?Ah, el amor!
El dramaturgo Juan Mayorga, responsable de la versi¨®n de Fedra que dirige Jos¨¦ Carlos Plaza -¨²ltimo montaje del festival de verano de Barcelona, Grec, y que consigui¨® llenar el anfiteatro de Montju?c en su estreno anteanoche, donde se respresentar¨¢ hasta el domingo- va directo al meollo de la trama y la primera escena que se nos ofrece es la de Fedra (Ana Bel¨¦n) retorci¨¦ndose de dolor en su lecho mientras Enone (Alicia Hermida), su nodriza y confidente, intenta averiguar el origen del mal que aqu¨¦lla, a quien vio nacer y ha dedicado su vida, sufre. Y es que Fedra se ha enamorado perdidamente de su hijastro Hip¨®lito (Fran Perea) en ausencia de su marido Teseo (Chema Mu?oz), que est¨¢ librando alguna guerra en alguna parte. Enone enseguida se da cuenta de que los retortijones de su se?ora tienen que ver con alg¨²n secreto de mujer nada fisiol¨®gico, pues ella, aunque vieja, tambi¨¦n lo es. ?Ah, el amor!
No necesitamos m¨¢s hero¨ªnas despe?¨¢ndose en las simas de su propio abismo
Puede que el primer mal que acusa el montaje de Jos¨¦ Carlos Plaza -aunque consigui¨® poner en pie, entre muchos espectadores, al alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, a pesar de la muleta que le acompa?aba- sea la versi¨®n misma: basada en las anteriores de Eur¨ªpides, S¨¦neca y dir¨ªa que, sobre todo, Racine, pues es en la del franc¨¦s en la que la nodriza y confidente Enone propone acusar a Hip¨®lito de haber ultrajado a su madrastra para salvarla a ella de la ira de Teseo y librarla de unos sentimientos indignos de una princesa tan virtuosa. La Fedra de Juan Mayorga, estrenada en M¨¦rida el pasado 12 de julio en la inauguraci¨®n del 53? Festival de Teatro Cl¨¢sico, se permite algunos atajos, algunos cambios, algunas ausencias, pero sigue siendo una versi¨®n cl¨¢sica del cl¨¢sico que Plaza lleva a escena con un vestuario h¨ªbrido y un decorado de un simbolismo tremendamente obvio: un muro rojizo abierto en canal por una grieta luminosa que no es sino la herida sangrante de Fedra.
En el programa de mano, tanto Mayorga como Plaza dejan claro que no han querido actualizar la f¨¢bula por aquello de que el mito siempre es actual. Y pienso: ?Qu¨¦ pena! Con la de familias desestructuradas y reconstruidas que hay actualmente, puestos a releer Fedra, ?no ser¨ªa m¨¢s interesante que nos acercaran el mito en vez de tener que volver a ¨¦l para no hallar nada nuevo?
No hace falta caer en los pantalones tejanos, como dice Jos¨¦ Carlos Plaza, ni en el rock, aunque, como bien insinu¨® alguien al finalizar la respresentaci¨®n anteanoche, el tema de Tina Turner We don't need another hero es, visto el montaje, el que m¨¢s le pega. Y as¨ª es: no necesitamos m¨¢s hero¨ªnas despe?¨¢ndose en las simas de su propio abismo, recre¨¢ndose constantemente en su tambaleo sin m¨¢s. Porque en esta Fedra mixta ni siquiera encontramos el grito de libertad que lanza Racine en defensa del hombre (y de la mujer) modernos como responsables de sus actos y libres de las ataduras de la moral tradicional.
En esta Fedra de Mayorga-Plaza tenemos a una Ana Bel¨¦n permanentemente instalada en su mala conciencia mientras cambia tres veces de vestuario y de peinado; a un Fran Perea que se esfuerza pero no da la talla; a un Chema Mu?oz que, en lugar de llegar de la guerra, parece que venga directamente de La Rambla de Barcelona, ataviado como va de escultura humana tono dorado a?ejo, y a una Alicia Hermida que, afortunadamente, consigue con sus intervenciones dar un cierto sentido al conjunto. A eso se reduce el mito eterno del amor.
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