El ¨²ltimo corte de la guada?a
El 'segalari' Jon Lapazaran, reciente campe¨®n de Euskadi, abandona una especialidad "poco valorada"
Han sido dos d¨¦cadas de ¨¦xitos en esta especialidad, que le han reportado tres t¨ªtulos de campe¨®n de Euskadi (1997, 2002 y 2007) y una decena m¨¢s de Vizcaya, pero Jon Lapazaran (Markina, 1966) ten¨ªa decidido desde hace tiempo abandonar la siega. Lo hace movido por el desgaste que acarrea un deporte rural "poco valorado" y que se sit¨²a en el vag¨®n de cola de los herri kirolak, al menos en lo que a atenci¨®n p¨²blica se refiere. Lapazaran colg¨® la guada?a el pasado 22 de julio, cuando se proclam¨® campe¨®n de Euskadi en las campas de Pikoketa, en Oiartzun, sobrepasando la suma de kilos de hierba de los guipuzcoanos Jexuxmari Ormaetxea Urki, Joxe Gabirondo y Andoni Goikoetxea.
"No contaba con este triunfo. Les gan¨¦ en su casa y con un trabajo bien hecho", afirma el segalari vizca¨ªno, quien, no obstante, no piensa dar marcha atr¨¢s en la decisi¨®n que ha tomado. Hace cuatro a?os tambi¨¦n dej¨® la siega, aunque luego lo pens¨® en m¨¢s detalle y volvi¨® a competir. "Esto requiere mucho trabajo y sufrimiento, adem¨¢s de mucha t¨¦cnica". ?l mismo desmenuza esas dificultades, marcadas por la carencia de un mayor reconocimiento econ¨®mico. "El equipo no lo formo yo solo. Hay 11 personas: ocho recogedores de hierba, dos m¨¢s para la b¨¢scula y el afilador. Adem¨¢s, en la reserva hay varios m¨¢s, por si alguno falla". Este grupo viaja con Lapazaran a todas las pruebas. "Incluso si llegas a las finales, acumulas s¨®lo cuatro o cinco d¨ªas de competici¨®n al a?o, porque s¨®lo existe el campeonato de Vizcaya y el de Euskadi. Y a todas esas personas hay que pagarles las dietas por viajes y comida, adem¨¢s de una ficha federativa que cuesta 30 euros". Los 900 euros que Lapazaran se embols¨® por su ¨²ltimo t¨ªtulo no compensan todo ese esfuerzo. "Todos los que participamos lo hacemos por el orgullo de llevar la txapela del campe¨®n, y con eso es m¨¢s que suficiente", resume.
"Incluso si llegas a las finales, acumulas s¨®lo cuatro o cinco d¨ªas de competici¨®n al a?o"
La preparaci¨®n f¨ªsica y t¨¦cnica descubre circunstancias imposibles en otras modalidades. La hierba que se puede cortar s¨®lo est¨¢ alta en verano, pero ello no significa que sea sencillo encontrarla. "Es complicado hallar campas donde puedas entrenar. El afilador que trabaja conmigo da vueltas de manera continua hasta encontrar una. Y luego hay que pedir permiso. Puede que al due?o no le interese esperar a disponer de la hierba hasta que t¨² acabes. La mejor es aquella hierba que sea de alg¨²n baserri y que pueda servir de pasto para las vacas". ?Y en invierno? Lapazaran clava entonces su guada?a en la arena de la playa de Laga. "Lo hago por las noches y solo para que nadie piense que se me va la cabeza", comenta en tono jocoso el segalari, quien trabaja en la f¨¢brica de bicicletas Orbea en Mallabia. Adem¨¢s de la propia siega, Lapazaran trabaja tambi¨¦n sobre la bicicleta. "Nunca he tenido lesiones, pero la espalda es la parte que m¨¢s sufre", precisa.
Si Rafa Nadal o Josep Guardiola empezaron en sus respectivas disciplinas apa?ando las pelotas que dejaban muertas sus deportistas favoritos, Lapazaran hizo lo mismo con la hierba que segaba Sabin Bilbao. Sin embargo, en realidad ya hab¨ªa empezado antes, en el baserri. "Todos los d¨ªas hab¨ªa que llenar dos carros. A m¨ª padre no le gustaba mucho la m¨¢quina, sobre todo si el d¨ªa antes hab¨ªa llovido", recuerda.
La herramienta es otra de las vertientes que requiere de un especial cuidado. Lapazaran distingue entre las guada?as de trabajo y las de competici¨®n: "No tienen nada que ver. Antes se fabricaban en la casa Bellota. Ahora las buscamos en ferreter¨ªas viejas, aunque las m¨ªas vienen de Santander. Tambi¨¦n las traen de Alemania y Austria, donde tambi¨¦n practican la siega como deporte. Lo que pasa es que la hoja es m¨¢s fina. Hay segalaris que mandan el modelo que quieren y encargan que se las fabriquen all¨ª, pero la herramienta buena escasea", advierte.
"Serio baj¨®n" de p¨²blico
Jon Lapazaran muestra un gesto de preocupaci¨®n cuando se le pregunta por el futuro de la siega. Y m¨¢s a¨²n cuando se refiere al inter¨¦s de los j¨®venes. "No veo tir¨®n entre los chavales ni entre el p¨²blico. En la final de Oiartzun apenas hab¨ªa unas 100 personas, cuando lo normal es que a una final venga por lo menos un millar. Creo que ha sido la peor asistencia en a?os. Ha habido un baj¨®n muy serio y me parece que va a ir a m¨¢s en los pr¨®ximos a?os".
Encontrar soluciones no resulta sencillo. El campe¨®n de Euskadi apuesta por dar a conocer la siega en las escuelas y, a corto plazo, fomentar la inclinaci¨®n de agentes privados que contribuyan a una mayor relevancia de este deporte. "Habr¨ªa que hacer algo parecido a la competici¨®n Hacha de Oro de los aizkolaris", afirma.
?l, por si acaso, se presta a labores formativas. Ya ha ofrecido cursos y exhibiciones en Asturias. "Est¨¢n interesados en ver c¨®mo se practica en otros sitios. Hicimos una competici¨®n y ellos no alcanzaban el primer cuarto de fila cuando yo ya hab¨ªa acabado".
En cualquier caso, Lapazaran no abandona el deporte rural. La siega no ha sido su ¨²nica especialidad. Lleva ya 12 a?os con el club de soka-tira de Abadi?o -ha sido subcampe¨®n del mundo-, actividad que compagina con la pr¨¢ctica de la trontza, el corte de troncos con sierra. Su hermano es campe¨®n de Euskadi de levantamiento de yunque. "En estas modalidades hay m¨¢s vida, sobre todo con las exhibiciones en los pueblos. En trontza hago 30 actuaciones al a?o. En la siega, cuatro o cinco como mucho".
Lapazaran y los dem¨¢s segalaris ya buscan sucesores.
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