M¨¢s que una mezquita
El asalto por el Ej¨¦rcito paquistan¨ª a la Mezquita Roja de Islamabad, con la liberaci¨®n de varios centenares de rehenes y la muerte de varias decenas de militantes islamistas, entre ellos su l¨ªder, el cl¨¦rigo radical Abdul Rashid Ghazi, puede marcar un punto de ruptura y el principio de una ofensiva por parte del presidente Musharraf contra los elementos extremistas en el pa¨ªs. Si as¨ª es, ser¨¢ una campa?a larga y cruenta. Para ello cuenta con el apoyo del PPP (Partido Popular de Pakist¨¢n), aunque resulta insuficiente. El asalto al templo musulm¨¢n despertar¨¢ sin duda la ira de los numerosos islamistas m¨¢s radicales, muchos de los cuales est¨¢n muy presentes en las fuerzas armadas y el poderoso servicio de inteligencia ISI. Y todo en v¨ªsperas de unas elecciones generales este oto?o que no es nada seguro que se celebren si Musharraf cae en la tentaci¨®n de declarar el estado de emergencia.
Varios d¨ªas de secuestro masivo y asedio y 11 horas infructuosas de negociaci¨®n para que Ghazi y sus seguidores liberaran al menos a las mujeres y ni?os que se encontraban en el interior del templo y de la escuela cor¨¢nica terminaron, como era desgraciadamente previsible, en un brutal asalto militar. Antes de morir, Ghazi -cuyo hermano y superior, Abdul Aziz, fue detenido anteriormente cuando hu¨ªa disfrazado con un burka- habl¨® de "agresi¨®n desnuda" y de su "martirio".
No es seguro que Musharraf, el general que dio un golpe incruento en 1999 y se ha perpetuado en el poder, haya ganado puntos con esta acci¨®n. Aunque es partidario de un Pakist¨¢n laico, para gobernar se ha tenido que apoyar en los sectores islamistas moderados, pero tambi¨¦n en otros extremistas. Es posible que lo que ha empezado en la Mezquita Roja sea una guerra abierta entre Musharraf de una parte, y de otra, los talibanes y Al Qaeda, que campaban relativamente a sus anchas, especialmente en el noroeste del pa¨ªs y hab¨ªan comenzado a hacerse fuertes en Islamabad.
La tentaci¨®n de aplazar las elecciones es grande. Ser¨ªa un error. A pesar de la crisis, Pakist¨¢n necesita una renovaci¨®n pol¨ªtica. Pr¨¢cticamente, la ¨²nica que podr¨ªa aportarla es la ya manida figura, pero a¨²n con carisma, de la ex primera ministra Benazir Bhutto, en su d¨ªa condenada por corrupci¨®n, aunque no puede servir un tercer mandato como jefa del Gobierno. No ser¨ªa descartable, pero s¨ª deseable, un pacto entre Musharraf y Bhutto para estabilizar un pa¨ªs al borde del abismo y dotado con armas nucleares.
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