Arte jondo con sabor a mar
Piculave deja de ser promesa y triunfa en el Festival Flamenco Diquela
El nacimiento del nuevo Camar¨®n es una promesa repetida cada poco tiempo en el mundillo del cante jondo. Sin caer en t¨®picos sobre el sucesor del maestro, Quique Piculave, El Caraqueso, hizo ayer pensar que las frases hechas pueden tener un punto de raz¨®n.
El Caraqueso lleg¨® a la cuarta edici¨®n del Festival de Flamenco Diquela acompa?ado por su mentor, El Paquete, con bastante m¨¢s retraso que los quince minutos habituales. Dej¨® los nervios bajo el escenario y encar¨® la segunda actuaci¨®n de su vida. Una sole¨¢ sali¨® de la guitarra de El Paquete, y se hizo el silencio entre el p¨²blico congregado en el castillo de San Felipe, en el pueblo almeriense de Los Escullos, en pleno coraz¨®n del parque natural de Cabo de Gata.
A la sole¨¢ le sigue un taranto y a ¨¦ste una canti?a. Para esta tercera pieza subieron al escenario el hijo de El Paquete, al caj¨®n flamenco, y el de El Cigala, a la percusi¨®n. A mamar tablas desde ni?os. Al final del concierto, El Paquete pregunt¨®: "?Quer¨¦is un fandango de propina o nos vamos a tomar una cerveza?". "?S¨ª!", aull¨® el p¨²blico, mitad payo, mitad gitano.
Terminado el recital, El Paquete, c¨¦lebre guitarrista de la estirpe de Los Porrina, confesaba su fe en el joven cantaor de 25 a?os: "transmite, tiene un pellizco. Llegar¨¢ a ser uno de los grandes".
Despu¨¦s le toc¨® el turno al pianista Dorantes, conocido por aplicar toques de jazz a una base flamenca. Desgran¨® varios temas que incorporar¨¢ a su nuevo disco, que a¨²n no tiene nombre, y algunos ¨¦xitos de Orobroy, el anterior.
Esta noche cierra el festival Diego El Cigala "con un par de cositas al piano y alguna sorpresa como Dos Gardenias". Por el patio de armas de esta peque?a defensa del siglo XVIII, construida para evitar los ataques piratas en la costa almeriense, ya ha pasado Juan de Juan, antiguo bailaor de la compa?¨ªa de Antonio Canales, o el flamenco fusi¨®n de Son de la Frontera. As¨ª, lo que naci¨® como una ocurrencia de tres amigos, veraneantes de la zona, se consagra como un festival "singular, apegado a las ra¨ªces del flamenco pero con un punto de experimentaci¨®n. Una apuesta por el equilibrio entre la calidad y la accesibilidad", cuenta Jacobo Garc¨ªa- Greta, uno de los organizadores.
El encargado de abrir la cita fue el joven Juan de Juan, el mi¨¦rcoles pasado. El moronero, de fuerza bruta, pulida por los a?os bajo el mando de Antonio Canales, se dej¨® la piel en el escenario, acompa?ado por la cantaora La Tana, que no estaba en cartel y decidi¨® acudir por sorpresa. Desde el patio, El Cigala aplaud¨ªa el empe?o del bailaor, vestido con un ch¨¢ndal y sus caracter¨ªsticos collares de oro. Tras el baile, lleg¨® el turno del cante, aderezado por la brisa del mar, que a veces se colaba por los micr¨®fonos. Son de la Frontera present¨® su visi¨®n del flamenco con menos aspavientos y algo m¨¢s de definici¨®n que sus predecesores. Descendientes de la pureza de Diego el Gastor, pero salpicados por el son cubano del hijo de La Martirio, Ra¨²l Rodr¨ªguez, el grupo de Mor¨®n de la Frontera termin¨® por poner en pie a todos los asistentes.
Los artistas reconocen que parte del m¨¦rito corresponde al lugar. "El castillo tiene un aura para cantar. El p¨²blico es caliente y con afici¨®n" cuenta El Cigala, reunido con todos los flamencos en una estancia del fuerte que hace las veces de camerino. "Tiene mucha magia, la gente est¨¢ cerca y, as¨ª, nuestro arte se aprecia mejor", coincide con el Juan de Juan.
Jacobo Garc¨ªa- Greta reconoce que la personalidad del festival est¨¢ estrechamente relacionada con el espacio: "El flamenco es de distancias cortas. Hay que ver la vena del cuello al cantaor, verle sudar".
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