"Hay que dar a conocer al mundo la grandeza del Prado"

Pl¨¢cido Arango (Tampico, M¨¦xico, 1931) es desde muy joven un gran amante del arte. Primero, los figurativos mexicanos, y despu¨¦s, los artistas que le han ido interesando. Desde ayer, como presidente del Patronato del Museo del Prado, tiene sobre sus hombros la responsabilidad de la primera pinacoteca de arte antiguo del mundo. Aunque ¨¦l diga que es un simple vocal encargado de transmitir las ideas del patronato, lo cierto es que su papel es decisivo para el gobierno del museo.

Ayer por la ma?ana fue elegido por unanimidad en el pleno extraordinario celebrado en el museo y despu¨¦s recorri¨® detenidamente las obras de ampliaci¨®n del mismo con la pena de sustituir al que fue su gran amigo y anterior presidente, Rodrigo Ur¨ªa, fallecido la pasada semana. Por la tarde, antes de reanudar su descanso en Mallorca, habl¨® de su nuevo cargo.

"No puedo hablar todav¨ªa de asuntos internos porque antes tengo que enterarme a fondo. Pienso meter en la maleta los estatutos del museo para conocerlos a fondo", responde cuando se le pregunta si es partidario de un patronato con un fuerte peso de especialistas frente a los pol¨ªticos. "S¨¦ que voy a ser un enlace entre los patronos y los responsables de la gesti¨®n".

Pregunta. Esta ma?ana ha hablado usted de conseguir m¨¢s proyecci¨®n internacional para el museo.

Respuesta. Con el actual director [Miguel Zugaza], con el que tengo una relaci¨®n magn¨ªfica, se ha conseguido esa proyecci¨®n, pero creo que un museo de la importancia de ¨¦ste debe estar permanentemente en los medios internacionales, es importante dar a conocer al mundo la grandeza del Prado.

P. Su aproximaci¨®n m¨¢s conocida al Prado fue la restauraci¨®n de Las meninas, en 1989, por el equipo del Metropolitan de Nueva York.

R. Era y sigo siendo vocal del Patronato del Metropolitan y por eso facilit¨¦ la venida del profesor Breadley para la limpieza y restauraci¨®n de Las meninas. Ayud¨¦ econ¨®micamente, pero el m¨¦rito fue del entonces director, Alfonso P¨¦rez S¨¢nchez.

P. ?Qu¨¦ opina de la ampliaci¨®n del museo?

R. Me gusta la obra en general. Se ha conseguido un desahogo que era muy necesario para el museo. Y si tengo que se?alar algo especial, me gusta mucho c¨®mo se ha resuelto la comunicaci¨®n entre la parte antigua y la nueva del museo. La reconstrucci¨®n del claustro me parece espectacular.

P. Rodrigo Ur¨ªa no pudo convencer a Rouco para que Moneo unificara las obras del museo y los Jer¨®nimos.

R. No tengo ninguna conexi¨®n con el cardenal, pero lo mismo se puede dialogar con el p¨¢rroco...

P. Usted es coleccionista desde joven. ?Se acuerda de cu¨¢l fue la primera obra que compr¨®?

R. Un cuadro figurativo. Ya no lo tengo y por eso no dir¨¦ el nombre del pintor, pero a trav¨¦s de ¨¦l me introduje en el mundo de los creadores mexicanos.

P. ?Sigue comprando?

R. S¨ª. Pero cada vez con m¨¢s y m¨¢s cuidado.

P. ?Qu¨¦ comprar¨ªa para la colecci¨®n permanente del museo?

R. No lo s¨¦. La colecci¨®n tiene lagunas en bodegones. La compra de la colecci¨®n Naseiro ha suavizado ausencias, pero a¨²n faltan obras importantes.

P. Parece que es partidario de comprar.

R. No siempre. Creo que hay que buscar y saber ver la oportunidad. Cuando el museo adquiri¨® El barbero del Papa, de Vel¨¢zquez, parec¨ªa una operaci¨®n disparatada, pero fue una oportunidad ¨²nica. La compra de la colecci¨®n Naseiro fue tambi¨¦n magn¨ªfica.

P. ?Y prestar? ?Presta usted sus obras y es partidario de que lo haga el museo?

R. El museo lo decidir¨¢ el patronato en cada ocasi¨®n. Con mis obras s¨ª suelo prestar, y no de manera an¨®nima. Lo mismo que pongo nombres a mis hijos, cuando dejo un cuadro, quiero que figure que es de mi colecci¨®n.