El nido de esp¨ªas implacables
A Berl¨ªn le cabe el honor, o tal vez la desgracia, de haber sido el escenario de la puesta en pr¨¢ctica de las dos ideolog¨ªas que provocaron en poco m¨¢s de 50 a?os en Europa la muerte de millones de seres humanos: el nazismo y el comunismo. En la capital alemana la historia de las grandes confrontaciones del siglo pasado se convierte en algo casi palpable. Por doquier se tropieza el visitante con alg¨²n resto de aquel siniestro pasado. De un lado puede encontrarse el monumento conmemorativo del Holocausto, la topograf¨ªa del terror de la Gestapo hitleriana, el lugar de ejecuci¨®n de los conjurados del atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944, la estaci¨®n de donde part¨ªan los trenes a los campos de exterminio nazis o la casa del Wannsee donde se celebr¨® la conferencia que acord¨® la "soluci¨®n final del problema jud¨ªo". Del otro lado se conservan todav¨ªa restos del llamado muro de la verg¨¹enza en el Oeste o barrera defensiva frente al fascismo en el Este, las placas que recuerdan con sus nombres a los que perdieron la vida al intentar huir de la desaparecida Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, el museo en el Check Point Charlie dedicado a evocar las fugas y los horrores de la dictadura prusiano-estalinista.
'La vida de los otros' saca a relucir el control absoluto sobre cualquier tipo de disidencia
La segunda planta del edificio est¨¢ dedicada a documentar la historia de la RDA
No est¨¢ claro en qu¨¦ circunstancias la CIA se adue?¨® del fichero dedicado al espionaje exterior
Con el paso del tiempo se expandi¨® por el este de Alemania una especie de recuerdo con un cierto toque nost¨¢lgico del pasado comunista de un Estado que proporcionaba a los ciudadanos una seguridad desde la cuna hasta el ata¨²d, a cambio de privarlos de sus derechos civiles y de las m¨¢s elementales libertades. Esto que algunos definieron como Ostalgia, nostalgia del Este (Ost, en alem¨¢n), se expresaba en programas de televisi¨®n y en el recuerdo de algunos productos emblem¨¢ticos de la desaparecida RDA. Se extendi¨® un tratamiento humor¨ªstico del pasado que encontr¨® su expresi¨®n m¨¢s perfecta en la pel¨ªcula Goodbye, Lenin! Una familia trata de enga?ar a la madre comunista que, v¨ªctima de un ataque cerebral, no vivi¨® en estado consciente la ca¨ªda del muro. Su hijo y otros familiares le hacen creer que todo sigue igual con telediarios falsos y la reconstrucci¨®n de toda la parafernalia del r¨¦gimen desaparecido. Esta s¨¢tira amable del pasado dictatorial encajaba a la perfecci¨®n en el marco de la ola de Ostalgia.
Y en esto se estren¨® otra pel¨ªcula, La vida de los otros. Y se acab¨® la diversi¨®n. La pel¨ªcula saca a relucir las miserias de la dictadura comunista con el control absoluto de la sociedad que ejerc¨ªan los esbirros de los servicios secretos del r¨¦gimen desde el Ministerio de la Seguridad del Estado, m¨¢s conocido como la Stasi, que acosaba y sofocaba cualquier asomo de disidencia. Este excelente documento cinematogr¨¢fico tuvo una fant¨¢stica acogida y gan¨® incluso el Oscar a la mejor pel¨ªcula extranjera. La interpretaci¨®n de Ulrich M¨¹he del capit¨¢n de la Stasi Gerd Wiesler y la ambientaci¨®n del Berl¨ªn Este en los tiempos de la dictadura pueden considerarse como antol¨®gicas. El actor M¨¹he, fallecido de c¨¢ncer hace unos d¨ªas a los 54 a?os, hab¨ªa sufrido en propia carne el acoso de la Stasi. Su mujer, la actriz Jenny Gr?llmann, que tambi¨¦n muri¨® de c¨¢ncer hace poco m¨¢s de un a?o, trabajaba para la Stasi como colaboradora informal, IM en la jerga de los servicios secretos, y parece que lleg¨® incluso a pasar informes sobre su propio marido.
La Stasi era, seg¨²n la definici¨®n del r¨¦gimen, "el escudo y la espada" del Partido Socialista Unificado (SED, comunista), creada en los albores de la RDA seg¨²n el modelo de la checa leninista. Josef Budek, ex preso pol¨ªtico en la RDA que pudo abandonar el pa¨ªs en el marco de las compras de prisioneros realizadas por el Gobierno de la Rep¨²blica Federal de Alemania, caracteriza a la Stasi como una tropa de ¨¦lite que actuaba y se comportaba como tal, "la C¨¢mara del Pueblo aprobaba las leyes que necesitaban y que ellos quebrantaban a su antojo. La Stasi ordenaba a los tribunales aplicar las leyes contra las fuerzas enemigas y negativas y se serv¨ªa de la ayuda de todos los restantes organismos del Estado". El Bolet¨ªn Oficial de la RDA public¨® el 21 de febrero de 1950, menos de un a?o despu¨¦s de la fundaci¨®n del nuevo Estado, la ley para la creaci¨®n de un Ministerio para la Seguridad del Estado. Hasta entonces las tareas de seguridad estaban en manos de los servicios secretos sovi¨¦ticos. El car¨¢cter prusiano con un toque peque?o-burgu¨¦s aparece reflejado en el mismo texto legal de constituci¨®n de la Stasi. Establece la ley que los jefes de servicio son "responsables de garantizar la seguridad, el orden y la limpieza de las partes del edificio que utilizan".
El crecimiento de la Stasi fue gigantesco. Los 1.000 funcionarios de pleno empleo del a?o 1950 se hab¨ªan convertido en 20.000 en 1962 y al caer el muro en 1989 ya eran 91.016. A ¨¦stos se a?ade una red de unos 174.000 informadores informales (IM), los chivatos encargados de espiar en todos los sectores sociales, desde las f¨¢bricas a clubes deportivos, los medios intelectuales o las iglesias. Algunos elevan la cifra de IM hasta 300.000. Si admitimos como v¨¢lido el n¨²mero m¨¢s reducido de 265.000, entre funcionarios y soplones, por cada 61 de los 16,4 millones de habitantes de la RDA hab¨ªa uno que trabajaba para la Stasi a pleno empleo o espiaba a tiempo parcial. Semejante aparato produjo 114 kil¨®metros de documentos con fichas pol¨ªticas y los informes de chivatos que se almacenaron en la central de la Stasi en Berl¨ªn y en las 13 sucursales en toda la RDA.
La central de la Stasi se instal¨® en Berl¨ªn Este, en torno a una antigua c¨¢rcel en un complejo que abarcaba cuatro calles en el distrito de Lichtenberg. En el momento de la ca¨ªda, en 1989, esa sede central abarcaba ocho hect¨¢reas y trabajaban all¨ª 20.000 funcionarios. El 15 de enero de 1990 unos manifestantes a las puertas de la central de la Stasi asaltaron los edificios donde los funcionarios hab¨ªan iniciado la destrucci¨®n de documentos comprometedores. Fue el final de la Stasi. All¨ª se confiscaron 16.000 bolsas con 33 millones de p¨¢ginas de documentos hechos trizas. Un equipo dotado con instrumentos cibern¨¦ticos se dedica desde hace a?os en la ciudad de N¨²remberg a la reconstrucci¨®n de los folios destruidos. La mayor parte de los ficheros qued¨® conservada en carpetas en uno de los edificios de la central, tambi¨¦n abierto al p¨²blico como el museo de la Stasi. Se puede visitar el lugar donde se almacenan informes sobre las vidas de miles de ciudadanos de la RDA sin que se permita leer m¨¢s que algunos ejemplares de muestra con los nombres de los vigilados tachados. All¨ª mismo se rodaron dos secuencias de La vida de los otros: una entrevista del capit¨¢n Wiesler con su jefe y otra en la que examinan una m¨¢quina de escribir del escritor espiado.
Uno de los archivos m¨¢s deseados de la Stasi estaba dedicado al espionaje exterior y conten¨ªa datos sobre sus colaboradores e informadores en el extranjero. Este fichero llamado Rosenholz cay¨® en manos de los servicios secretos de Estados Unidos. No est¨¢ claro en qu¨¦ circunstancias la CIA se apoder¨® en 1990 de este fichero que constaba de 381 discos con 33 millones de p¨¢ginas. Seg¨²n una versi¨®n, podr¨ªa haberlo comprado a funcionarios de la Stasi en desbandada. La CIA lo tuvo en su poder hasta 2003, a?o en que lo devolvi¨® a Alemania sin duda expurgado de todo lo que le interes¨® esconder para utilizarlo como fuente de informaci¨®n o de chantaje a pol¨ªticos que colaboraron en secreto con la Stasi.
Los interesados en visitar la guarida de la Stasi pueden hacerlo de forma individual o en grupo y se les ofrecen visitas guiadas de una hora y media de duraci¨®n. La planta baja y dos pisos del edificio central, donde se encontraba el despacho del que fue durante muchos a?os ministro de la Stasi, el siniestro Erich Mielke, est¨¢n abiertas para los visitantes. En el vest¨ªbulo de la planta de entrada se encuentran las estatuas de Karl Marx y Friedrich Engels, los padres del comunismo y otra de Feliks Edmundowitsch Dzierzynski, un polaco fallecido en 1926, el fundador de la Cheka, la primera polic¨ªa secreta de Lenin creada para combatir la contrarrevoluci¨®n. Sosten¨ªa Dzierzynski: "La Cheka emplea el terrorismo organizado. La Cheka no es un tribunal. La Cheka est¨¢ obligada a defender la revoluci¨®n y a aniquilar al enemigo incluso cuando en ocasiones su espada afecte por azar a las cabezas de inocentes". El esp¨ªritu de la Cheka forma parte de la tradici¨®n de los servicios secretos comunistas.
Una maqueta en el centro del vest¨ªbulo ofrece una visi¨®n de conjunto de todo el complejo de la Stasi. En la pared una foto muestra a Mielke con otros jefes y un organigrama explica la organizaci¨®n de todo el servicio. En una esquina se encuentra expuesto un veh¨ªculo como los que la Stasi dedicaba al transporte de prisioneros hasta alguna de sus 17 prisiones preventivas.
En la escalera que conduce a la primera planta se exhiben fotos de la jornada de lucha del 15 de enero de 1990 con escenas de la invasi¨®n del edificio por los manifestantes y de los sacos amontonados llenos con los pedazos de documentos destruidos. "Estamos en todas partes" era uno de los lemas de la Stasi. Los utensilios del espionaje expuestos en la primera planta demuestran de forma palpable la validez de la frase. El arsenal de la observaci¨®n aparece en forma de c¨¢maras de rayos infrarrojos instaladas en la puerta de un Trabant, el coche popular de la RDA; los llamados chinches electr¨®nicos para las escuchas de tel¨¦fonos.
En una sala se encuentran elementos de concienciaci¨®n de los esp¨ªas con frases con llamamientos a la "tradici¨®n de la checa, escudo y espada del partido para la defensa de la dictadura del proletariado". Otra sala acoge una selecci¨®n de regalos recibidos por la Stasi de diversas organizaciones del proletariado que podr¨ªa formar parte de una antolog¨ªa de la peor cursiler¨ªa, un horroroso kitsch.
Unos cuadros exponen las biograf¨ªas de los tres ministros que estuvieron entre 1950 y 1989 al frente de la Stasi. El primero fue Wilhelm Zaisser, un maestro de escuela que ingres¨® en el Partido Comunista tras combatir en la I Guerra Mundial. Zaisser recorri¨® el mundo al servicio del comunismo desde Manchuria a Shanghai y tambi¨¦n intervino en la agitaci¨®n en la guerra de Marruecos contra Francia y Espa?a en el Rif. En la Guerra Civil espa?ola, Zaisser fue el legendario General G¨®mez que asesor¨® a L¨ªster en el 5? Regimiento y despu¨¦s mand¨® en Albacete la 13? Brigada Internacional. Tras su estancia en Mosc¨², Zaisser regres¨® en 1947 a la Alemania ocupada por los sovi¨¦ticos y se dedic¨® desde el primer momento a las tareas de los servicios secretos. Ministro de la Stasi desde su fundaci¨®n en 1950, Zaisser cay¨® en desgracia en una de las disputas en el seno del partido comunista. Pocos meses despu¨¦s de que le condecoraran con la medalla de Marx-Engels, lo expulsaron del partido en enero de 1954. Muri¨® en Berl¨ªn en 1958 y el Partido del Socialismo Democr¨¢tico (PDS) de los poscomunistas que ahora se sientan en el Parlamento federal alem¨¢n (Bundestag) rehabilit¨® su memoria en 1993.
No corri¨® mejor suerte el segundo ministro de la Stasi, Ernest Wollweber, un marino que hab¨ªa ingresado en el partido comunista con 21 a?os en 1919. Hered¨® la Stasi tras la ca¨ªda de Zaisser, pero no dur¨® mucho. En 1957 ces¨® en el cargo y un a?o despu¨¦s tambi¨¦n lo expulsaron del partido por "actividad fraccionaria". Muri¨® Wollweber en 1967 en Berl¨ªn.
Hab¨ªa llegado la hora de Erich Mielke. En la segunda planta del edificio central de Berl¨ªn se pueden visitar sus habitaciones y despacho decorado con muebles de los a?os cincuenta que huelen a peque?a-burgues¨ªa y mal gusto. Nada que ver con lo que se espera de un servicio moderno de espionaje.
La segunda planta del edificio abierto a los visitantes est¨¢ dedicada a documentar la historia de la persecuci¨®n, la resistencia y la liberaci¨®n de la RDA entre 1945 y 1949. Se encuentran expuestos all¨ª documentos de la historia de la Alemania condenada a la dictadura comunista por el reparto establecido en la conferencia de Yalta entre los vencedores de la II Guerra Mundial.
Entre los hitos de esa historia destacan el levantamiento obrero contra el r¨¦gimen del 17 de junio de 1953, el primero en un pa¨ªs del llamado socialismo real; la resistencia contra la colectivizaci¨®n de la agricultura; la construcci¨®n del muro de Berl¨ªn en agosto de 1961; la Primavera de Praga y la invasi¨®n de Checoslovaquia en 1968; las crisis provocadas por los disidentes el f¨ªsico Robert Havemann, el fil¨®sofo Rudolf Bahro y el cantautor Wolf Biermann; el movimiento pacifista contra las armas nucleares en la RDA que preconizaba convertir "las armas en arados" y las manifestaciones de los lunes que dieron la puntilla al r¨¦gimen en 1989.
Wolf, maestro de esp¨ªas
Markus Wolf se ocup¨® en la Stasi del espionaje en el extranjero y dirigi¨® ese departamento desde su creaci¨®n en 1953 hasta que renunci¨® al cargo, en 1986, para dedicarse a la literatura. Wolf era la ant¨ªtesis de su jefe Erich Mielke. A duras penas ocultaban la aversi¨®n que sent¨ªan el uno por el otro, y se ha visto reflejada en el libro de memorias de Wolf publicado en espa?ol en una versi¨®n incompleta bajo el t¨ªtulo El hombre sin rostro. Al proletario Mielke y al intelectual burgu¨¦s Wolf les un¨ªa su fidelidad a la causa comunista, que les hac¨ªa barrer bajo la alfombra su hostilidad y desconfianza. El puritano comunista Mielke no soportaba los divorcios de Wolf y su vida disipada.
Se debe a Wolf en el espionaje el invento de los famosos romeos, hombres agraciados que se encargaban en Bonn, la capital de la Alemania dividida, de seducir a solitarias secretarias sedientas de amor que entregaban secretos a cambio de favores sexuales. Wolf coloc¨® buen n¨²mero de topos, esp¨ªas durmientes durante a?os en la otra Alemania que sal¨ªan a relucir en el momento conveniente. El topo m¨¢s famoso fue G¨¹nter Guillaume, el esp¨ªa que lleg¨® a instalarse al lado del canciller federal socialdem¨®crata Willy Brandt y provoc¨® su ca¨ªda en 1974. Tan s¨®lo dos a?os antes, Wolf hab¨ªa salvado a Brandt de perder el poder en una moci¨®n de confianza de la oposici¨®n democristiana que no consigui¨® la mayor¨ªa absoluta requerida. Para ello, Wolf soborn¨® con 50.000 marcos (25.000 euros) a un diputado democristiano que en secreto vot¨® contra su partido y as¨ª salv¨® a Brandt. En sus memorias, Wolf intenta lavar su responsabilidad de los cr¨ªmenes de la Stasi y se presenta como una especie de liberal reprimido que no sab¨ªa nada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.