Cambio de pol¨ªtica forestal en Canarias
El cambio en la pol¨ªtica ambiental y forestal en Canarias debe dar un vuelco sustancial para garantizar no s¨®lo la continuidad de nuestros ecosistemas, sino la propia vida y propiedades de sus habitantes.
Como primer paso, se debe producir un cambio de actitud que reconozca la importancia y valor de los habitantes y los n¨²cleos rurales en el cuidado y mantenimiento del medio, e incentivar la recuperaci¨®n de las tradicionales labores relacionadas con el aprovechamiento forestal.
A continuaci¨®n, se debe reformar desde la base las competencias de los agentes de medio ambiente, empezando por modificar su propio nombre, que como concepto no se adecua al tipo de trabajos que deber¨ªan realizar y los transforma en meros espectadores de un espacio, en simples vigilantes de atalaya. Si bien es necesaria la vigilancia, ¨¦sta no debe ser entendida por la sociedad ni por ellos mismos como su ¨²nico cometido. Su verdadero trabajo debe ser el de silvicultores, trabajadores del bosque, gu¨ªas de senderistas, monta?eros, agricultores e incluso cazadores, y aunque en muchas de las zonas donde ejercen sus competencias no haya la sombra de un ¨¢rbol, el nombre de guardabosque quiz¨¢s sea el m¨¢s adecuado.
Debemos partir de la base de que mantener lo que tenemos es el primer paso antes de pensar en aumentarlo. Y la tierra se nos escapa entre los muros de bancales derruidos, y sin tierra no hay nada. Los cercados se pierden de la noche a la ma?ana cuando no hay quien los cuide, pero la tierra aunque sea propiedad de un particular, es necesario preservarla y evitar que se la lleve el barranco, por lo que se acabaron los impedimentos a quien la protege, los permisos, las tasas, las suspicacias, y si lo que no queremos es ver nuestros campos con muros de hormig¨®n, tendremos que pagar el sobrecoste que supone. S¨®lo con este cambio de actitud no bastar¨¢; har¨¢ falta personal, dinero, inteligencia y esfuerzo para reparar los muros de tierras, ahora improductivas de las que sus propietarios no quieren o no se pueden ocupar, y por supuesto de las grandes superficies de nuestra isla de titularidad p¨²blica.
El siguiente, aunque no ¨²ltimo paso, es la evidente necesidad de aumentar y diversificar nuestra masa forestal. Campa?as multitudinarias como las de hace d¨¦cadas, cuadrillas de trabajadores, proyectos que involucren a los turistas que nos visitan, acuerdos con los propietarios de terrenos bald¨ªos... Hay que plantar, plantar y plantar. Y despu¨¦s, plantar m¨¢s. Ponernos una meta a un proyecto colectivo del tipo por cada turista que nos visita, nosotros plantamos un ¨¢rbol, o un ¨¢rbol por cada grancanario, puede incentivar a la sociedad y a nuestros propios gestores.
Hoy, cuando todav¨ªa nuestros bosques arden, empieza nuestro trabajo, y al cerrar los ojos por el humo que nos ciega, vemos con claridad lo que debemos hacer. Todos somos necesarios, pero si hay alguien imprescindible, ¨¦ste es el agricultor o el pastor de nuestras cumbres.
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