨¢n de venganza de su acreedor, Rajoy incurri¨® en un estrepitoso error de c¨¢lculo electoral. Tendr¨ªa que haber aprovechado la oportunidad del ¨²ltimo debate de la legislatura para imprimir un giro estrat¨¦gico a su ret¨®rica pol¨ªtica, con el fin de desprenderse del lastre nihilista y pasar a equilibrarlo con una dosis compensatoria de ret¨®rica constructiva. Digamos para entendernos que a Rajoy le convendr¨ªa mucho m¨¢s imitar el discurso positivo y activista de Sarkozy que el negativo y reaccionario de los gemelos Kaczynski. Pues si se empecina con obcecaci¨®n en seguir en sus trece, el fracaso electoral que le aguarda parece asegurado.
Pero ?seguro que es esto as¨ª? ?Son tan suicidas en el think tank de FAES que no saben recomendar a Rajoy m¨¢s estrategia que la que conduce directamente al desastre electoral? Cabe dudarlo. El que parezca seguirse al pie de la letra la ret¨®rica neocon de guerra sin cuartel contra las fuerzas del mal, aqu¨ª encarnadas por el masonazo Zapatero, podr¨ªa tener su propia l¨®gica interna, por debajo de su apariencia infantil y hollywoodense. ?Cu¨¢l ser¨ªa esta estrategia oculta? Sencillamente, la de reincidir y profundizar en la creciente polarizaci¨®n de Espa?a. Lo que busca esta ret¨®rica es cohesionar y movilizar al bloque social de la derecha nacional-cat¨®lica para hacerla revivir como una especie de nueva Numancia sitiada, dispuesta a defenderse hasta la muerte de las fuerzas malignas que amenazan con destruirla. Y ello con el preciso objetivo de inmunizarse contra la abstenci¨®n electoral.
Pues frente a esta polarizaci¨®n promovida por la derecha, que se mantiene unida como una pi?a, el otro bloque heterog¨¦neo que se le enfrenta aparece dividido como una dispersa confederaci¨®n de reinos de taifas, cada cual s¨®lo movido por sus estrechos intereses sectarios. No hay liderazgo, estructura org¨¢nica ni estrategia com¨²n en el bando que forman izquierdas y nacionalistas, lo que genera en sus bases sociales sin cohesionar una gran desmovilizaci¨®n y, por tanto, una alt¨ªsima abstenci¨®n. ?ste es el blanco al que apunta la ret¨®rica de Rajoy.
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