El r¨ªo de los artistas
Espacio lineal" parece y es un ox¨ªmoron, pero no tanto. Una carretera, un r¨ªo, un suburbano se despliegan en la linealidad pero ocupan un espacio. En Nantes, su alcald¨ªa ha impulsado en colaboraci¨®n con el Ayuntamiento de la ciudad de Saint Nazaire, la operaci¨®n Estuaire 2007, consistente en invitar a una treintena de artistas a imaginar creaciones para instalar a lo largo de 60 kil¨®metros del estuario del Loira. Entre las dos ciudades, el r¨ªo avanza perezoso y anch¨ªsimo, dejando atr¨¢s centrales nucleares, marismas, reservas ornitol¨®gicas, bosques, refiner¨ªas y antiguas bases de submarinos. En Toulouse, el kilometraje es menor: 11 kil¨®metros. Y quien avanza no es el agua sino el metro, una "l¨ªnea B" que cuenta con 20 estaciones, cada una de ellas concebida con la ayuda de un artista distinto.
En el r¨ªo, el barco es un elemento de transformaci¨®n del mundo
Entre Nantes y Saint Nazaire se pretende instalar una serie de referentes. Algunos son perecederos y desaparecer¨¢n el 1 de septiembre de este a?o. Otros est¨¢n concebidos para permanecer y tender un entramado simb¨®lico que d¨¦ sentido a un espacio informe, en el que agua, tierra y cielo se confunden. La econom¨ªa -las industrias anteriores a la fiebre deslocalizadora que recorre Europa- ten¨ªa que contribuir a crear el continuum urbano de la gran metr¨®polis del oeste franc¨¦s. Y la econom¨ªa se ha revelado como un motor incapaz de ello, como incapaz ha sido de dar un alma pol¨ªtica a la Uni¨®n Europea. Ahora es la cultura la que ha de servir de cemento.
Toulouse ha invertido mil millones de euros en su segunda l¨ªnea de metro autom¨¢tico, de los cuales 4.250.000 han servido para realizar las obras de arte y remunerar a sus creadores. La "B" recorre de norte a sur todo el este de la ciudad y cruza por el centro la otra l¨ªnea, la "A", inaugurada hace 15 a?os y que ya cont¨® con la colaboraci¨®n de 18 artistas. De esa experiencia se ha sacado una conclusi¨®n: los habitantes se sienten orgullosos de su metro y el gasto de mantenimiento y limpieza que requiere es muy inferior al que reclaman los transportes subterr¨¢neos de otras ciudades. Esta vez a los artistas invitados se les ha puesto como condici¨®n el que se ci?eran a utilizar dos materiales: el acero y la luz.
Daniel Buren tambi¨¦n juega con la luz en la serie de c¨ªrculos que ha imaginado para situar en la isla de Nantes. El mismo material sirve a Thomas McIntosh o a Ange Leccia para cambiar la arquitectura de la ciudad junto al agua, como es utilizado unido al sonido por Edwin van Der Heide para ocupar lo que era una base de submarinos alemanes durante la II Guerra Mundial. La l¨®gica de la sorpresa surrealista inspira a otros, como Erwin Wurm, que ha ideado un "velero blando", un nav¨ªo que se curva desde la escollera como si quisiera lanzarse solo al agua, o como Jean-Luc Courcoult que ha levantado en el fondo del Loira un hotel que estar¨¢ siempre inundado pero cuya chimenea no deja de humear.
El humor, la b¨²squeda de esos instantes de eternidad que van aparejados al descubrimiento de la belleza o la iconograf¨ªa popular han sido motores para quienes transforman el r¨ªo, mientras que las preocupaciones de los artistas respecto a las estaciones de metro son de naturaleza m¨¢s formal.
En el r¨ªo es l¨®gico sugerir, a trav¨¦s de burbujas y niebla que emergen de ¨¦l, que su lecho oculta un monstruo de Loch Ness -proyecto de Honor¨¦ d'O-, o materializar ese monstruo bajo una forma familiar ins¨®lita -el t¨ªpico pato que alegra las ba?eras infantiles-, tiene 25 metros de tama?o en la versi¨®n que Florentijn Hofman hace flotar en el Loira. Los jardines o pasajes de madera de Tadashi Kawata nos permiten apropiarnos de la geograf¨ªa del lugar sin apenas modificarla, mientras que varios arquitectos, entre ellos el espa?ol Mart¨ªn Ruiz de Az¨²a, proponen viviendas de urgencia, ecol¨®gicas, econ¨®micas y radicalmente ut¨®picas.
En el metro, el viaje no tiene
componentes fant¨¢sticos, a no ser que admitamos como tales los juegos matem¨¢ticos de Roman Opalka y los cin¨¦ticos de Julije Knifer, al propio Ange Leccia o Corinne Sentou, o el minimalismo de Olivier Mosset. Y los vagones de metro, al margen de que funcionen sin conductor y eso les d¨¦ un cierto componente fantasmag¨®rico, tampoco son extra?os. La extra?eza puede nacer en cambio de los nombres de las estaciones o barrios. Por ejemplo, Trois cocus (tres cornudos) es el nombre de una de ellas. Y Pierrick Sorin ha ideado un sistema por el cual todos los viajeros que lo deseen pueden hacer que su rostro pase a formar parte de un v¨ªdeo en constante renovaci¨®n. Ser¨¢n cornudos voluntarios.
El grupo Irwin convierte el nombre de la estaci¨®n -Palais de Justice- en el cuarto objetivo de la Rep¨²blica Francesa, despu¨¦s de las cl¨¢sicas Libert¨¦, Egalit¨¦ et Fraternit¨¦ proclamadas desde una instalaci¨®n, en la que reina el color.
En el r¨ªo, el veh¨ªculo -el barco- es en s¨ª mismo un elemento de transformaci¨®n del mundo. Y no lo es tanto porque nos permita cambiar de sitio y de perspectivas sino porque su superficie, recreada por el colectivo La Valise, es una superficie irregular reflectante en la que aparecen fragmentadas las riberas, como un puzle de las orillas y de las intervenciones de los artistas. Transforma la realidad. Otro japon¨¦s, Tatzu Nishi, ha secuestrado una fuente p¨²blica de Nantes instalando en su entorno un gran cubo que sirve de habitaci¨®n que se alquila. Se roba as¨ª un monumento, se hace que la ausencia revalorice lo que ya no se ve¨ªa, tan incorporado estaba al paisaje cotidiano.
Toulouse tiene que dar prioridad a valores democr¨¢ticos, tiene que respetar una identidad com¨²n a toda la l¨ªnea, aunque cada estaci¨®n sea distinta, tiene que asumir exigencias funcionales importantes. ?se es su reto. Nantes tiene que dar identidad a un espacio mal conocido y poco amado, tiene que darle atractivo para atraer a los curiosos. Lo que sobre ese mundo semi-l¨ªquido haya podido escribir el novelista Julian Gracq s¨®lo se ha incorporado al imaginario de unos pocos. Los valores que se privilegian en el estuario son otros muy distintos de los que se privilegian en el metro: los del sue?o, los del futuro, los de la imaginaci¨®n, los de la utop¨ªa. Es una l¨ªnea para una ciudad venidera, mientras que Toulouse es una l¨ªnea para una ciudad ya existente.
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