Cuesti¨®n de principios
El principio era el verbo, y en el comienzo la frase, "muchos a?os despu¨¦s, frente el pelot¨®n de fusilamiento" o "era de noche y sin embargo llov¨ªa", la frase que atrapa y la frase que disuade, la que invoca la trama que vendr¨¢ y la que disuade sin remedio, la historia comienza con una frase inicial en la que el narrador deposita buena parte de las expectativas generadas por el relato. A esta cuesti¨®n primordial de sintaxis del relato, y a sus consecuencias narratol¨®gicas en diez obras de la modernidad, de G¨®gol a Kafka, de Garc¨ªa M¨¢rquez a Carver, dedica el multigalardonado Amos Oz (Jerusal¨¦n, 1939) el libro La historia comienza que tenemos entre manos. En la p¨¢gina 17 confiesa Oz la deuda contra¨ªda con ese soberbio tratado de teor¨ªa literaria que pide a gritos su traducci¨®n espa?ola y que es Beginnings. Intention & Method (
LA HISTORIA COMIENZA Ensayos sobre literatura
Amos Oz
Traducci¨®n de Mar¨ªa Condor
Siruela. Madrid, 2007
139 p¨¢ginas. 16 euros
Granta, Londres, 1997) del palestino Edward W. Said, libro al que, en cierto sentido, el del autor de El mismo mar (1978) contribuye con una "visi¨®n personal del asunto" (la introducci¨®n titulada, de forma algo ostentosa, Pero ?qu¨¦ exist¨ªa en realidad antes del Big Bang?) y diez notas al pie que corresponden a los cap¨ªtulos mencionados. As¨ª, Oz empieza transitando en su introducci¨®n por algunas veredas de la teor¨ªa del relato como la formulaci¨®n verbal del comienzo, el tan tra¨ªdo y llevado topos de la "p¨¢gina en blanco" ("que es en realidad una pared encalada sin ninguna puerta ni ventana"), la gesti¨®n de la informaci¨®n inicial que impulsar¨¢ un "horizonte de expectativas" en el lector, el concepto de "pacto narrativo" de Wayne Booth ("todo principio de relato es siempre una especie de contrato entre escritor y lector"), ideas seminales de la est¨¦tica de la recepci¨®n -como los intersticios del texto que deber¨¢ completar el lector merced a su lectura- o la relaci¨®n del texto en cuesti¨®n con el Texto de la tradici¨®n, que el autor ilustra de la mano de una cr¨®nica metaficcional ciertamente simp¨¢tica -"nuevo tach¨®n. Ma?ana ser¨¢ otro d¨ªa est¨¢ muy trillado. Empezar es dif¨ªcil"- que trae a la memoria del lector, y de inmediato, el esp¨ªritu y tambi¨¦n la letra de Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino.
Despu¨¦s dedica su ensayo a
examinar las frases iniciales de una decena de relatos, algunos poco conocidos, como Mikdamot, de S. Yizhar, o Effi Briest, de Theodor Fontane, el primero del volumen; otros mucho m¨¢s cercanos, como Un m¨¦dico rural, de Kafka; La historia: una novela, de Elsa Morante (espl¨¦ndida autora que regresar¨¢ en breve a nuestro mercado en nuevas traducciones), y Nadie dec¨ªa nada, de Raymond Carver, y alguno decididamente popular como El oto?o del patriarca, de Garc¨ªa M¨¢rquez. Cada breve cap¨ªtulo persigue averiguar el valor de la frase inicial y sus consecuencias narrativas, pero en realidad resulta ser un ejercicio de fina lectura hecho en voz alta ante el lector, como si Amos Oz quisiese compartir con ¨¦l los mecanismos detectivescos y las deducciones, sospechas y relaciones que todo lector lleva a cabo cuando se enfrenta a un texto cuya frase inicial le proyecta todo un mundo virtual, mecanismos que nuestro autor desea hacer transparentes. La historia comienza es sobre todo la aventura de un lector explicada a otros lectores, las claves de lectura que uno cree entrever reveladas con j¨²bilo al lector an¨®nimo. Es un ejercicio de cr¨ªtica literaria, un anzuelo eficaz lanzado con ¨ªmpetu a lectores renuentes y, por encima de todo, un divertimento a vueltas con los protocolos de la lectura: "El juego de leer exige al lector que tome parte activa, que aporte su propia inocencia y astucia. Los contratos iniciales son unas veces como el juego del escondite y otras se parecen m¨¢s a una partida de ajedrez. O a un crucigrama. O a una invitaci¨®n a entrar en un laberinto. O a una travesura". Ese sentido l¨²dico y a la vez trascendente que se agazapa en las frases del comienzo del relato se desentra?a con destreza en los cap¨ªtulos dedicados a Kafka, Ch¨¦jov y Morante, que son muy l¨²cidos, y sin lugar a dudas el que deshace la madeja de alusiones y elipsis de Carver es una apresurada y mod¨¦lica clase de literatura. No obstante, los breves cap¨ªtulos resultan en ocasiones reiterativos por lo que hace a los conceptos te¨®ricos que sustentan el volumen, y el dedicado a la novela de Garc¨ªa M¨¢rquez, por ejemplo, se muestra endeble. Dicho tal vez de otro modo, m¨¢s estimulan la lectura sus felices intuiciones de lector que su discurso ensay¨ªstico, conc¨¦ntrico y en ocasiones deslavazado.
Acierta de pleno, eso s¨ª, con el tema de su ensayo, pues siempre es conveniente recordar que del comienzo depende demasiadas veces la continuidad de la lectura, y que el arranque es la semilla sembrada en el texto narrativo para darle forma y otorgarle un g¨¦nero, para espolear la imaginaci¨®n del lector e invitarlo a aquilatar la coherencia del texto entre lo que le propone en su comienzo y lo que finalmente le da. Buena parte de su responsabilidad para con el lector radica en el comienzo, de forma que el comienzo es una cuesti¨®n de principios.
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