Dos mujeres
ME GUSTA ESTAR entre mujeres. Me gustan como jefas. Como amigas, compa?eras, amantes. Me gustan como gu¨ªa de perfecci¨®n, como camino de perdici¨®n. Me gustan hasta algunas monjas. Sobre todo las portuguesas, las de ?vila, las que no hacen negocios con la educaci¨®n, con la domesticaci¨®n del s¨ª de las ni?as. Y las que est¨¢n en el Tercer Mundo. Tambi¨¦n las de Almod¨®var. O las que conoci¨® Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Y es que con las mujeres me pasa que me gustan hasta las que no me deber¨ªan gustar. Incluso algunas con bigote, Frida Kalho, Patti Smith y otras varias amigas an¨®nimas. Tambi¨¦n me gustan las obreras, las cajeras, las encajeras, las taquilleras, las camareras, las troteras o danzaderas. De varios colores, tama?os, razas o religiones. Adem¨¢s de ateas, suaves o kamikazes. En fin, me gustan grandes. Y peque?as.
Me gustan las mujeres como gu¨ªa de perfecci¨®n, como camino de perdici¨®n. Me gustan hasta algunas monjas
Esta semana me han gustado -quiero decir que he podido ver, hablar y casi tocar- dos peque?as. Dos grandes peque?as. Muy distintas de m¨²sicas y de letras. Dos mujeres que seguiremos oyendo, atendiendo, cantando y contando. Una es del norte, se llama Bj?rk. Canta, baila y emociona. La otra se llama Carmen, es del sur. No canta ni baila, pero, como dec¨ªan de Lola Flores, no se la pierdan. Ha dejado de ser ministra, aunque seguiremos sus palabras o sus silencios (!) en el Congreso. ?Qu¨¦ dif¨ªcil mantener ese silencio sonriente que muchas veces tiene Bj?rk! Claro que la pobre no es ministra ni espa?ola.
La ex ministra Calvo se encontr¨® con el cicl¨®n del sur en una noche de verano madrile?a. Era un Dieciocho de Julio. Y en el parte, la ciudad estaba en calma. Los golpistas, en su lado oscuro de la historia. Los nost¨¢lgicos estaban dentro de sus covachas, por el calor. Y alguno aprovechaba el calor de la noche para cambiar de bando. El bando es el dinero. Da igual, hemos arrebatado una fecha, hemos mejorado un paisaje.
La ex ministra, como corresponde a su cultura, su generaci¨®n, su marcha y sus ganas de emociones, se encuentra bien entre gentes del rock. S¨ª, a Carmen Calvo, tan ubicua, tan lanzada, capaz de enfrentar muchos frentes nacionales, ca?¨ªs, de la mala memoria o de la mala leche, la deber¨ªamos recordar por sus hechos, por sus leyes, por sus fracasos o sus logros. Me niego a que lo hagamos por su estereotipo o por sus bodas salidas de las cloacas del periodismo, o lo que sea eso. Apenas la conozco, algunas cosas y algunas gentes de su antiguo ministerio me han parecido errores. Pero ella siempre crece en la cercan¨ªa y en la memoria. No es poco. Me gusta que la hayan llamado la ministra rockera. No s¨®lo se tienen que mostrar en sus palcos de la l¨ªrica. Una ministra/o se tiene que saber perder entre la multitud de un concierto. Por ejemplo, en uno de los mayores espect¨¢culos de la m¨²sica popular: Bj?rk.
La cantante islandesa, la peque?a sirena que vino del fr¨ªo, la fr¨¢gil mujercita que sali¨® de unas sagas del norte, lleg¨® a estas tierras del sur y mando parar. Y mand¨® bailar, cantar, gritar, compartir dos horas de gritos y susurros con una de las m¨¢s excesivas y hermosas voces de la m¨²sica contempor¨¢nea. No llega a un metro cincuenta, parece una mu?eca entre diab¨®lica y perversa, entre dulce y enrabietada. Se mueve sin parar por un escenario -acompa?ada por suaves valquirias que hacen sonar los vientos- que se llena de fuego, de furia y que, de repente, se convierte en un lugar lleno de calma.
Tuve la suerte de verla en uno de los escenarios m¨¢s privilegiados de las m¨²sicas del verano. En La Granja de San Ildefonso. Intentaremos volver a las noches de verano en La Granja. A esas noches que nos esperan para gozar con la elegancia de Chucho y Bebo Vald¨¦s. O para ver bailar a Corella. Excitante y plebeya felicidad de poder escuchar aquello que s¨®lo estaba pensado para los habitantes del jard¨ªn cerrado. Hemos tomado los jardines. Y los cuarteles, los monasterios y los palacios. Hemos conseguido que estos d¨ªas, tan cercanos al Dieciocho de Julio, los recordemos por otras m¨²sicas, otros ¨¢mbitos. ?Vivan las escuelas laicas!
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