Springfield existe
Tiene 9.300 habitantes, una central nuclear y una tienda regentada por un paquistan¨ª. 34 localidades comparten nombre en EE UU, pero ¨¦sta es la m¨¢s parecida a la de los Simpson. All¨ª se present¨® el filme que llega hoy a Espa?a
En el Springfield de dibujos animados donde residen los Simpson todo es posible. All¨ª podr¨ªa vivir alguien como Eric, quien s¨®lo sale a la calle abrazado a una cabra de nombre Bongo. Tambi¨¦n podr¨ªa existir un personaje como Paul, que camina calle arriba y calle abajo apuntando con el dedo hacia el cielo durante horas sin que sus vecinos se inmuten. Y hasta podr¨ªa haber un nieto de republicanos valencianos y experto paellero como Edward Huse, entregado a la creaci¨®n de la Sinfon¨ªa de Springfield, una "idea enloquecida" inspirada en la Sinfon¨ªa de Portsmouth, un hito de la experimentaci¨®n musical de los a?os setenta que consisti¨® en hacer m¨²sica utilizando gente que no sab¨ªa tocar nada.
"No dir¨¦ que somos tan disfuncionales como los Simpson, pero m¨ªrame: me paseo con una cabra", dice un vecino
Pero ellos no son personajes de ficci¨®n como Homer Simpson. Son vecinos reales del Springfield del Estado norteamericano de Vermont, uno de los 34 Springfields que hay repartidos por la geograf¨ªa de EE UU, un pueblo de 9.300 habitantes donde el pasado s¨¢bado se celebr¨® el preestreno de Los Simpsons. La pel¨ªcula, que hoy llega a las pantallas espa?olas. Los privilegiados y peculiares habitantes de esta ciudad perdida entre monta?as fueron elegidos por votaci¨®n popular como anfitriones del estreno, en un concurso online en el que otros 13 Springfields de la geograf¨ªa estadounidense compitieron con v¨ªdeos caseros para conseguir el t¨ªtulo de hogar oficial de los Simpson.
Y tras ganar, demostraron con devoci¨®n su entrega total a Homer y familia: aparte de la sospechosa exhibici¨®n en la mayor¨ªa de los escaparates locales de los rostros de esta familia ¨²nica, el s¨¢bado se mont¨® la mayor fiesta callejera de la historia del pueblo, seg¨²n los ancianos del lugar. Adem¨¢s, el restaurante Springfield Royal recibi¨® a su clientela con un men¨² especial que inclu¨ªa bocadillo Bart y restos de comida de Lisa; la marca de helados Ben & Jerry, de Vermont, present¨® un nuevo sabor combinando cerveza y donuts, el men¨² favorito de Homer Simpson; la cervecer¨ªa Magic Hat estren¨® la nueva cerveza Springfield y en la inmobiliaria local un cartel advert¨ªa: "Si le encontramos hogar a los Simpsons, tambi¨¦n se lo podemos encontrar a usted".Los vecinos de Springfield fueron los primeros en poder juzgar el salto a la gran pantalla de esta familia disfuncional, que durante 20 a?os ha acompa?ado desde la televisi¨®n al p¨²blico estadounidense en la exploraci¨®n sat¨ªrica de su sociedad y su cultura. Y, seg¨²n las primeras reacciones, la pel¨ªcula es tan divertida, ¨¢cida y descastada como la serie. "Creo que es incluso m¨¢s atrevida", adelantaba Julie Salvatoriello, una veintea?era que consigui¨® una entrada en la rifa que organiz¨® la ciudad para que unos 800 vecinos pudieran ver la pel¨ªcula a lo largo del d¨ªa. "Hay un desnudo integral", advert¨ªa un adolescente entregado a los Simpson desde los tres a?os y que se tronchaba de risa al recordarlo. Y hasta ciudadanos como Leslie y Bob Messer, una pareja de jubilados que jam¨¢s hab¨ªan visto a Homer y Bart en acci¨®n porque pensaban que era una "familia de idiotas", salieron del cine proclamando amor eterno hacia los personajes amarillos. "El tema central es un desastre ecol¨®gico y hasta hay una crisis matrimonial", resum¨ªan. "Todo muy actual y muy realista pero con humor".
En el Springfield de Vermont hay iglesia, bar, bolera, colegio, una calle principal y un cine, el Springfield Theatre, una sala descascarillada de m¨¢s de setenta a?os situada en un edificio donde se alquilan habitaciones a 300 d¨®lares al mes. Nada m¨¢s lejos del glamour Hollywood.
Por eso los estudios Fox, productores del filme, le tuvieron que cambiar la pantalla, el sistema de sonido y hasta la moqueta, para que Springfield pudiera, por un d¨ªa, estar a la altura de un estreno mundial. "Es una sensaci¨®n muy rara salir de tus dibujos y entrar en un mundo paralelo llamado Springfield donde hay desde una central nuclear hasta un deli regentado por un paquistan¨ª", comentaba el dibujante Matt Groening, quien desfil¨® por una alfombra tan amarilla como sus personajes entre los v¨ªtores de las cerca de 4.000 personas que se juntaron en la plaza del pueblo para recibirle. Acompa?ado de su productor -el multipremiado y poderoso Jim Brooks-, del director del filme -David Silverman- y de otros popes vinculados a la serie, pero sin la presencia de ning¨²n famoso de revista -"Est¨¢n todos enfadados por las versiones animadas que hacemos de ellos", se excusaba Groening-, el dibujante expres¨® su deseo de que el parecido entre los estadounidenses y los Simpson no aumente con el paso del tiempo. "Ser¨ªa muy triste", dijo antes de perderse entre las butacas del Springfield Theatre.
Ser el hogar de esta familia tan friki podr¨ªa parecer m¨¢s una tragedia que un honor, pero que tire la primera piedra cualquier pueblo o ciudad media estadounidense que no guarde un esqueleto en el armario del tama?o de los del Springfield animado. Como dice Groening, "Springfield est¨¢ en todas partes, por eso todos podemos identificarnos con sus habitantes". No hay planes de situar a los Simpson en Vermont en las pr¨®ximas temporadas de la serie, la m¨¢s longeva de la televisi¨®n estadounidense, "aunque haremos bromas", anuncia Groening. Pero los habitantes de un pueblo que lleva a?os sufriendo la crisis que provoc¨® el cierre de las f¨¢bricas de armamento que alimentaban su econom¨ªa local planean explotar tur¨ªsticamente su nuevo estatus.
"No te voy a decir que aqu¨ª seamos tan disfuncionales como Homer Simpson y familia, pero m¨ªrame: yo me paseo con una cabra como si fuera un perro. ?Es eso disfuncional? No s¨¦, pero ?qu¨¦ m¨¢s da? Estamos orgullosos de ser el hogar de los Simpson. Desgraciadamente, es lo m¨¢s importante que le ha pasado a este pueblo en muchos a?os as¨ª que ahora le tendremos que sacar provecho", reflexionaba Eric el s¨¢bado. Le acompa?aba su cabra Bongo, con su barba animal te?ida de azul, "en honor al pelo de Marge Simpson. Aqu¨ª todos somos adictos a Los Simpson y hoy es un d¨ªa especial".
El v¨ªdeo de la diferencia
Vermont es un Estado exc¨¦ntrico, diferente al resto de Estados Unidos. Apenas tiene 600.000 habitantes, pero probablemente haya m¨¢s gente de izquierdas por metro cuadrado que en ning¨²n otro Estado rural del pa¨ªs. All¨ª hay leyes que proh¨ªben los carteles publicitarios para no "contaminar visualmente" el paisaje, es legal pasearse desnudo por las calles de muchas de sus ciudades, las parejas gays de hecho est¨¢n reconocidas desde hace casi diez a?os, fumar porros no est¨¢ mal visto y los Starbucks y McDonald's no abundan (aunque en Springfield haya un McDonald's). Adem¨¢s, hay un fuerte movimiento secesionista apoyado por gran parte de su poblaci¨®n y su senador Bernie Sanders es el ¨²nico pol¨ªtico nacional vinculado al partido socialista.Quiz¨¢s por eso, el v¨ªdeo que Springfield envi¨® al concurso tambi¨¦n era completamente diferente al que enviaron sus rivales. Todos optaron por hacer presentaciones c¨®micas ofreciendo razones que conectaban sus pueblos al de Homer Simpson pero en Vermont, bajo la codirecci¨®n de un joven de 17 a?os llamado Alex Campos (en la imagen), bisnieto de santanderinos, decidieron filmar un cap¨ªtulo de Los Simpson con personajes reales. El elegido como Homer fue Tim Kavanagh, una estrella local de la televisi¨®n que persigue un donuts gigante por todo el pueblo levantando las iras de la poblaci¨®n. "Quer¨ªamos divertirnos y entretener, supongo que por eso nos votaron", afirma Campos. Lo m¨¢s sorprendente es que Fox pas¨® por alto Vermont cuando invit¨® a los diferentes Springfields a participar en el concurso. Patty Chaffee, responsable de la C¨¢mara de Comercio local, protest¨® y consigui¨® que su pueblo entrara en el concurso. Ahora se ha convertido en la hero¨ªna local.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.