Seducci¨®n y firmeza
"La legislaci¨®n polaca en los ¨¢mbitos que corresponden al orden moral que rigen la vida social, la dignidad de la familia, el matrimonio y la educaci¨®n, as¨ª como la protecci¨®n de la vida, no podr¨¢n en ning¨²n caso ser limitados por disposiciones internacionales". As¨ª lo proclamaba solemnemente el 11 de abril de 2003 la Dieta (Parlamento) de Polonia con el apoyo de los que hoy son oposici¨®n. Los d¨ªas 7 y 8 de junio de ese a?o se iba a celebrar el refer¨¦ndum de adhesi¨®n de Polonia a la Uni¨®n Europea. Y un tal Roman Giertych estaba organizando con eficacia el frente del no levantando serios temores morales en la poblaci¨®n a los que hab¨ªa que dar respuesta. El discurso radicalmente ultramontano de su cat¨®lica Liga de las Familias, apoyado expresa o t¨¢citamente por una parte del clero y de la jerarqu¨ªa pon¨ªa seriamente en peligro el proceso de adhesi¨®n.
Hay que defender las libertades de los ciudadanos polacos, que tambi¨¦n lo son europeos
Hoy la situaci¨®n es parad¨®jica. Roman Giertych es vicepresidente del Gobierno y ministro de Educaci¨®n, en justo precio al apoyo que presta su partido al mayoritario Ley y Justicia de los gemelos Kaczynski. Un Gobierno que exigi¨® en el ¨²ltimo Consejo Europeo la aprobaci¨®n de una Declaraci¨®n "protectora" en t¨¦rminos pr¨¢cticamente id¨¦nticos a los de esa votaci¨®n del 2003, y que si pudiera evitar¨ªa la aplicaci¨®n de la Carta de Derechos fundamentales por los mismos motivos. Mientras, seg¨²n el Eurobar¨®metro, los polacos est¨¢n entre los m¨¢s entusiastas defensores del europe¨ªsmo, por delante de sus vecinos y a enorme distancia de las poblaciones de los Estados fundadores de la Uni¨®n.
Hay que reconocer que entre este Giertych y su padre, el eurodiputado Maciej Giertych, acumulan juntos los derechos de autor de la mayor¨ªa de los temas que han convertido a Polonia y su Gobierno en motivo de conversaci¨®n en millones de hogares en el ¨²ltimo a?o: amenazas de despido a los profesores gays; reivindicaci¨®n del noble papel de Franco en la defensa de la Europa cristiana; cuarentena a los Teletubbies por apolog¨ªa homosexual; escritos antisemitas; ataques a la poblaci¨®n gitana; proclamas contra el acceso de la mujer al trabajo; equiparaci¨®n de Merkel con Hitler, etc¨¦tera. En consecuencia, cabr¨ªa pensar que en realidad buena parte del ruido y de la alarma que despierta son anecd¨®ticos o pasajeros. Si todo procede de una misma fuente, bien puede apagarse en cuanto haya unas nuevas elecciones. Y en cierto modo es as¨ª. A mi modo de ver, estas actitudes requieren atenci¨®n y seria condena. Pero no son problemas estructurales de la Polonia de hoy.
Mucho m¨¢s grave resultan las actitudes de fondo, y la consecuente acci¨®n de Gobierno, de los hermanos Kaczynski y de su partido. M¨¢s grave porque, como me dec¨ªa un prestigioso eurodiputado polaco y buen amigo, si logran permanecer en el poder durante un tiempo suficientemente largo, pueden llevar a algo as¨ª como la "putinizaci¨®n" de Polonia. Un Estado aparentemente democr¨¢tico, en el que se salvan las apariencias, pero llevado de una deriva autoritaria que nada tiene que ver con las democracias libres que queremos como socios. Algo de lo que Polonia y sus vecinos tienen experiencia, en esa tradici¨®n de gobierno de coroneles de los a?os treinta encubierta de formas parlamentarias.
?Y cu¨¢l ha de ser la actitud de Europa? La respuesta, si la hay, no es sencilla. Las cosas no son en blanco y negro, los buenos y dem¨®cratas a un lado, los malos y autoritarios del otro. No es as¨ª. Por ejemplo, porque estos mismos Kaczynski encabezan hoy el Gobierno menos corrupto que ha tenido nunca ese pa¨ªs. Hoy por hoy, los millones de euros que la Uni¨®n Europea vierte sobre el campo y las infraestructuras polacas tienen unas garant¨ªas de buena gesti¨®n, o cuando menos de gesti¨®n honrada, que no est¨¢ claro que nadie m¨¢s pueda ofrecer en el panorama pol¨ªtico actual. Eso ser¨ªa ya un argumento para actuar con pies de plomo. Pero es que adem¨¢s no se debilita con cr¨ªticas externas a quien fundamenta su poder y su autoridad en la defensa ac¨¦rrima de la patria frente al enemigo exterior. Para millones de polacos el concepto de naci¨®n se basa casi exclusivamente en la memoria colectiva de los agravios del pasado. Pocos Estados-naci¨®n tienen una historia tan cargada de ofensas y ataques, hasta el punto de que la supervivencia misma de Polonia parece a veces un milagro. De ah¨ª nace un poso de desconfianza infinita hacia sus vecinos, uno de los cuales es precisamente el Estado m¨¢s influyente en la Uni¨®n Europea. El patriotismo cosmopolita y abierto es hoy el de una ¨¦lite ilustrada. Para una inmensa mayor¨ªa, el patriotismo es autoprotecci¨®n y desconfianza. ?C¨®mo se conjuga el europe¨ªsmo que reflejan las encuestas con esa tensi¨®n emocional con el vecino alem¨¢n, y ese temor profundo a la intromisi¨®n de las instituciones de Bruselas? Es posible que la lluvia de euros y las crecientes facilidades laborales, todav¨ªa incompletas, tengan mucho que decir en la explicaci¨®n a esa contradicci¨®n. Pero el hecho es que hoy tenemos como socio a alguien dispuesto a obtener de la Uni¨®n Europea todo aquello a lo que cree tener leg¨ªtimo derecho. Y al tiempo, alguien que no desea aportar al proyecto europeo ese m¨ªnimo de ilusi¨®n compartida, esa complicidad de valores y de aspiraciones sin la cual ser¨ªa imposible que el proyecto mismo pudiera sobrevivir como tal. Por ello, la UE y sus l¨ªderes deber¨ªan combinar mejor la seducci¨®n con la firmeza frente al socio inc¨®modo. Sonre¨ªr y convencer all¨ª donde sea posible, respetando las diferencias culturales y con la m¨¢xima comprensi¨®n a los recelos derivados de la historia. Condenar y sancionar con firmeza las medidas que limiten derechos y libertades de los que hoy son, adem¨¢s de polacos, ciudadanos europeos.
Ignasi Guardans es diputado al Parlamento Europeo.
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