Alabemos a los ciudadanos enfadados
Alabemos a los ciudadanos que se enfadan por los motivos correctos, con las personas indicadas, de la manera apropiada y en el momento exacto. Lo dice Arist¨®teles, as¨ª que alabemos a los barceloneses, sometidos no s¨®lo a un apag¨®n el¨¦ctrico sino tambi¨¦n a un vergonzoso diluvio de declaraciones, intencionadamente confusas o aprovechadas, de responsables empresariales y pol¨ªticos aparentemente m¨¢s interesados en escurrir el bulto, empujar al adversario y, si es posible, llenarse el bolsillo de paso, que en dar satisfacci¨®n a sus preguntas y exigencias. En estos lamentables d¨ªas, los ¨²nicos que est¨¢n manteniendo la seriedad son los vecinos de la ciudad, que han dado ejemplo de dignidad, solidaridad y paciencia.
El apag¨®n de Barcelona es un aut¨¦ntico esc¨¢ndalo no porque se haya producido un accidente y un cable de una compa?¨ªa el¨¦ctrica haya ca¨ªdo sobre una subestaci¨®n de otra, sino porque ese accidente ha puesto de manifiesto una incre¨ªble falta de lo que los expertos llaman "madurez organizativa" de las empresas responsables y de "calidad institucional" de los mecanismos p¨²blicos ideados para vigilar, precisamente, las prestaciones de esas empresas.
Lo incre¨ªble de esta historia no es que se haya producido un apag¨®n, sino que las empresas responsables del suministro el¨¦ctrico de una ciudad como Barcelona hayan sido incapaces de solucionar el problema en menos de tres d¨ªas y, peor a¨²n, que al cabo de esos tres d¨ªas la ciudad se siga abasteciendo, en parte, con 134 generadores (como un territorio en guerra) y que se anuncie una "situaci¨®n precaria" para nada menos que los pr¨®ximos cuatro meses.
La desfachatez con la que Red El¨¦ctrica, presidida por Luis Atienza, y Endesa, presidida por Manuel Pizarro, se echan mutuamente la culpa, no deber¨ªa despistar a los ciudadanos de lo fundamental: todos los usuarios, en Catalu?a y en toda Espa?a, pagamos una tarifa que recoge todos los costes necesarios para garantizar el suministro el¨¦ctrico ininterrumpido. Es decir, pagamos a las empresas una cantidad espec¨ªfica, distinta del puro consumo, para que mantengan y modernicen las redes de distribuci¨®n. Por pagar, les pagamos, incluso, los costes financieros de esas operaciones.
No se trata de que el Estado haya invertido m¨¢s o menos en Catalu?a, aunque seguramente los catalanes tienen raz¨®n y, en los ¨²ltimos diez a?os (que no antes) s¨ª existe un d¨¦ficit de inversi¨®n estatal. De lo que se trata aqu¨ª es de la inversi¨®n que deb¨ªan haber hecho empresas concretas, con responsables concretos, que nos cobran a los ciudadanos, a todos, catalanes y no catalanes, unas tarifas determinadas, mes a mes, a cambio de unos servicios. La realidad es que tanto Endesa como Red El¨¦ctrica tienen ingresos m¨¢s que suficientes para haber hecho frente a sus obligaciones y que si el apag¨®n de Barcelona es consecuencia de un d¨¦ficit de inversi¨®n ser¨¢ culpa de unos directivos empresariales imprudentes y descuidados, que deber¨ªan responder, tambi¨¦n, ante sus accionistas.
En lo que s¨ª existe culpa de la Generalitat y del Gobierno de la naci¨®n, y muy grande, es en no haber vigilado que esas empresas cumplieran con sus obligaciones. ?C¨®mo es posible que Atienza diga ahora que "habr¨¢ que estudiar si hay que duplicar las redes". ?Por qu¨¦ no lo estudi¨® antes? ?C¨®mo es posible que Endesa asegure que est¨¢ ideando ahora un sistema para suplir la subestaci¨®n averiada? ?Acaso no ten¨ªa ya un protocolo para aplicar en ese caso? Y si es as¨ª, ?para qu¨¦ sirven los servicios de control y vigilancia de la Generalitat? Y si las empresas no hab¨ªan hecho las inversiones necesarias, ?para qu¨¦ sirve la Secretar¨ªa General de Energ¨ªa? ?Y la Comisi¨®n Nacional de Energ¨ªa? Es curioso que a la hora de reprochar a la Administraci¨®n central una pretendida falta de voluntad pol¨ªtica, Esquerra Republicana se haya visto obligada a dar cuenta de la eventual inquina de cuatro catalanes: el ex ministro Jos¨¦ Montilla, el actual titular de Industria, Joan Clos, el secretario general de Energ¨ªa, Ignasi Nieto, y la presidenta de la CNE, Maite Costa. Dif¨ªcil creer que tuvieran la voluntad de perjudicar expresamente a Catalu?a. A la hora de la verdad, el problema no es que en Barcelona vivan catalanes. El problema es que son ciudadanos y consumidores y que ellos, como los usuarios del resto del pa¨ªs, est¨¢n muy poco defendidos en Espa?a. solg@elpais.es
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