Ayudados y ayudas
Como seres endebles y contingentes que somos, el poder p¨²blico apuntala nuestra quebradiza identidad. Por eso nos da ayudas. Gracias a las ayudas que conceden presidentes de gobierno y consejeros auton¨®micos es posible tomar aire. La vida ser¨ªa intolerable sin el socorro pol¨ªtico. Este recibe distintas denominaciones (subvenciones, deducciones, transferencias, precios tasados, servicios gratuitos), pero la prensa, did¨¢ctica, las re¨²ne bajo el concepto de "ayudas". En efecto, gobernar consiste en repartir ayudas, algo imprescindible para nosotros, seres fam¨¦licos, que perecer¨ªamos, v¨ªctimas del neoliberalismo salvaje, de no ser por la augusta intervenci¨®n de Gran Hermano.
Las ayudas provienen de administraciones diversas. ?Qu¨¦ partido tendr¨ªa el cuajo de reducirlas? Florecen como hongos despu¨¦s de la tormenta. Hay ayudas para salir de pesca, para sacrificar terneros y para poner gasolina a los tractores. Ayudas para comprar libros a los ni?os y ayudas para fabricarlos (los libros y los ni?os). Mediante deducci¨®n fiscal se ayuda al pago de la hipoteca inmobiliaria, pero erigir viviendas protegidas es otra forma de ayudar. Hay ayudas para cultivar ciertos vegetales y ayudas para dejar de cultivar algunos otros. Ayudas para clubes de f¨²tbol, que as¨ª pagan el sueldo de tuercebotas, y ayudas para equipos de ciclismo, a los que nadie puede ayudar en los repechos. Ayudas para aparcar a los ni?os en guarder¨ªas y ayudas para aparcar a los viejos en residencias. Ayudas para conciliar la vida familiar con la vida laboral y ayudas para tener ni?era. Ayudas para empresas que quieren contratar trabajadores y ayudas para empresas que quieren jubilarlos. Hay ayudas para pagar pensiones a los ancianos. Incluso a ancianos que en su vida se ayudaron a s¨ª mismos. La sanidad es de por s¨ª una inmensa ayuda. No cura, pero ayuda.
Y de tantas ayudas como hay que financiar con los impuestos cada vez es m¨¢s dif¨ªcil llegar a fin de mes. Son tantas las ayudas que financian las personas que ¨¦stas ya no pueden ayudarse a s¨ª mismas. Por ello no es extra?o que, a¨²n siendo notables contribuyentes, reclamen m¨¢s y m¨¢s ayudas, para comprar lechugas con label vasco, para culminar los embarazos o para interrumpirlos, para curar un c¨¢ncer o un resfriado. Y los pol¨ªticos, sensibles, idean nuevos modos de ayudar. Cada a?o inventan otras ayudas, que pagamos nosotros, y como nuestra econom¨ªa se vuelve m¨¢s escu¨¢lida hacen falta nuevas ayudas, en un c¨ªrculo vicioso que multiplica las ayudas y las ruedas de prensa en que alguien anuncia por qu¨¦ y a qui¨¦n las da.
Las clases medias son cada vez m¨¢s dependientes. El ahorro se ha convertido en un deporte masoquista. Porque hay que recordar que los ricos est¨¢n al margen del sistema fiscal y son los dem¨¢s, los ayudados, quienes financian la pir¨¢mide de ayudas a trav¨¦s de impuestos sobre el consumo o sobre rentas del trabajo. ?C¨®mo no van a reclamar nuevas ayudas, si financian tantas otras por decreto? Ayudamos a los que pescan las anchoas cuando salen a faenar y les ayudamos otra vez al comprarlas en el mercado. Ayudamos a asociaciones de belenistas, a grupos de coros y danzas, a ONGs castristas o antisionistas. Pagamos por ver cine americano, pero ayudamos al cine nacional con los impuestos. ?Qui¨¦n puede estar en contra de las ayudas? ?Qui¨¦n es tan miserable como para denunciar esta gigantesca ficci¨®n benefactora? Cada vez que hay una nueva ayuda los medios entrevistan a personas ayudadas. El comentario suele ser de este tenor: la ayuda no ha sido suficiente, ?pero algo es algo!
"Toda necesidad genera un derecho", dijeron los peronistas argentinos. Pero no dijeron exactamente de qui¨¦n era obligaci¨®n. Vaciaron las arcas del Estado y lograron llevarlo a la ruina. El que fuera uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo dispersa ahora a sus gentes, que emigran desesperadamente en busca de un futuro mejor. Pero nosotros hemos descubierto que no ya toda necesidad, sino todo deseo particular, todo inter¨¦s privado, todo capricho individual, genera un deber p¨²blico. Por eso la ciudadan¨ªa recibe tantas ayudas. Ya s¨®lo falta que empiece a sospechar qui¨¦n las est¨¢ pagando.
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