A trav¨¦s del cristal
Una lectura actual de un manifiesto de 1914, La arquitectura de cristal, del alem¨¢n Paul Scheerbart (1863-1915), provoca en dos j¨®venes cr¨ªticos franceses, Guillaume D¨¦sanges y Fran?ois Piron, un desarrollo a trav¨¦s del arte contempor¨¢neo. Tras una visi¨®n m¨¢s hist¨®rica de su investigaci¨®n y un libro publicado, realizan una exposici¨®n titulada Intocable. El ideal de la transparencia, que tras una primera escala en la Villa Arson, de Niza, se instala, con 29 artistas y 40 obras, en las salas y claustros del Patio Herreriano.
Los 111 aforismos del ut¨®pico Scheerbart, que se pueden aplicar a consejos vitales de feng shui, se publicaron como una alternativa a la sociedad imperial alemana, seg¨²n Antonio Pizza, en su edici¨®n de la versi¨®n espa?ola (Murcia, 1998), pero la cultura del cristal tuvo su mejor interpretaci¨®n en la arquitectura de acero y vidrio de Joseph Panton, Bruno Taut (a quien dedica el libro) y Mies van der Rohe. Con la arquitectura de cristal, con paredes de cristal policromado en espacios abiertos, se crear¨¢ un nuevo entorno que traer¨¢ una "nueva cultura".
INTOCABLE. EL IDEAL DE LA TRANSPARENCIA
Museo Patio Herreriano
www.museopatioherreriano.org
Jorge Guill¨¦n, 6. Valladolid
Hasta el 16 de septiembre
Que la transparencia es opacidad lo reconoce el visitante nada m¨¢s situarse ante siete ventanas del claustro bajo sobre las que Ignasi Aball¨ª ha aplicado polvo que impide distinguir las trazas palladianas del patio; en el claustro superior tambi¨¦n interviene con un "paisaje posible" de direcciones de conceptos y cosas reales, donde acierta a situar el paso de los vencejos. La noci¨®n de transparencia se complica en un recorrido de piezas que los comisarios agrupan en salas dedicadas a "celebraci¨®n positivista y ornamentalismo, econom¨ªa y pol¨ªtica, erotismo y organicidad, mancha y desaparici¨®n".
En el juego que se establece en cada espacio, con esculturas, instalaciones y v¨ªdeos, se descubre a trav¨¦s de los artistas las ramificaciones filos¨®ficas, pol¨ªticas y sociales del ideal de la transparencia, que en sus propuestas se convierte en aislamiento, desaparici¨®n, ilusi¨®n, reflejo. Destacan objetos de cristal, como una versi¨®n del cubo de Hans Haacke donde se condensa agua, una de las piezas m¨¢s antiguas del montaje, de 1963; o la maqueta de acr¨ªlico de Corey McCorkle basada en las tres escaleras de un minarete turco.
Est¨¢ presente el Gran Vidrio
de Duchamp, como una referencia en Aball¨ª o espejo en el strip-tease que realiz¨® Hannah Wilke en el Museo de Filadelfia en 1976. Los rascacielos de oficinas, con la invisibilidad del trabajo, desde la fachada del Seagram de Sarah Morris, una de las escasas pinturas, a la instalaci¨®n de Michel Fran?ois de un siniestro despacho, el falso documental de Harun Farocki sobre la industria de armamento o los procesos pol¨ªticos o econ¨®micos que registra Mark Lombardi.
Hay momentos po¨¦ticos, como la visi¨®n de una calle a trav¨¦s de la ventana con aliento de Dora Garc¨ªa, las cajas de luz de Joe Scanlan que anuncian l¨¢grimas cosm¨¦ticas o la puerta autom¨¢tica de Boris Achour. Minucioso es el trabajo de Martin Arnold con el ordenador hasta hacer desaparecer los personajes de una pel¨ªcula fant¨¢stica de Bela Lugosi y las experiencias de percepci¨®n de Dan Graham con su proyector de diapositivas. En los cristales del claustro no dejaron huella los besos que ofrec¨ªa Jiri Kovanda a trav¨¦s de la transparencia.
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