Fabricaci¨®n de un territorio econ¨®mico
La mayor parte de los responsables p¨²blicos desean alcanzar a lo largo de su mandato un territorio altamente competitivo. Conseguirlo es otra cuesti¨®n. Si desgranamos varios de los requerimientos necesarios para lograrlo, podemos afirmar que en la actual fase de la globalizaci¨®n varios fen¨®menos son indiscutibles: por ejemplo, el nomadismo de las empresas y una mayor competencia entre territorios. De ah¨ª que se llegue a afirmar que lo que resulta bueno para una empresa localizada en una regi¨®n o comarca es bueno para ¨¦sta ¨²ltima. Siguiendo este razonamiento no hacemos m¨¢s que insistir en las ventajas gen¨¦ricas de un territorio, minusvalorando las ventajas espec¨ªficas del mismo.
Poner en marcha una estrategia de cara a fabricar un territorio econ¨®mico competitivo obliga asumir una nueva dial¨¦ctica, la confrontaci¨®n global/local, que se convierte de manera autom¨¢tica en el sustento de las distintas formas de territorializaci¨®n. Dicha din¨¢mica supone afirmar que un territorio se identifica a la vez con elementos inherentes a la sociedad (habitantes) y con las estrategias empresariales (capacidad de activaci¨®n). Por esto, en la medida que el capital es n¨®mada emergen desplazamientos de empresas a la b¨²squeda de ventajas comparativas y a la utilizaci¨®n de recursos end¨®genos favorables.
Un territorio econ¨®mico basa, pues, sus estrategias en fortalecer y en reforzar unas acciones que le permitan abordar un doble objetivo. El primero, la captaci¨®n y b¨²squeda de tecnolog¨ªa; y el segundo, la captaci¨®n y atracci¨®n de mano de obra cualificada. Ambos elementos son los que sustentan las estrategias territoriales y los objetivos empresariales. La combinaci¨®n de ambos elementos es lo que se denomina de manera coloquial el "efecto territorio". Ese mencionado efecto territorio busca generar empleo y responder a los nuevos servicios que demandan los ciudadanos. En la medida que ¨¦stos son cambiantes y se actualizan permanentemente, es preciso ir reconfigurando el propio territorio. Es decir, un territorio no se puede parapetar en arcaicas definiciones, en vagas sensaciones o en ilusorias experimentaciones. As¨ª, podemos afirmar que, en la actualidad, un territorio es una red de actores, localizados en un espacio geogr¨¢fico concreto, que poseen un doble objetivo: identificar sus problemas y contribuir a resolverlos de manera r¨¢pida y coherente.
Galicia est¨¢ en la fase de re-elaborar o de re-evolucionar su fabricaci¨®n territorial. Significa que estamos transitando de un modelo competitivo, basado en el horizonte de la competitividad (hoy en d¨ªa, utilizado por aquellas ¨¢reas concienciadas de una mayor competencia internacional) a un nuevo modelo fundamentado en la calidad territorial (mucho m¨¢s innovador y que est¨¢ relacionado con la combinaci¨®n de recursos gen¨¦ricos y recursos espec¨ªficos).
La yuxtaposici¨®n de ambos recursos supone que con los primeros, los gen¨¦ricos, podemos desarrollar e incorporar en nuestro territorio todos los avances posibles y asimilables, pues solo se requiere una adaptaci¨®n de los mismos ya que son transables y comerciables; en tanto que con los recursos espec¨ªficos, que solo est¨¢n depositados en territorios concretos y no son trasladables, son los que nos van a permitir dotarnos de ventajas claras y diferenciadas frente a los dem¨¢s, incorporando un valor a?adido propio y una valorizaci¨®n individual distinta. Galicia, con una mezcla de recursos espec¨ªficos, gen¨¦ricos e hist¨®ricos puede, sin duda alguna, abordar la fabricaci¨®n de un espacio econ¨®mico de elevada calidad territorial.Estas nuevas cualidades son las que contribuyen a aumentar las estrategias de atractividad y al mismo tiempo refuerzan las bases de un marketing territorial tan imprescindible en los tiempos actuales.
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