Ciutadans pel Canvi: balance de una experiencia
A nueve a?os de su aparici¨®n, Ciutadans pel Canvi (CpC) ha tenido que enfrentarse con el futuro. Y ha tenido que hacerlo a partir de su trayectoria como experimento innovador integrado en el proyecto de Pasqual Maragall. Respond¨ªa a la aspiraci¨®n de gran parte de la opini¨®n a un cambio pol¨ªtico. Se trataba de cambiar la mayor¨ªa de gobierno, pero tambi¨¦n de avanzar hacia una pol¨ªtica institucional m¨¢s accesible a la ciudadan¨ªa y menos profesionalizada, m¨¢s transparente y menos arcana. Para eso, se pretend¨ªa facilitar la participaci¨®n de ciudadanos que no se conformaban con ser espectadores del proceso de cambio, ni se sent¨ªan a gusto en los partidos existentes. Estaban interesados en incidir en el debate sobre los asuntos p¨²blicos y ejercer cierta influencia sobre su gesti¨®n. Quer¨ªan hacerlo, no al margen, sino al lado de los partidos de izquierda, insustituibles aunque percibidos como m¨¢quinas excesivamente profesionalizadas y poco cercanas al ciudadano com¨²n. Ciutadans pel Canvi se articulaba como asociaci¨®n dispuesta a compatibilizar la presencia institucional con el activismo ciudadano en ¨¢mbitos profesionales y territoriales diversos. La convicci¨®n de que Maragall era la persona apta para liderar el cambio y de que su partido segu¨ªa siendo la principal organizaci¨®n de la izquierda conduc¨ªa a una relaci¨®n preferente con el PSC.
?Hasta qu¨¦ punto se han colmado las expectativas generadas? Un sano ejercicio cr¨ªtico -que es tambi¨¦n de autocr¨ªtica personal- puede identificar logros y fracasos. Entre los primeros, cabe resaltar la contribuci¨®n -menor de la esperada, pero mayor que la reconocida- a la alternancia democr¨¢tica en Catalu?a. Maragall obtuvo en 1999 y 2003 los mejores resultados conseguidos hasta hoy por cualquier candidato de la izquierda. ?Gracias a Ciutadans pel Canvi? No s¨®lo, como es obvio. Pero s¨ª gracias a la ins¨®lita candidatura dual Socialistes-Ciutadans pel Canvi, capaz de atraer a un electorado m¨¢s amplio que el obtenido por el PSC en las elecciones catalanas. Ciutadans pel Canvi apost¨® tambi¨¦n de forma categ¨®rica en 2003 y en 2006 por la formaci¨®n de la mayor¨ªa tripartita, como alternativa clara a la mayor¨ªa conservadora anterior. Sin estimar que el pronunciamiento de Ciutadans pel Canvi fuera decisivo para la constituci¨®n de los ejecutivos de Maragall, primero, y de Montilla, despu¨¦s, tampoco cabe calificarlo de irrelevante, cuando algunos sectores del PSC estaban tentados por la socioverg¨¨ncia a la que le empujaban determinados sectores socioecon¨®micos. En el orden interno, Ciutadans pel Canvi ofreci¨® un espacio de libre y franca discusi¨®n, sin temor a consecuencias pol¨ªticas o profesionales para quienes la practicaban.
Pero tambi¨¦n hay que aceptar sin reservas que la asociaci¨®n no adquiri¨® la dimensi¨®n que se pretend¨ªa: ni en su capacidad de movilizaci¨®n ni en la resonancia p¨²blica de sus actividades. Las plataformas que la integraban no consiguieron la irradiaci¨®n prevista. Salvo contadas excepciones, han vivido con notable precariedad, pendientes de la dedicaci¨®n voluntaria de unos pocos. La relaci¨®n institucional y territorial con el PSC ha difuminado la identidad de Ciutadans pel Canvi, apagando su posible atractivo para buena parte de la opini¨®n inicialmente favorable. Finalmente, la capacidad y la dedicaci¨®n de quienes tuvimos obligaciones institucionales no fueron suficientes para reforzar la vida de la asociaci¨®n. Su base fue haci¨¦ndose cada vez m¨¢s tenue, con mayor dependencia de una presencia institucional que tampoco le confer¨ªa m¨¢s influencia que la que pudieran ejercer algunos individuos.
Ser¨ªa excesivo afirmar que el resultado del experimento ha sido negativo. Pero hay que admitir que ha sido mucho m¨¢s limitado de lo esperado por quienes nos comprometimos con ¨¦l. ?Habr¨ªa sido de otro modo en otras condiciones? Responder a interrogantes de este tipo es un ejercicio especulativo, pero inevitable en toda reflexi¨®n a posteriori. ?Qu¨¦ habr¨ªa ocurrido si Ciutadans pel Canvi hubiera reforzado su relaci¨®n con movimientos sociales, plataformas ciudadanas y otras organizaciones sectoriales, haci¨¦ndose m¨¢s presente en esta red informe, pero cada vez m¨¢s densa en nuestras sociedades? ?No se dej¨® arrastrar en exceso por la presencia institucional en detrimento de su actividad de calle? ?Qu¨¦ efecto habr¨ªa tenido un entendimiento pleno entre la direcci¨®n del PSC y el propio Maragall en torno de su proyecto pol¨ªtico, del que Ciutadans pel Canvi era a la vez instrumento y exponente? ?C¨®mo influy¨® la posici¨®n de significativos sectores del PSC al considerar la asociaci¨®n como una merma de sus posibilidades, en lugar de un plus en un proyecto com¨²n? ?Fue ¨²til para este proyecto la distancia que el propio Maragall y su entorno adoptaron respecto de Ciutadans pel Canvi, como si la presidencia de los socialistas catalanes obligara a dar pruebas de neutralidad entre unos y otros? ?De qu¨¦ modo influy¨® la renuncia de la asociaci¨®n a contar con un liderazgo personalizado y una organizaci¨®n m¨¢s profesional? Son preguntas que se sit¨²an en el terreno de la contrahistoria. Con respuestas opinables. En todo caso, algunas respuestas supondr¨ªan que Ciutadans pel Canvi renunciaba a ser lo que quer¨ªa ser y que los partidos pol¨ªticos dejaban de ser lo que eran. Y no parece que fuera viable ni lo primero ni lo segundo.
Con todo, la intuici¨®n que dio origen a Ciutadans pel Canvi no ha sido desmentida. Al contrario: la desafecci¨®n por los modos y estilos de la pol¨ªtica convencional es hoy m¨¢s aguda que en 1999. Es m¨¢s que dudoso, por tanto, que cambios cosm¨¦ticos, equilibrios sem¨¢nticos o voluntarismos de buena fe basten ya para devolver a Ciutadans pel Canvi su vigor original. Para muchos de los que hemos compartido esta tentativa, dar por acabados un ciclo y una f¨®rmula como la iniciada hace ocho a?os no significa la renuncia a probar nuevos formatos que tengan en cuenta sus aciertos y errores. Seguir¨¢ en pie la necesidad de experimentar con nuevos modelos de intervenci¨®n en la cosa p¨²blica. As¨ª hay que plantearlo si se sigue creyendo que no hay democracia s¨®lida sin el apoyo comprometido de sus ciudadanos.
Josep M. Vall¨¨s es ex consejero de Justica de la Generalitat y Oriol Nel¡¤lo, secretario de Planificaci¨®n Territorial; ambos son miembros de CpC
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