Reverendo Greenaway
Hace ya bastantes a?os que, en cuanto tiene ocasi¨®n, el inquieto realizador gal¨¦s Peter Greenaway (Newport, 1942) le canta un r¨¦quiem al cine convencional. ?l lo sigue engrosando con sus pel¨ªculas porque, dice, le permite financiar su experimentaci¨®n en busca de nuevas maneras de contar que superen la dependencia del texto y se rindan a la preponderancia de la tecnolog¨ªa. Su ¨²ltimo serm¨®n al respecto fue el viernes en el Grec, donde se present¨® en su nueva faceta de videojockey con Tulse Luper VJ Tour, un ejercicio de cine en directo (as¨ª es como ¨¦l mismo define la experiencia) a partir de las im¨¢genes de su fara¨®nico proyecto Las maletas de Tulse Luper, que result¨® decepcionante.
El realizador ofreci¨® un decepcionante ejercicio de cine en directo
Tres pantallas gigantes vest¨ªan el muro frontal del espacio, que a la postre acab¨® acogiendo una experiencia m¨¢s propia del videoarte que del cine. El anfiteatro de Montju?c registr¨® una muy buena entrada para esta sesi¨®n experimental en la que Greenaway estuvo acompa?ado por Serge Dodwell (DJ Radar), su pareja esc¨¦nica desde el estreno del espect¨¢culo en Amsterdam hace dos a?os. Hab¨ªa expectaci¨®n en el patio de butacas, y s¨®lo quedaron por ocupar los laterales del Grec, si bien a lo largo de la velada se registr¨® un tenue goteo de desertores, sin duda fatigados por el magro contenido del espect¨¢culo: una mon¨®tona sucesi¨®n de im¨¢genes, en orden cronol¨®gico, de la pel¨ªcula hom¨®nima, cuya banda sonora propia ahogaba con frecuencia el acompa?amiento musical servido por el DJ.
Trajeado, con su impecable aspecto de dandy, Greenaway abri¨® el fuego con una prolija explicaci¨®n de las intenciones del espect¨¢culo. "Quiero hacer un cine de la edad presente que est¨¦ conducido por la m¨²sica", anunci¨®. Pero antes de poder verle en acci¨®n, los espectadores asistieron a una larga meditaci¨®n teatral sobre democracia a base de 92 citas acu?adas por personalidades de todo el mundo. En Las maletas de Tulse Luper se recorre la historia del siglo XX desde el descubrimiento del uranio, en 1928, hasta la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. Dado que el n¨²mero at¨®mico de este elemento es el 92, la pel¨ªcula comprende 92 historias articuladas a partir de los contenidos de otras tantas maletas, y en ella se marca una cierta relaci¨®n entre el uranio y el fascismo.
Fue un pr¨®logo largo, transcurrido el cual Greenaway se puso de espaldas al respetable para manipular c¨®modamente una gran pantalla t¨¢ctil de plasma. Desde ella seleccionaba las im¨¢genes que se proyectaban a gran tama?o, un resumen desmembrado de las 92 historias de Las maletas... As¨ª durante casi una hora. Al final cosech¨® aplausos, aunque poco sostenidos. Y entonces se inici¨® otro espect¨¢culo, que disfrutaba la oreja atenta a los comentarios de los asistentes. "?T¨² has entendido algo de la historia?". "Me ha gustado la m¨²sica, pero las im¨¢genes no". "Algunas de sus pel¨ªculas me han dejado muy satisfecha. Pero si considera que ¨¦ste es el cine del futuro, no pienso volver a ir a verle". Greenaway decepcion¨® a m¨¢s de un seguidor, pero no puede negarse que provoc¨® debate, aunque en propiedad no se le pueda llamar cine-forum.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.