Los europeos nos movemos
Hoy se inicia la Conferencia Intergubernamental (CIG) que, bajo presidencia portuguesa, har¨¢ posible que la Uni¨®n Europea reforme sus Tratados profunda y estructuralmente. La fecha preparada para que los jefes de Estado y de Gobierno aprueben definitivamente la reforma es el pr¨®ximo 18 de octubre.
Hemos estado esperando esto desde el frustrante y frustrado Tratado de Niza. Hemos atravesado a?os de par¨¢lisis, de confusi¨®n, de crisis europea. Despu¨¦s de tocar la gloria casi con los dedos -ten¨ªamos una Constituci¨®n para Europa-, nos sumergimos en el infierno de los noes de Francia y de Holanda, y de la actitud euroesc¨¦ptica del Reino Unido y de Polonia. Hoy salimos de ese t¨²nel, gracias en gran medida a la aportaci¨®n espa?ola, evitando lo que hubiera sido una terrible fractura, y, aunque no volvemos a la gloria, avanzamos hacia la Europa pol¨ªtica que los ciudadanos del continente desean.
Hay que recordar que nuestra Uni¨®n ya ha recorrido un camino de extraordinaria importancia, que, por ejemplo, a Espa?a, le ha permitido ser un pa¨ªs instalado en la modernidad: Espa?a forma parte de una zona con un mercado integrado poderoso, una moneda ¨²nica y una base democr¨¢tica de gran tradici¨®n cultural. Esta es, era, la Europa del siglo XX. Ahora estamos en un nuevo siglo y ante otro panorama: la globalizaci¨®n. Y la Europa de los 27 tiene que cambiar.
La reforma de los Tratados ?implica ese cambio? La forma de evaluar el avance es ver si nos servir¨¢n los nuevos instrumentos que tendr¨¢ la nueva Europa. Si nos servir¨¢n para responder a los verdaderos desaf¨ªos que la Uni¨®n tiene delante de s¨ª.
Pensamos que una Europa pol¨ªtica es la que puede resolver los siguientes tres grandes retos: el del crecimiento sostenible en la sociedad de la comunicaci¨®n y el conocimiento (la agenda de Lisboa); el de la seguridad frente al terrorismo global y la criminalidad internacional; y el de un mundo multipolar y desequilibrado, atravesado por conflictos complejos y por la profunda y ampl¨ªsima pobreza causante de una interminable inmigraci¨®n. Este dibujo, a grandes rasgos, explica la demanda de m¨¢s Europa que existe en el mundo. La cultura democr¨¢tica, el poder econ¨®mico, la conciencia ciudadana de Derechos Humanos que Europa representa son imprescindibles para operar en el planeta Tierra, ya definitivamente interconectado en red. Europa debe ser capaz de aportar esa Weltanschauung, esa cosmovisi¨®n.
Pero la Uni¨®n no tiene a¨²n mecanismos para ser un actor global. Y en este punto a todos se nos ocurre inmediatamente lo del "gigante econ¨®mico" y el "enano pol¨ªtico". No podemos ser a¨²n, es verdad, un gigante pol¨ªtico -como lo es EE UU o lo es, todav¨ªa, Rusia o China- pero s¨ª debemos ser un sujeto pol¨ªtico de tama?o "normal", para poder responder a lo que el siglo XXI nos pide. Esto es lo que pretendi¨® la Convenci¨®n que cre¨® el proyecto de Constituci¨®n, que, a su vez, es la base esencial de la reforma de los Tratados que hoy arranca.
Seguramente, esta reforma de los Tratados no es todo lo que los europe¨ªstas so?amos, en t¨¦rminos de s¨ªmbolo de una identidad europea. Sin embargo, s¨ª es un cambio de entidad hist¨®rica equivalente al que tuvo el Tratado de Maastricht. Lo es, porque se trata de una reforma equilibrada, que fortalece los pilares sobre los que hacer pol¨ªtica con la ambici¨®n de una potencia civil, como es la Uni¨®n. Ve¨¢moslo.
La reforma que aprobar¨¢ la CIG fortalece la estructura pol¨ªtica de los poderes de la Uni¨®n. Es lo que se pretende con un presidente estable de la Uni¨®n y un Alto Representante (un ministro de Asuntos Exteriores, sin llam¨¢rsele as¨ª) con la capacidad administrativa real para crear pol¨ªtica exterior, en su dimensi¨®n econ¨®mica y comercial tambi¨¦n. Es lo que se plantea, asimismo, con la consagraci¨®n de un Parlamento Europeo que ser¨¢ ya un colegislador pleno junto al Consejo de Ministros.
La reforma va a desatar el cors¨¦ de la unanimidad. En 87 materias de gran relevancia, ning¨²n Gobierno va a poder vetar una decisi¨®n. Vamos a tener pol¨ªticas comunes en los asuntos vitales de la energ¨ªa o la inmigraci¨®n, que merezcan tal nombre. Y aquellos gobiernos que lo deseen (un m¨ªnimo de nueve) van a poder avanzar m¨¢s mediante "cooperaciones reforzadas", en pol¨ªticas propiamente europeas. Ha sido el ¨²nico modo de evitar que la ampliaci¨®n a 27 se convirtiese en una "jaula" paralizante.
Europa va a poder construir una pol¨ªtica europea de protecci¨®n del medio ambiente y contra el cambio clim¨¢tico. Va a poder actuar eficazmente en materia de seguridad y de derecho civil o penal. Va a poder avanzar en pol¨ªtica exterior y de defensa, si bien en este tema habr¨¢ que abrir la puerta a las antes citadas "cooperaciones", no aceptando vetos injustificados. Va a poder hacerlo... si los gobiernos y los ciudadanos europeos lo quieren. No hay ya obst¨¢culos institucionales. Se ha terminado la era de los vetos insolidarios. Por el contrario, se inicia la ¨¦poca de la cl¨¢usula de solidaridad frente a ataques terroristas o cat¨¢strofes. Ha llegado la hora de la voluntad pol¨ªtica en positivo.
Los ciudadanos europeos no tendremos todav¨ªa una Constituci¨®n -y seguiremos trabajando para conseguirla-, pero s¨ª tendremos sus elementos b¨¢sicos: una Carta de Derechos vinculante jur¨ªdicamente, y unos poderes ejecutivo, legislativo y judicial independientes, con importantes competencias, suficientes para hacerse presentes en la escena internacional. Tendremos un derecho europeo por encima de las leyes nacionales.
Ser¨ªa un error no valorar y apoyar todo esto, con el pretexto de una insuficiente unidad pol¨ªtica. Porque es el avance imprescindible para profundizarla en el futuro.
Para las elecciones europeas de 2009 debe estar vigente esta que es, creemos, la m¨¢s importante reforma "constitucional" europea hecha hasta el momento, despu¨¦s de medio siglo de historia sin guerras en los Estados de la Uni¨®n. La reforma permitir¨¢ configurar un Gobierno europeo y una Democracia europea; un di¨¢logo pol¨ªtico supranacional.
A partir de ahora, los dirigentes de nuestros pa¨ªses van a tener en sus manos los poderes que han pedido para hacer m¨¢s pr¨®speros y solidarios a sus pueblos. Ser¨ªa el momento de exigirles que lo hagan.
Diego L. Garrido es portavoz del PSOE en el Congreso. Carlos Carnero es eurodiputado. Nicol¨¢s Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundaci¨®n Alternativas.
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