Homeros
Una incapacidad cong¨¦nita para apreciar los dibujos animados me ha privado de ese placer que todos ustedes conocen: los Simpson. Tampoco ver¨¦ el largometraje que se estren¨® ayer en cine, pero no importa, porque Antena 3 nos ha dado a los irredentos una oportunidad. M¨¢s de dos horas en la madrugada del viernes dedicadas a la serie, que Forges, distinguido en el coro de encomiastas entrevistados, llam¨® una de las mejores de la historia de la televisi¨®n. Para m¨ª lo que dice Forges va a misa, as¨ª que me tragu¨¦ los tres cap¨ªtulos favoritos de los telespectadores espa?oles que Antena 3 program¨® entre elogio y elogio. Mi juicio es salom¨®nico: seguir¨¦ sin engancharme a los vitri¨®licos personajes de piel amarilla y ojos desorbitados, pero me rindo a la evidencia de su original mundo pintado, de su burla familiar (ese padre Homer que dice no saber cu¨¢ntos hijos procre¨®, esa madre Marge de pelo azul f¨¢lico), de sus mordaces impertinencias contra el poder y la gloria. Juan Diego, otro de los admiradores, lo dijo a las bravas: "A los Simpson yo los detendr¨ªa a todos".
Sigue en Tele 5 (Nadie es perfecto) la contienda de listos y guapos, y a ratos es Jes¨²s V¨¢zquez, su avezado conductor, quien parece pas¨¢rselo mejor. En la ¨²ltima entrega, el guapazo mulato brasile?o tuvo que identificar el lienzo de Vel¨¢zquez Las lanzas y dijo que era un cuadro de la Primera Guerra Mundial. Sufri¨® el suave castigo de la ducha a la que todos los concursantes se someten, pero tanto ¨¦l como la guapa que no supo reconocer el Guernica hicieron bajo el agua una ¨¦pica del propio cuerpo, pidiendo perd¨®n con su abultado strip-tease por su escasez en las bellas artes.
La Sexta/Noticias nos mostr¨® ayer c¨®mo viv¨ªan los terroristas de ETA detenidos en Rodez, la ciudad donde Artaud, recluido en su manicomio casi hasta el fin, escribi¨® cartas y cuadernos de estremecedora lucidez mientras flirteaba con Madame Muerte. El propio jefe de log¨ªstica de la c¨²pula etarra alquil¨® el piso de Rodez a un gendarme, que sospech¨® de los inquilinos y les denunci¨®. ?stos, ni ¨¦picos ni listos.
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