Acoso a las 'barras bravas'
La Liga argentina reduce en un 50% la entradas de los hinchas visitantes para combatir la violencia
La bomba de tiempo est¨¢ all¨ª, en reposo, a la espera de que el bal¨®n vuelva a rodar en la madrugada espa?ola de hoy (Banfield-Estudiantes [02.00, Canal+] y Col¨®n-V¨¦lez son los duelos que abren la Liga) en el f¨²tbol argentino para reactivar su amenazador tic-tac.
La bomba se llama violen-cia; es salvaje e indiscriminada; dej¨® un muerto en su ¨²ltimo estallido, hace mes y medio, durante el partido Nueva Chicago-Tigre, que decid¨ªa un descenso a Segunda, y lleva m¨¢s de 200 en una sangr¨ªa que comenz¨® hace m¨¢s de medio siglo. Es la sublimaci¨®n de un apasionamiento desbordado, un fen¨®meno exclusivo, contumaz y, a ojos europeos, razonablemente incomprensible.
"Faltan compromiso, inter¨¦s y agallas para enfrentarse a dirigentes pesados", dice el ex juez Berg¨¦s
Pablo Alabarces, soci¨®logo, investigador, profesor de la Universidad de Buenos Aires y autor de varios trabajos sobre el deporte y la sociedad, aporta algunos de los ingredientes que forman el c¨®ctel explosivo: "En principio, el mayor peso del f¨²tbol en la tradici¨®n nacional respecto a otros pa¨ªses. Despu¨¦s, la dictadura militar (1976-1983), que cambi¨® la relaci¨®n de la sociedad con la violencia porque ense?¨® que ¨¦sta se puede ejercer desde el Estado. No es casualidad que el fen¨®meno de las barras bravas [los grupos ultras de las hinchadas], tal como lo conocemos ahora, comenzara a gestarse a finales de los a?os 70 y explotase tras el periodo militar. M¨¢s tarde, la cultura del aguante, surgida en los ¨²ltimos 20 a?os, que consiste en demostrar como sea que el amor a mi equipo es superior al amor del otro al suyo. Esto s¨®lo se logra en el combate y sirvi¨® para extender el fen¨®meno invadiendo incluso a la polic¨ªa, que se ve a s¨ª misma como una hinchada m¨¢s". "Y a todo esto", a?ade, "hay que sumarle un contexto de corrupci¨®n generalizada que empieza en la AFA [la Asociaci¨®n del F¨²tbol Argentino], sigue en los clubes y abarca a toda la sociedad en su conjunto".
Con ¨¦l coincide Ra¨²l G¨¢mez, voz autorizada porque fue barra brava del V¨¦lez, aunque en tiem-pos m¨¢s inocentes, antes de presidir el club hasta 2005 y convertirse en el principal candidato para suceder al eterno Julio Grondona, presidente de la AFA desde 1979 y vicepresidente econ¨®mico de la FIFA. "La sociedad argentina perdi¨® valores. Perdi¨® el amor por el maestro, por sus vecinos..., y convirti¨® a su equipo en el amor m¨¢s grande. Por eso enloquece cuando ¨¦ste es derrotado. Yo veo en la platea [la tribuna preferente] hombres ejemplares haciendo barbaridades".
La guinda, fundamental, la aporta el ex juez de instrucci¨®n Mariano Berg¨¦s, c¨¦lebre por llevar resonantes casos contra l¨ªderes de barras bravas y dirigentes deportivos y pol¨ªticos que los protegen. "La diferencia de los violentos argentinos con los ingleses es que los nuestros tienen v¨ªnculos pol¨ªticos". As¨ª, Julio Chiappetta, periodista del diario Clar¨ªn y uno de los m¨¢s activos en la lucha contra el fen¨®meno, expone: "Existe un personaje, Tula, el del bombo, hincha de Rosario, que est¨¢ presente donde juega la selecci¨®n y en todo acto pol¨ªtico del peronismo. ?Qui¨¦n le financia los viajes, los hoteles, si lo ¨²nico que hace es tocar el bombo?".
Ahora bien, si el diagn¨®stico es claro, sorprende que no se d¨¦ con el tratamiento id¨®neo. ?Faltan leyes? "No; incluso hay varias que se superponen", opina Berg¨¦s. ?Sirven para algo las barras bravas? "No las precisamos, pero no sabemos c¨®mo quit¨¢rnoslas de encima. En ese sentido, los dirigentes somos unos in¨²tiles", asume G¨¢mez. ?Entonces? "Los directivos de los clubes y los pol¨ªticos no pueden frenar la violencia, pero tampoco quieren hacerlo porque los salpica", sostiene Chiappetta. "En el Poder Judicial faltan compromiso, inter¨¦s y agallas para enfrentarse a dirigentes pesados", opina Berg¨¦s. Pero Mario Gallina, ex ¨¢rbitro y actual presidente del CoProSeDe (Comit¨¦ Provincial de Seguridad Deportiva), puntualiza: "Las leyes no se cumplen. El a?o pasado s¨®lo se conden¨® al 5% de los infractores pese a las pruebas filmadas. Yo dicto la prohibici¨®n de entrada a los estadios a una persona, pero no puedo controlarla. Desde 1998 no iba a permitirse espectadores de pie: m¨ªrese cualquier partido".
En medio de este cuadro, con las relaciones entre dirigentes e hinchas violentos en plena vigencia, con la corrupci¨®n sin resolver, con la pol¨¦mica decisi¨®n de reducir a la mitad el aforo para los hinchas visitantes en los estadios de Primera y prohibir su presencia en las restantes categor¨ªas a punto de estrenarse y con un imprescindible cambio cultural a¨²n en pa?ales, el f¨²tbol argentino encara una nueva temporada. El tic-tac de la bomba resuena.
![Un hincha ataca a otro con una navaja durante un partido de la Liga argentina.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/UZORYRQ6FUOT6XJIIT67TDF2KQ.jpg?auth=bb1a98b2af58049d0ce5f26d901e5bd23de3bb39b7753501c9e09a377e1ac5fa&width=414)
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