Alimentos en ascenso
Los precios de los alimentos son un quebradero de cabeza para las autoridades econ¨®micas. Los de los alimentos frescos o sin elaborar aparecen sometidos a persistentes tensiones inflacionistas, causadas casi siempre por cadenas de intermediaci¨®n que multiplican, en algunos casos hasta l¨ªmites inveros¨ªmiles, el precio en origen de los productos. Pero ahora se cierne sobre los consumidores espa?oles la amenaza de subida de algunos productos b¨¢sicos, inducida por el encarecimiento en los mercados de las materias primas alimentarias. El ejemplo m¨¢s conocido es el de la leche, sometida a la tensi¨®n entre una producci¨®n estancada en Espa?a y en Europa y una demanda de consumo que crece en progresi¨®n aritm¨¦tica; pero otras subidas, menos difundidas, resultan tanto o m¨¢s inquietantes. El precio del trigo ha aumentado casi en el 50% en el segundo trimestre del a?o.
A partir del encarecimiento de los cereales b¨¢sicos es posible trazar la cadena de subidas de precios que probablemente sufrir¨¢n los hogares durante los pr¨®ximos meses: el pan, de forma directa; y, de forma indirecta, la leche, los huevos o las carnes, de pollo en particular, puesto que ha subido el precio de los piensos para el consumo animal. Sin apenas riesgo de error, la causa de las subidas de precios de las materias primas hay que buscarla en el crecimiento del consumo alimentario de pa¨ªses como China o la India. Pero tambi¨¦n influye la exigencia de algunos cereales, como el ma¨ªz o el girasol, para fabricar biocombustibles.
El caso es que en los ¨²ltimos a?os la demanda cereal¨ªstica ha crecido muy por encima de la capacidad de producci¨®n. El resultado es una subida continuada de los precios de los alimentos. El IPC espa?ol recoge, no siempre con precisi¨®n, este desbordamiento. En julio, los precios de los alimentos sin elaborar crecieron el 4,7% en tasa interanual, frente al 2,2% que aument¨® el IPC general. El Banco de Espa?a, entre otras instituciones, subraya la hip¨®tesis de que los precios sigan subiendo durante los pr¨®ximos meses.
La soluci¨®n ¨®ptima para aliviar la presi¨®n de la demanda alimentaria ser¨ªa aumentar la producci¨®n. Pero, por parad¨®jico que parezca, esa decisi¨®n no siempre es posible. En algunos casos, por limitaciones f¨ªsicas; en otros, por razones legales y de ordenaci¨®n pol¨ªtica. Desde hace a?os Europa tiene bajo estricto control las cuotas de producci¨®n de leche y otros derivados l¨¢cteos. En la misma situaci¨®n se encuentra la producci¨®n de carne. La inercia de los mercados alimentarios es muy poderosa.
Ser¨ªa el momento oportuno para que las autoridades econ¨®micas activen la vigilancia sobre las redes intermediarias de distribuci¨®n. Aquellos vistosos observatorios de seguimiento de precios, prometidos en los inicios de la legislatura, no han servido para nada. M¨¢s que de observar se trata de garantizar la competencia entre las cadenas que llevan el tomate desde la huerta hasta el punto de venta. Esa garant¨ªa exige recursos de vigilancia y firmeza en las sanciones. Pero la inercia de tantos a?os de inacci¨®n tambi¨¦n en este caso es muy pesada.
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