La transici¨®n invisible
El r¨¦gimen cubano se enfrenta a una realidad social que exige cambios pol¨ªticos y econ¨®micos
?Algo se mueve en Cuba? En apariencia, poco. En el ¨²ltimo a?o, desde que Fidel Castro cedi¨® sus poderes, no ha habido reformas ni cambios visibles en la isla. Lo ¨²nico evidente es que la Revoluci¨®n ha sobrellevado sin caos la ausencia de Fidel, pero tambi¨¦n que su sistema de gobierno unipersonal ha empezado a transformarse: ahora, las funciones de mando est¨¢n m¨¢s repartidas y Ra¨²l, como presidente interino, impulsa un retorno a la institucionalidad, con el Partido Comunista al frente, para preparar la etapa pos-Fidel.
Las nuevas generaciones s¨®lo han conocido los rigores y el deterioro de la Revoluci¨®n
Las habituales quejas de la gente han dado paso a cr¨ªticas integrales contra el modelo
Pese a la apariencia de inmovilismo, el Gobierno ha realizado algunos reajustes
En este nuevo momento, marcado por el retiro de la dirigencia hist¨®rica y el dilema esencial de qu¨¦ reformas hacer para que la Revoluci¨®n sobreviva a sus fundadores, la palabra transici¨®n es tab¨². Tampoco se habla de sucesi¨®n. En la Cuba oficial, el t¨¦rmino elegido para nombrar lo que est¨¢ ocurriendo es "continuidad". Sin embargo, por encima de los deseos, cada vez hay m¨¢s indicios de que en la isla ha empezado una transici¨®n invisible y que su motor no es otro que las necesidades y expectativas de una sociedad que ha cambiado.
"Poco se parece la Cuba de hoy a la de antes de la crisis del Periodo Especial", constata Rafael Hern¨¢ndez, miembro del Partido Comunista y director de la revista Temas, uno de los raros espacios de debate cr¨ªtico en la isla. Para este intelectual, "hablar de transici¨®n en Cuba tiene la desgracia de que es un t¨¦rmino empleado por Estados Unidos y aquellos que tratan de provocar cambios desde el exterior"; dicho esto, si la sociedad ha cambiado profundamente, "es obvio que el socialismo cubano debe transformarse tambi¨¦n", asegura.
El 70% de los 11 millones de cubanos naci¨® despu¨¦s de 1959, y tres millones de habitantes tienen menos de 20 a?os, es decir, s¨®lo han conocido los rigores y el deterioro de los valores de la Revoluci¨®n. La generaci¨®n hist¨®rica desaparece. Y sus hijos y nietos, que no conocieron los hitos rom¨¢nticos de la Revoluci¨®n, viven una realidad que nada tiene que ver con la de la Cuba de los sesenta, los setenta o los ochenta. Sus sue?os y aspiraciones son muy diferentes de los de aquellos que pelearon en la Sierra Maestra.
Las contradicciones de la sociedad cubana son evidentes. Quebrado el igualitarismo por las crisis y las reformas de los noventa, la dolarizaci¨®n y la dualidad monetaria han dividido a los cubanos: los que dependen del Estado y ganan sueldo en pesos, la mayor¨ªa, dif¨ªcilmente llegan a fin de mes; y la minor¨ªa que se mueve en el ¨¢rea d¨®lar disfruta de una Cuba muy diferente. Con las propinas, un empleado en un hotel de La Habana puede ganar 20 veces m¨¢s que un m¨¦dico. Pero la inversi¨®n de la pir¨¢mide social es s¨®lo una parte del problema. "El Estado ya no puede garantizar a los ciudadanos un nivel de vida decoroso, y tampoco permite que la gente se busque la vida por sus medios", explica un economista que trabaja en la Universidad de La Habana. Pone un ejemplo: "El trabajo por cuenta propia, autorizado en 1993, lleg¨® a ser ejercido legalmente por 200.000 personas (en 1995); hoy, las licencias concedidas superan apenas las 100.000".
La alimentaci¨®n en Cuba es un problema, pero m¨¢s del 25% de las tierras del Estado est¨¢ sin cultivar. El Gobierno admite que el camino para "garantizar la irreversibilidad de la Revoluci¨®n" es producir y mejorar la vida de la gente, pero niega a las ineficientes empresas del Estado capacidad de autogesti¨®n y estimular adecuadamente a los trabajadores.
"La realidad se impone; es la sociedad la que est¨¢ pidiendo a gritos transformaciones", asegura Orlando M¨¢rquez, director de la revista cat¨®lica Palabra Nueva. Por primera vez, el a?o pasado la poblaci¨®n cubana decreci¨®. A juicio de los soci¨®logos, uno de los factores es que las mujeres j¨®venes no quieren tener hijos debido a las dificultades econ¨®micas; y por la misma causa, decenas de miles de personas abandonan la isla cada a?o (s¨®lo a Estados Unidos, de forma legal, marchan anualmente 20.000).
Los campesinos privados, que con el 30% de las tierras producen el 60% de los alimentos, no quieren entregar sus mercanc¨ªas al Estado si no les pagan m¨¢s. Una espont¨¢nea protesta de intelectuales a comienzos de a?o puso de manifiesto que heridas del pasado siguen abiertas y que se necesitan espacios de debate cr¨ªtico.
Despu¨¦s de d¨¦cadas de persecuci¨®n, la lucha gay por el respeto de sus derechos es encabezada por Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educaci¨®n Sexual e hija de Ra¨²l Castro, que promueve la aprobaci¨®n de una ley en el Parlamento que permitir¨ªa las uniones entre parejas del mismo sexo y el reconocimiento del derecho de adopci¨®n.
Una de las cosas que m¨¢s han cambiado en los ¨²ltimos tiempos es la forma de hablar de la gente. Las habituales quejas sobre la falta de poder adquisitivo de los salarios, los elevados precios de los alimentos o la desgracia del transporte y la vivienda han dado paso a cr¨ªticas integrales: lo que no funciona e impide el desarrollo econ¨®mico es el modelo tal y como est¨¢ concebido hoy, y eso no se resuelve con medidas parche.
En medios acad¨¦micos ha surgido un intenso debate sobre la necesidad de "repensar" el socialismo cubano y la urgencia de introducir reformas econ¨®micas y abrir mayores espacios de participaci¨®n pol¨ªtica. Desde posiciones socialistas, muchos han se?alado que el momento es crucial y que postergar los cambios hipotecar¨ªa el futuro de la Revoluci¨®n y las conquistas alcanzadas. En estos ambientes -y tambi¨¦n en la calle- se escuch¨® con atenci¨®n el discurso pronunciado por Ra¨²l Castro el pasado 26 de julio, en el 54? aniversario del asalto al cuartel Moncada.
El jefe del Ej¨¦rcito dijo que era necesario "transformar concepciones y m¨¦todos que fueron los apropiados en su momento, pero han sido superados por la vida", reclam¨® un enfoque integral para resolver los problemas econ¨®micos y anunci¨® "cambios estructurales y de concepto" en la agricultura, que incluir¨¢n nuevas f¨®rmulas de gesti¨®n productiva y de estimulaci¨®n salarial. Habl¨® de acometer los cambios sin improvisar, de hacerlos sin levantar expectativas y haciendo notar los resultados. Para muchos, lo importante de este discurso de intenciones fue que por primera vez se admite que el problema es estructural y que la ¨²nica forma de desarrollar el pa¨ªs es superar los l¨ªmites que impone el propio modelo socialista.
En apariencia, este a?o sin Fidel ha sido de inmovilismo. El Gobierno ha adoptado algunas medidas pr¨¢cticas como revaluar y ajustar las inversiones de las desmesuradas obras de la "Batalla de Ideas"; pagar las deudas estatales acumuladas con los campesinos privados, ascendientes a decenas de millones de d¨®lares; elevar hasta en un 250% los precios "de acopio" que pagaba el Estado a los productores privados de leche y carne; o flexibilizar la pol¨ªtica aduanera para importar art¨ªculos electrodom¨¦sticos, DVD y computadoras por quienes regresan de un viaje.
Medidas insuficientes y casi invisibles, pero que en Cuba tienen dimensi¨®n pol¨ªtica, pues revierten decisiones que tambi¨¦n eran pol¨ªticas. Hace algunos meses, por iniciativa de Ra¨²l, el Partido Comunista pidi¨® que empresas y autoridades locales hicieran un diagn¨®stico de los problemas principales y de las medidas econ¨®micas que podr¨ªan adoptarse, sin invertir, para aumentar la productividad y la eficiencia. La orientaci¨®n fue presentar cualquier propuesta, hasta las m¨¢s "audaces".
Los resultados arrojaron que el problema que m¨¢s constri?e la econom¨ªa es la hipercentralizaci¨®n, que ha hecho a las empresas perder m¨¢rgenes de autonom¨ªa. Dirigentes de f¨¢bricas, hoteles, compa?¨ªas de transporte y otros sectores fueron consultados, y el reclamo fue un¨¢nime: descentralizar, vincular el salario con los resultados del trabajo, cooperativizar servicios como la gastronom¨ªa. Tambi¨¦n, la necesidad de revisar los l¨ªmites de la propiedad estatal.
?Cu¨¢l es la l¨ªnea roja? ?Hasta d¨®nde est¨¢ dispuesto o puede llegar Ra¨²l Castro en la actual coyuntura? Despu¨¦s de tanto tiempo del mismo modelo de socialismo, mucha gente es esc¨¦ptica y dice que lo que haga Ra¨²l es s¨®lo para ganar tiempo. Otros aseguran que no, que a sus 76 a?os, el hermano de Fidel es consciente de que su papel es iniciar y tutelar unos cambios que son vitales para la subsistencia de la revoluci¨®n y preparar una nueva etapa que no llevar¨¢ el apellido Castro. Como en los noventa, el momento es clave. Se decide el futuro. Jos¨¦ Mart¨ª, h¨¦roe nacional y el pr¨®cer m¨¢s citado en Cuba, dijo: "En la pol¨ªtica, lo real es lo que no se ve". Es una realidad que en la sociedad cubana, la transici¨®n comenz¨® hace tiempo.
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