El coraje de una resistente
Etty Hillesum (1914-1943) es una joven jud¨ªa holandesa, asesinada en Auschwitz, autora de un diario escrito en el campo de concentraci¨®n de Westerbork entre marzo de 1941 y octubre de 1942. Los cuadernos, descubiertos en los a?os ochenta, ven ahora ve la luz en castellano bajo el t¨ªtulo de Una vida conmocionada, seis a?os despu¨¦s de que fueran publicadas sus cartas en El coraz¨®n pensante de los barracones (Anthropos, 2001).
?ste no es un libro m¨¢s sobre los campos. Est¨¢ escrito desde el interior de uno de ellos y, a diferencia de los otros, no se limita a contar la vida concentracionaria. Hillesum extiende su mirada sobre Europa y ofrece una visi¨®n del mundo s¨®lo comparable a la de Primo Levi en Hundidos y salvados, escrito 45 a?os despu¨¦s.
UNA VIDA CONMOCIONADA. DIARIO 1941-1943
Etty Hillesum
Traducci¨®n de Manuel S¨¢nchez
Anthropos. Barcelona, 2007
216 p¨¢ginas. 21 euros
No escribe para dejar constancia de los sufrimientos de su pueblo, sino por afici¨®n literaria. A los 27 a?os, escasamente preocupada por problemas pol¨ªticos o religiosos, quiere ser escritora y nada como poner a prueba su talento contando lo que pasa. Pero lo que pasa deja pronto de ser pasto literario. El mundo vive una tragedia y ella pone en juego su inmenso talento para descifrar el alcance.
Aunque su familia tiene la
condici¨®n de "Prominenten", que le garantiza un trato excepcional, ella decide compartir el destino de su pueblo, por eso se va voluntariamente al campo de Westerbork. De all¨ª debe partir cada semana un fat¨ªdico tren con carga humana para alimentar los hornos crematorios de los campos de exterminio. Ella consuela como puede a los seleccionados por el propio Consejo Jud¨ªo, pero cuando ve c¨®mo los ricos e influyentes se las arreglan para evitar la selecci¨®n, entiende que es ella la que tiene que subirse al tren.
Dec¨ªa Levi que para sobrevivir en el campo hab¨ªa que hacerse cargo de la condici¨®n de deportado y no gastar energ¨ªas a?orando el mundo perdido. La misma idea sostiene Hillesum, pero aplicada a la sobrevivencia espiritual. Para no sucumbir espiritualmente a la barbarie nazi hay que armarse interiormente. El SS no busca s¨®lo la muerte f¨ªsica del deportado sino tambi¨¦n expulsarle de la condici¨®n humana y que ¨¦ste se lo crea. Para hacerle frente no basta el bagaje que se traiga de fuera. Se impone "un cambio en el coraz¨®n y en la mente de cada individuo". Algunos le reprochan que eso es resignaci¨®n pol¨ªtica y ella responde que el da?o pol¨ªtico del fascismo es tal que no valen viejas recetas.
Para calibrar el da?o del r¨¦gimen hitleriano no hay que mirar s¨®lo lo que pasa en los campos de concentraci¨®n o de exterminio porque "toda Europa se va transformando en un gigantesco campo de concentraci¨®n". Adelant¨¢ndose a lo que ahora dice Giorgio Agamben, ella ya ve¨ªa que "todo es campo". Y si todo es campo no hay un lugar exterior en el que refugiarse, de ah¨ª la necesidad de organizar la resistencia interior.
Esta lucidez y este coraje es lo que hace de Hillesum un personaje fuera de lo com¨²n. Si todo es campo, no hay discurso v¨¢lido que se haga ignorando la barbarie, con lo que se distancia de todos esos intelectuales que entonces y despu¨¦s quisieron pensar Europa de espaldas a lo que ocurr¨ªa u ocurri¨®. Pero, aunque todo sea campo, hay un espacio para la resistencia interior y en esto tambi¨¦n se distanciaba de quienes pensaron dentro del campo que s¨®lo hab¨ªa sitio para la supervivencia f¨ªsica.
En el campo pudo constatar dos cosas: que el sufrimiento no es una fatalidad, sino una injusticia, y que ni siquiera el Dios de Abraham est¨¢ ah¨ª para hacerse cargo de ellas. Es cada hombre, quien tiene que responder de las injusticias, de las que existen y no s¨®lo de las que cada cual cause directamente. Est¨¢ apuntando al concepto moral de responsabilidad absoluta que, si en un tiempo fue cosa de Dios, desde Auschwitz es asunto del hombre.
Lo que ha fascinado a sus lectores es c¨®mo esta joven mundana, que escribi¨® un diario para ser escritora, ha acabado siendo una autoridad espiritual, sin m¨¢s escuela que la experiencia y la reflexi¨®n sobre el sufrimiento de su tiempo.
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