Un colegio sin ex¨¢menes
Trabenco, que propone una educaci¨®n alternativa, es el ¨²nico centro que rechaza la prueba obligatoria de sexto de primaria
El Planeta Colorido es el m¨¢s cercano al Sol. Su esfera est¨¢ surcada por manchas verdes, azules y violetas. Ni se derrite ni se deforma por el calor. "Y no gira", explica Samuel, su descubridor. Este inventor de objetos celestes, que apenas levanta metro y medio del suelo, tiene seis a?os. Con un palo en una mano y la otra llena de tierra y pintura, participa del ajetreo del d¨ªa. El pasado mi¨¦rcoles la explanada del colegio Trabenco, en el municipio madrile?o de Legan¨¦s, era un ir y venir de ni?os con cartones, pinturas, globos y pegatinas... Les quedaban apenas horas para terminar un planetario que han construido entre los alumnos de los campamentos de verano como proyecto de la semana.
Los ni?os fabrican sus propios libros, con dibujos y fotograf¨ªas sobre la vida
Trabenco, con 191 alumnos de 3 a 12 a?os, es uno m¨¢s de los centros escolares que contin¨²an abiertos en julio para actividades extraescolares. Pero en muchos aspectos es ¨²nico. En este colegio, abierto hace 35 a?os, no se aprende con libros de texto fijos ni se somete a los estudiantes a ex¨¢menes. Los ni?os fabrican sus propios libros, tesis escritas a l¨¢piz, con dibujos y fotograf¨ªas sobre la vida, la antigua Roma, el cuerpo humano... o cualquier tema que sugieran los estudiantes. Es el ¨²nico centro, seg¨²n la Consejer¨ªa de Educaci¨®n, que no se present¨® al examen obligatorio que convoc¨® el pasado 29 de mayo la Comunidad de Madrid. Participaron los 56.000 alumnos de sexto de primaria de la regi¨®n. Su nombre oficial es Prueba de Destrezas y Conocimientos Indispensables. Educaci¨®n realiz¨® el examen para "conocer el nivel de los escolares madrile?os antes de empezar la secundaria". Tres de cada diez alumnos suspendieron.
En Trabenco le quitan importancia. "No nos sirve una prueba que s¨®lo se fija en los contenidos; aqu¨ª la evaluaci¨®n es continua y no queremos hacer un ranking", asegura la directora del centro, Amaia Urriz, que tambi¨¦n es madre de antiguos alumnos. Pero aclara r¨¢pido que los profesores no la rechazaron. La ley obliga. "Lo decidieron los padres", asegura. "Ning¨²n alumno de sexto acudi¨® ese d¨ªa a clase".
Todas las aulas de Trabenco tienen un espacio libre para celebrar asambleas. Cada lunes empiezan la semana con una para decidir entre todos los contenidos. Y el viernes cierran con otra en la que los escolares reflexionan sobre la marcha de los proyectos. "Ellos mismos se dan cuenta de si lo han hecho bien o mal, de qu¨¦ ha fallado; eso es importante", a?ade Urriz.
Las clases arrancan con media hora de lectura; cada alumno elige su libro. El s¨¢bado dos de junio trasladaron la lectura al parque del Retiro para protestar contra la Consejer¨ªa de Educaci¨®n. Sostienen que la Comunidad de Madrid pretend¨ªa cambiar a los profesores y eliminar la media hora de lectura de las ma?anas, seg¨²n explic¨® Jes¨²s Ram¨¦, padre y ex alumno. "No les gust¨® que rechaz¨¢ramos la prueba de sexto, pero ahora hemos vuelto a la negociaci¨®n y parece que en septiembre nos dejar¨¢n en paz". Un portavoz de la Consejer¨ªa de Educaci¨®n confirm¨® que el centro y Educaci¨®n est¨¢n en conversaciones "desde hace una semana", y destac¨® "la voluntad de ayudar y la buena sinton¨ªa" entre las partes. Pero "por el momento no se ha cerrado ning¨²n acuerdo", a?ade. Se ver¨¢ el curso que viene.
En verano las aulas permanecen cerradas y recogidas. Las sillas apiladas sobre los pupitres, los suelos barridos y despejados, los murales sin dibujos. Decenas de libros se apilan en las estanter¨ªas. Los llevan los padres, los profesores, los propios alumnos. Entre ellos, hay libros de texto de diferentes editoriales. "?Ves? No es que no tengamos libros de texto, es que no usamos s¨®lo libros de texto", a?ade Ram¨¦. La directora ense?a con especial orgullo los ejemplares fabricados por los alumnos, como uno sobre Roma que elaboraron el pasado curso los chicos de seis a?os. Se organizaron en grupos de tres para investigar c¨®mo viv¨ªan, qu¨¦ com¨ªan, cu¨¢les eran sus ropas. El resultado es un trabajo encuadernado con anillas de unas cincuenta p¨¢ginas. Incluye fotos de los participantes superpuestas sobre dibujos de t¨²nicas y botas con cordones. Cada ni?o se llevar¨¢ una copia a casa. El original se queda en el centro. "Les sirve de gu¨ªa de consulta para ahondar en el tema o para a?os posteriores", explica Urriz.
En julio, la actividad se traslada al patio. Las mesas, las sillas, los monitores y los ni?os que participan en los campamentos -a los que tambi¨¦n acuden alumnos de otros centros- se sit¨²an estrat¨¦gicamente en los lugares con sombra. Trabenco quiere dar sensaci¨®n de recreo. "Ellos tambi¨¦n necesitan descansar", explica la directora. Y se consigue.
Un grupo de alumnos y alumnas de 11 a?os colocan los cartones del planetario, con cartulinas ya coloreadas y plagadas de estrellas. Cuentan que no est¨¢n "exactamente" en clase. "Es una mezcla de cole y vacaciones, y est¨¢ guay", se?ala una. "No se trata s¨®lo de saber y saber; vamos, que no es aburrido", reflexiona otra.
A un lado del patio quedan a¨²n restos del proyecto arqueol¨®gico para estudiar a los ¨ªberos. Durante semanas, los chicos enterraron y desenterraron falsos vestigios para aprender de otras civilizaciones. En una esquina, casi escondido, el huerto, con berenjenas, cebollas, tomates y otras hortalizas. "Cuando las recogemos, vienen los padres y hacen una paella para todos", explica una estudiante.
La participaci¨®n y entrada de padres es otro de los pilares de Trabenco, donde las puertas nunca est¨¢n cerradas. Ellos colaboran en las excursiones, en las explicaciones diarias, en la elecci¨®n de temas y en la elaboraci¨®n de material. En la tarde del mi¨¦rcoles, los familiares ten¨ªan una cita con sus hijos para ver el planetario, un igl¨² de unos dos metros de alto fabricado sobre una estructura de cilindros cubierta con cartones coloreados. Faltan algunos retoques. Como pegar el pasillo de paredes negras que custodian algunos alumnos y que tiene forma de laberinto.
Casi es la hora de comer, y las monitoras del comedor pelan melocotones y manzanas para el postre y ponen los platos. La alimentaci¨®n es otro aspecto importante en Trabenco. "Aqu¨ª est¨¢ prohibido traer bollicaos", a?ade la directora. En la clase para ni?os de tres a?os, cada alumno lleva un d¨ªa la fruta para que desayunen todos. "Es una buena forma para que aprendan a comer bien, a calcular cantidades y a compartir", explica la directora.
Antes de sentarse a la mesa, surge una preocupaci¨®n. "?Qu¨¦ va a pasar con el planetario? ?d¨®nde lo vamos a poner?", preguntan los chicos. Un monitor teme que se estropee con la lluvia o que alguien entre a quemar los cartones. Uno de los ni?os se abraza a la rodilla de la directora, que zanja la cuesti¨®n: "Lo disfrutaremos hoy y luego ya veremos; lo importante es el trabajo que hemos hecho y lo que hemos aprendido".
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