La gran fiesta africana y rumbera
El senegal¨¦s Youssou N'Dour y el maliense Bassekou Kouyate encandilan al p¨²blico de La Mar de M¨²sicas. Peret reparte alegr¨ªa para todos con sus canciones de siempre
El Youssou N'Dour m¨²sico. El Youssou cantante extraordinario. ?se fue el que se present¨® en el festival La Mar de M¨²sicas el s¨¢bado: el You que enloquece a sus compatriotas y al que admiran artistas del mundo entero. Por unas horas, pareci¨® olvidarse del empresario convertido en magnate de los medios de comunicaci¨®n; de su estreno como actor en la pel¨ªcula brit¨¢nica Amazing grace; del hombre p¨²blico al que ciertos rumores sit¨²an como candidato a la alcald¨ªa de Dakar y que hace bien poco estaba hablando con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush y otros mandatarios del G-8.
El suyo fue uno de esos conciertos irreprochables a los que ya tiene acostumbrada a la afici¨®n. ?nicamente se sent¨® para una canci¨®n de la que explic¨®, en un trabajoso espa?ol, le¨ªdo en una hoja de papel, que trata de un cocodrilo y un p¨¢jaro: "El cocodrilo quiere comerse al p¨¢jaro, y que cada uno interprete la historia". M¨¢s tarde, quiso recordar que ?frica no es s¨®lo pobreza, sida y guerra, que tambi¨¦n es felicidad. Una visi¨®n optimista del continente africano que merece ir tomando cuerpo.
Youssou N'Dour quiso recordar que ?frica no es s¨®lo pobreza, sida y guerra, que tambi¨¦n es felicidad
Lleno hasta la bandera para la noche africana del festival. Con m¨¢s de doscientos senegaleses buscando desesperadamente una entrada o rogando que les dejasen entrar. Sin ¨¦xito. Con sus fieles escoltas de la Super ?toile de Dakar, gigantes como Assane Thiam (tama o tambor parlante), Jimi Mbaye (guitarra) o Habib Faye (bajo), Youssou N'Dour recorri¨® algunas de sus canciones m¨¢s populares de los ¨²ltimos a?os (Set, Birima, Lima weesu...) con arreglos distintos. Y cant¨® Seven seconds, con su corista, un cl¨®nico del original aunque suele quedarse un punto por debajo de la grabaci¨®n a d¨²o con Neneh Cherry. Siempre con esa voz excepcional que Peter Gabriel defini¨® mejor que nadie: plata l¨ªquida.
Antes de su actuaci¨®n, la estrella senegalesa hab¨ªa irrumpido por sorpresa en el concierto de Bassekou Kouyate para echarle unas cuantas flores al maliense y de paso echarse un cante con ¨¦l. Le puso los cascos de un discman con el fin de refrescarle la melod¨ªa grabada por ambos para el pr¨®ximo disco de Youssou y all¨¢ que se fueron todos. Fue uno de esos momentos que nadie puede prever, ning¨²n promotor puede garantizar ni hay festival que lo pueda programar de antemano. Espont¨¢neo. ?nico. Irrepetible.
Bassekou viste de forma tradicional, pero en el bolsillo del buba lleva su m¨®vil. Entre el p¨²blico andaba Lucy Dur¨¢n, catedr¨¢tica de M¨²sica Africana en la Universidad de Londres y productora del reciente disco del maliense, y que le conoce desde que ella propici¨® la aventura de Songhai con Ketama y Toumani Diabat¨¦.
Sorprenden los n'gonis, peque?as y r¨²sticas guitarras de tres cuerdas, para una m¨²sica basada, como el blues, en la escala pentat¨®nica, que ¨¦l toca con el virtuosismo de un Jeff Beck o un Jimi Hendrix. Con su mujer, Ami Sacko, cantante muy popular en Mali, forma un d¨²o como el de Ike y Tina Turner en su mejor momento.
El viernes, la rumba catalana celebr¨® otra fiesta en Cartagena. Lleg¨® con las palmas, las guitarras y las voces del grupo Sabor de Gracia y esos veteranos que hoy se hacen llamar, por derecho propio, Patriarcas de la Rumba: T¨ªo Pepe -de Barcelona, de la plaza de Espa?a-, T¨ªo Toni -medio siglo de rumba tras sus gafas-, T¨ªo Joanet -que empez¨® con Peret en Matar¨®-, T¨ªo Rafael -de Lleida, y maestro del garrot¨ªn-, T¨ªo Pal¨® -conocido en el ambiente como el James Brown de la rumba- y, al baile, T¨ªa Pepi -de la barcelonesa calle de La Cera-, que se levantaba de la silla como impulsada por un resorte.
Y, de repente, ah¨ª estaba Peret. A nadie le importaba si ¨¦l se invent¨® la rumba catalana o si fue Antonio Gonz¨¢lez El Pesca¨ªlla. Pere Pubill i Calaf, gitano de Matar¨®, es el rey de ese ritmo que junt¨® en una misma olla sabores caribe?os y mediterr¨¢neos, la fiebre antillana y la juerga gitana, y de la que se han alimentado desde Gato P¨¦rez a Ojos de Brujo o Muchachito Bombo Infierno.
Sali¨® con la guitarra al hombro, parsimonioso y mirando al tendido con aire entre guas¨®n y agradecido. Con las palmas del t¨ªo Toni y el t¨ªo Joanet -"que han arrastrado sus culos conmigo por el mundo"- se bast¨® para encandilar al p¨²blico. Con la misma gracia con la que vend¨ªa telas por Catalu?a. Si acaso supieron a poco las seis canciones que cant¨®. Aunque fueran El gitano Ant¨®n, Una l¨¢grima o Borriquito.
Peret trajo nostalgias de veranos lejanos a los m¨¢s mayores y alegr¨ªa para todos. Hasta Bassekou y Ami se animaron a dar palmas. No hubo remolinos de guitarra -el famoso ventilador no lleg¨® a enchufarse- y actu¨® sentado por prescripci¨®n facultativa, que no anda Peret sobrado de salud. Tocaba dejar las penas de lado.
Sabina y Serrat, en su publicitada gira, interpretan s¨®lo una canci¨®n ajena, y es de Peret: El muerto vivo ("No estaba muerto, que estaba tomando ca?as").
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