?Es el marco, imb¨¦cil!
Hay libros que, m¨¢s all¨¢ de sus prop¨®sitos expl¨ªcitos, sobresalen por sus efectos colaterales. Es el caso de este texto, soberbiamente traducido al castellano y escrito para dar a los votantes del Partido Dem¨®crata estadounidense una explicaci¨®n cient¨ªfica de por qu¨¦ sus rivales conservadores les han tomado la delantera ante la opini¨®n p¨²blica. Al escuchar esta expresi¨®n ("explicaci¨®n cient¨ªfica") el lector puede pensar en largas investigaciones sociol¨®gicas, informaci¨®n estad¨ªstica, infraestructura te¨®rica pesada y costosos dispositivos de contrastaci¨®n emp¨ªrica. Nada de eso. Es un best seller de lo m¨¢s mondo. Lo primero que ha hecho Lakoff es rebajar dr¨¢sticamente la complejidad que la "psicolog¨ªa del marco" presentaba en sus padres fundadores, como notamos cuando confiesa el agotador ejercicio que propone a sus alumnos de primero de ciencias cognitivas: intenten no pensar en un elefante; claro, la palabra "elefante" crea un marco de grandes orejas, larga trompa y gruesas patas redondeadas del cual es imposible salir, y nadie consigue pensar en otra cosa. A continuaci¨®n, esta perspicacia le ha permitido descubrir cu¨¢l es el "marco" que crea el discurso del Partido Republicano y que ha resultado tan dif¨ªcil de esquivar para los dem¨®cratas como el elefante para sus alumnos: consiste en presentar al Presidente bajo la figura de un John Wayne padre de familia que educa severamente a sus hijos para que puedan sobrevivir en un mundo ferozmente competitivo en el cual nadie tiene derecho a nada m¨¢s que a lo que pueda conseguir mediante su esfuerzo y astucia. Primer efecto colateral: una inmensa sombra se extiende sobre el sistema educativo de un pa¨ªs en el cual es preciso llegar a ser catedr¨¢tico de ciencia cognitiva en Berkeley para darse cuenta de semejante simpleza.
NO PIENSES EN UN ELEFANTE
George Lakoff
Traducci¨®n de M. Mora
Complutense. Madrid, 2007
174 p¨¢ginas. 10 euros
Quiz¨¢ alguien pudiera pensar que lo procedente tras este descubrimiento ser¨ªa denunciar ante los votantes que el poder pol¨ªtico les est¨¢ tratando como a idiotas. Pues no. Despu¨¦s de que algunos amigos le hicieran notar discretamente que el empleo republicano de tan grosero "marco" no era en absoluto inconsciente, y que un publicista estaba ya ganando casi 200 millones de d¨®lares anuales comercializando el merchandising asociado a la marca (perd¨®n, al marco), Lakoff analiza el "retraso" de los dem¨®cratas: por una parte, est¨¢n anclados en el viejo "mito" ilustrado de que los pol¨ªticos deben decir la verdad, craso error que la invasi¨®n de Irak ha puesto al descubierto mostrando a las claras que para el pol¨ªtico lo primero ha de ser la confianza de los electores, y a la verdad que la zurzan; por otra parte, mientras los dem¨®cratas gastaban su dinero en ayudar a los m¨¢s necesitados, los republicanos invert¨ªan el suyo en construir su marco (quiero decir "su marca"), formando un gigantesco think tank con cientos de intelectuales adiestrados y distribuidos por el pa¨ªs, hasta el punto de que el 80% de los bustos parlantes de la televisi¨®n norteamericana proceden de estas escuelas. N¨®tese, pues, una segunda consecuencia adyacente: no conformes con llamar "ciencia cognitiva" a las t¨¦cnicas del marketing publicitario (un aut¨¦ntico caso de ¨¦xito a la hora de "cambiar el marco" desprestigiado por otro de mejor reputaci¨®n), resulta que llamamos "tanques de pensamiento" a las escuelas de adoctrinamiento propagand¨ªstico e "intelectuales" a los presentadores de televisi¨®n. Nixon no perdi¨® la presidencia debido a la guerra de Vietnam ni al esc¨¢ndalo Watergate, la perdi¨® porque apareci¨® en televisi¨®n diciendo: "No soy un chorizo" (como quien dice: "No pens¨¦is en un elefante"), y por tanto acept¨® el marco en el cual sus adversarios ya hab¨ªan colocado su retrato (el t¨ªpico marco que se les pone a las fotos de los chorizos). Y los republicanos no perder¨¢n las elecciones debido a la guerra de Irak o a sus pol¨ªticas sociales o econ¨®micas, las perder¨¢n solamente si los dem¨®cratas consiguen cambiar el marco. Por eso Lakoff se ha pasado al best seller y ha fundado un think tank para la difusi¨®n del nuevo evangelio del marco alternativo. La revelaci¨®n le vino de cierto intelectual televisivo que se refer¨ªa a republicanos y dem¨®cratas como "el partido de papi" y "el partido de mami", respectivamente. Se trata, por tanto, de presentar al Presidente no como un Master and Commander de la familia competitiva sino como una madre protectora y amorosa que cuida de sus hijos y les educa para que ayuden a quienes m¨¢s lo necesitan en lugar de pisotearles. Para esto necesitan los dem¨®cratas desprenderse de todos los programas salvo de los televisivos, y construirse una visi¨®n progresista b¨¢sica (muy b¨¢sica, dir¨ªa yo) "en diez palabras" y "tan americana como el pastel de manzana": a la hora de votar, "m¨¢s importantes que el terrorismo, que la guerra, que la econom¨ªa y que la sanidad" son los valores y la identidad y, sobre todo, la familia (pues de ahora en adelante cuando vayamos a votar elegiremos entre pap¨¢ y mam¨¢). Quienes hayan seguido la campa?a de las ¨²ltimas presidenciales francesas notar¨¢n hasta qu¨¦ punto no va nada descaminado.
Y aqu¨ª llega el ¨²ltimo y m¨¢s
grave de los efectos secundarios: si seguimos el programa de Lakoff, ?estamos cambiando el marco del triunfante "pensamiento" conservador? ?No consiste precisamente el ¨¦xito del conservadurismo en hacer desaparecer la pol¨ªtica a fuerza de sustituirla por la moral, infantilizar a los votantes y reemplazar el debate pol¨ªtico por la contienda de los valores, las identidades y el pastel de manzana (o la paella)? Arist¨®teles, que desde luego nunca lleg¨® a catedr¨¢tico en Berkeley, dec¨ªa que la polis, "al avanzar en este sentido y hacerse m¨¢s unitaria, ya no ser¨¢ polis. Pues la polis es por su naturaleza una cierta pluralidad, y al hacerse m¨¢s una dejar¨¢ de ser polis y se convertir¨¢ en familia (
...). De modo que, si alguien fuera capaz de hacer esto, no deber¨ªa hacerlo, porque destruir¨ªa la polis (...). Una polis no resulta de individuos semejantes. Una cosa es una alianza militar y otra una polis (...). En el mismo sentido diferir¨¢ la polis de la tribu (...). Por lo tanto, de todo esto es claro que la polis no es tan unitaria por naturaleza como algunos dicen, y que lo que llaman 'el mayor bien de la polis' la destruye" (Pol¨ªtica, 1261 a-b). Para terminar les pido algo m¨¢s f¨¢cil que no pensar en un elefante: piensen que en Europa estamos reformando nuestras universidades seg¨²n el modelo estadounidense para evitar el defecto que los expertos han detectado en ellas: la sobrecualificaci¨®n, y que en unos pocos a?os nos habremos descualificado lo suficiente como para tener catedr¨¢ticos de ciencia cognitiva peritos en marqueter¨ªa que asesorar¨¢n a los l¨ªderes pol¨ªticos acerca del modelo de familia unida en el cual hay que convertir el Estado (ya contamos con una bonita disputa de valores e identidades), que las fundaciones de los partidos -transformadas en carros blindados contra cualquier pensamiento- reducir¨¢n la condici¨®n intelectual a la de busto parlante (no s¨¦ si les han llegado a ustedes los comentarios de cierto programa de televisi¨®n en el cual se exige a los hombres p¨²blicos que se dejen de pol¨ªtica y que hablen de las cosas b¨¢sicas de la vida, me temo que del dec¨¢logo filos¨®fico del partido de papi y del de mami) y que ser¨¢ dif¨ªcil distinguir un best seller de una explicaci¨®n cient¨ªfica. Ustedes ver¨¢n lo que hacen.
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