Grandes momentos, grandes decepciones
Las m¨¢s de ocho horas del Th¨¦?tre du Soleil sorprenden para bien, pero el minimalismo de Hoghe causa estupor
Los montajes siguen desfilando por el festival, altern¨¢ndose los grandes momentos de gracia con las decepciones que, no por temidas y esperadas, dejan de serlo. Entre los buenos momentos hay que citar Les eph¨¦meres, un espect¨¢culo de ocho horas y media -s¨ª, 8 horas, 30 minutos- que pasa volando gracias a la imaginaci¨®n t¨¦cnico-art¨ªstica del Th¨¦?tre du Soleil y su fundadora, Ariane Mnouchkine. Se trata de hacer desfilar una veintena de momentos de vida, instantes que todos hemos conocido, estilizados hasta destilar su esencia, detallistas hasta lograr que los personajes sean de verdad y no meros portadores de ideas. La emoci¨®n est¨¢ ah¨ª. "?De qu¨¦ servir¨ªa el teatro si cuando se re¨²nen actores y p¨²blico no hay una corriente de emoci¨®n, no hay un intercambio? El teatro no tiene nada que ganar buscando la abstracci¨®n", dice Mnouchkine.
Los polacos de Krzystof Warlikowski tambi¨¦n crean emoci¨®n. Su versi¨®n de Angels in America es un acierto potente. La simple transposici¨®n de este drama neoyorquino a una Polonia en la que la Iglesia es todopoderosa y en la que el Gobierno utiliza todas las armas para imponer un orden moral extraordinariamente conservador es m¨¢s que pertinente. La obra de Tony Kushner -¨¦l se presenta diciendo "soy jud¨ªo, marxista y homosexual"- desaf¨ªa todas las fobias de la Polonia de los hermanos gemelos.
Tambi¨¦n hay buen teatro en Mefisto for ever, una versi¨®n lib¨¦rrima de la novela Mefisto, de Klaus Mann, adaptada por Tom Lanoye y Guy Cassiers. Aqu¨ª la puesta en escena, el car¨¢cter transformador de la misma, es la propia substancia de la obra. Los textos de Shakespeare, Ch¨¦jov o Goethe sirven a diversos amos. El director, un trasunto de Gustav Gr¨¹ndgens, un artista que acept¨® poner su talento al servicio de Hitler, descubrir¨¢ que todo su saber, todo su control de los recursos t¨¦cnicos, no es suficiente para luchar contra la actualidad pol¨ªtica y que la primera concesi¨®n abre la puerta a una sucesi¨®n de renuncios.
La l¨®gica de puesta en escena de otros directores es id¨¦ntica a la que desplegaba el profesor Franz de Copenaghe para sus c¨¦lebres inventos del TBO, habitualmente un complicado y delicado mecanismo de poleas y engranajes que serv¨ªa, por ejemplo, para deshuesar aceitunas. Fr¨¦d¨¦rich Fisbach quiere demostrarnos que la poes¨ªa y el pensamiento de Ren¨¦ Char (1907-1988) siguen vivos y, para que eso sea evidente, sit¨²a a sus actores en una suerte de decorado de telerrealidad, con sus cub¨ªculos, sus espacios comunes y todo bajo la supervisi¨®n de los miles de ojos del p¨²blico. Mientras trinchan cebollas, se duchan, hacen gimnasia, se besan o se preparan para acudir a una fiesta, esos actores recitan los 237 poemas, aforismos o notas de los Feuillets d'Hypnos, escritos por Char durante sus a?os de resistente pol¨ªtico-militar a la invasi¨®n alemana. Y lo hacen con ayuda de micros y reverberaci¨®n. El resultado es que el texto de Char se hace a¨²n m¨¢s oscuro y el complicado dispositivo de Fiesbach no sirve ni para deshuesar aceitunas.
Y dejemos constancia por ¨²ltimo del estupor que genera la coreograf¨ªa minimalista perpetrada por Raimund Hoghe -antiguo colaborador de Pina Bausch- a partir de una sucesi¨®n de arias de Maria Callas. El espect¨¢culo se titula 36, Avenue Georges Mandel y, en la m¨¢s pura tradici¨®n de tant¨ªsimas performances, reclama que el espectador realice todo el trabajo de imaginaci¨®n que el creador se ha ahorrado o limitado a esbozar. Y la gran mayor¨ªa de espectadores ha protestado.
La imagen del artista
Durante un par de siglos, los actores de la Com¨¦die Fran?aise eran retratados, en solitario o en grupo, por pintores de talento confirmado. La fotograf¨ªa aparc¨® el caballete pero los actores siguieron siendo inmortalizados a trav¨¦s de una imagen fija. No s¨®lo se les rend¨ªa homenaje, sino que se quer¨ªa legar a la posteridad indicaciones sobre la evoluci¨®n del arte teatral.
Esa tradici¨®n se suspendi¨® a?os despu¨¦s de la II Guerra Mundial, cuando las estrellas tambi¨¦n dejaron de fotografiarse en el Studio Harcourt para preferir el papel satinado de los semanarios del coraz¨®n. Ahora, la Com¨¦die Fran?aise, bajo el impulso y el acuerdo del coleccionista Yvon Lambert, ha querido rescatarla. El fot¨®grafo americano Andr¨¦s Serrano ha recibido el encargo de retratar a los 42 actores de plantilla -los soci¨¦taires de la Com¨¦die- y el resultado de su trabajo, altamente pict¨®rico, cruel y cari?oso a la vez, se expone hasta el 30 de septiembre en una gran sala del museo que Lambert tiene en Avi?¨®n.
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