Arbitrismo de casino
Por si las dimisiones de Jaume Matas y Josep Piqu¨¦ -presidentes de las organizaciones del PP en Baleares y Catalu?a- no le hubiesen creado a Mariano Rajoy suficientes quebraderos de cabeza, el l¨ªder del Partido Popular se ha enredado en un confusionista soliloquio sobre la inminente incorporaci¨®n a su programa de una dr¨¢stica reforma de la Ley de R¨¦gimen Electoral. El inesperado abandono de estos dos dirigentes, punto de referencia del esp¨ªritu centrista y moderado dentro de un PP cada vez m¨¢s escorado hacia la derecha autoritaria, est¨¢ relacionado con los problemas de los populares para transformar sus esca?os en poder. El anuncio de dimisi¨®n realizado el 22 de junio por Matas sigui¨® al fracaso pocas semanas antes de la tentativa de revalidar su mandato como presidente auton¨®mico balear; la espantada de Piqu¨¦ el pasado jueves fue su respuesta a la oscura maniobra del secretario general del PP para cortocircuitar la autoridad del presidente regional en beneficio de un belicoso equipo encargado de preparar una campa?a de sal gruesa, tono borde y perfil radical para las pr¨®ximas legislativas.
Los comicios del 27 de mayo en Baleares, Navarra y Cantabria, as¨ª como en numerosas capitales, ciudades y pueblos, mostraron hasta qu¨¦ punto los planteamientos ideol¨®gicos y program¨¢ticos del PP est¨¢n trabando su capacidad de coalescencia con otros partidos cuando sus candidaturas s¨®lo logran obtener la mayor¨ªa simple -por desahogada que sea- para los ayuntamientos y los Parlamentos aut¨®nomos. Si el abandono de Matas reflej¨® su des¨¢nimo -qued¨® a un esca?o de la mayor¨ªa absoluta- ante ese exigente requerimiento electoral, la retirada de Piqu¨¦ fue una consecuencia obligada de la maquinaci¨®n de pasillos de ?ngel Acebes para privarle de la iniciativa y cortocircuitar sus decisiones con vistas a las generales.
Adem¨¢s de movilizar a sus aguerridas huestes frente al Armaged¨®n de las urnas, el presidente del PP ha iniciado una tempranera ofensiva para responsabilizar preventivamente a la actual ley electoral de su eventual fracaso en la lucha por conquistar la investidura presidencial. Durante el franquismo, Francisco Cerecedo utiliz¨® magistralmente el lenguaje es¨®pico para criticar a la dictadura mediante comparaciones entre f¨²tbol y pol¨ªtica; en una selecci¨®n de cr¨®nicas deportivas de finales de los sesenta publicada por la Asociaci¨®n de Periodistas Europeos con el t¨ªtulo El gol geopol¨ªtico, afirma que "el f¨²tbol es la lente de aumento de todos los desarreglos nacionales". Rajoy recurre tambi¨¦n a la met¨¢fora futbolera para criticar la ley electoral: el encuentro lo gana "quien mete m¨¢s goles y no quien lo decide luego en los despachos" (como hizo el PP en Canarias al aliarse con CC frente a la mayor¨ªa simple del PSOE). El paralelismo de Cuco Cerecedo hubiese sido probablemente bastante distinto: los perdedores siempre echan la culpa de su derrota al reglamento. La analog¨ªa de Rajoy es un traje a la medida del PP: dado que necesitamos la mayor¨ªa absoluta para poder gobernar con esta ley electoral, modifiquemos el texto para que nos baste la mayor¨ªa simple.
Resulta pat¨¦tico que un pol¨ªtico con larga experiencia parlamentaria, miembro durante ocho a?os del Gobierno de Aznar y orgulloso como un pavo real de su cultura jur¨ªdica, parlotee sobre la posible reforma de la ley electoral con la ignorancia de un lego en derecho y la osad¨ªa de un arbitrista de casino decimon¨®nico que deslumbra a sus compa?eros de tertulia con remedios para los males de la patria mientras golpea sobre el m¨¢rmol la ficha del seis doble. Habr¨¢ que esperar a que el tanque de pensamiento aznariano alumbre el rat¨®n anunciado para el oto?o. Pero ya es un mal s¨ªntoma que las novedades avanzadas por Rajoy metan a los sistemas mayoritario y proporcional en el mismo saco, olvidando adem¨¢s el mandato de la Constituci¨®n de aplicar criterios de representaci¨®n proporcional para el Congreso (art¨ªculo 68.3) y los Parlamentos aut¨®nomos (art¨ªculo 152). El prop¨®sito de expulsar de la C¨¢mara a los nacionalistas tropezar¨ªa con la proporcionalidad y con la constitucionalizaci¨®n de la provincia como circunscripci¨®n electoral. Y los suelos m¨ªnimos de votos para gobernar -m¨¢s el aumento de porcentajes para tener representaci¨®n- parecen un invento del TBO y de la calenturienta imaginaci¨®n del doctor Franz de Copenhague.
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