La conciencia de la salsa
El m¨²sico neoyorquino Willie Col¨®n, figura de la m¨²sica latina, act¨²a en Londres en su posible despedida de los escenarios, de los que se retira para dedicarse a escribir
Latinos del Bronx y Manhattan, m¨²sicos de Per¨², Venezuela, Colombia, M¨¦xico y Puerto Rico, sobre el escenario del hist¨®rico Roundhouse, y mayor¨ªa de colombianos y venezolanos entre el p¨²blico. Alternando con cierto esfuerzo el tromb¨®n de varas y la voz, Willie Col¨®n. Se anunciaba como su despedida de Londres, aunque se fue con un "hasta la pr¨®xima". "El futuro est¨¢ un poco nebuloso. A m¨ª me encanta la m¨²sica, pero estoy un poco grande para esto. Quiero escribir un libro biogr¨¢fico con un poquito de ficci¨®n para proteger a los culpables. Y tambi¨¦n para evitar las demandas", dice sonriendo en el camerino al final de su actuaci¨®n.
Como bien dice la canci¨®n: la salsa nunca se acaba. "Es m¨¢s un concepto que un ritmo. Cuando en los a?os setenta comenzamos a mezclar la m¨²sica cubana con m¨²sica dominicana y puertorrique?a, los puristas se enfadaron porque para ellos era una blasfemia. Los cubanos dec¨ªan que les est¨¢bamos robando su m¨²sica y que lo est¨¢bamos haciendo mal. Pero la salsa se cre¨® en Nueva York de un choque de culturas. All¨ª tienes una de las comunidades latinas m¨¢s diversas del mundo".
"Tenemos que tratar de atraer a los latinos al ruedo pol¨ªtico. Es importante que los pol¨ªticos est¨¦n ahora necesitando su voto"
"Los cubanos dec¨ªan que les est¨¢bamos robando su m¨²sica. Pero la salsa se cre¨® en Nueva York de un choque de culturas"
En 1994 y 2001, William Anthony Col¨®n Rom¨¢n, nacido el 28 de abril de 1950, en el sur del Bronx, se present¨® a las primarias dem¨®cratas para el Congreso. "Hay una posibilidad de volverlo a intentar en 2009. Tenemos que tratar de atraer a los latinos al ruedo pol¨ªtico porque antes se conformaban con vivir en la sombra de la sociedad norteamericana. As¨ª se pierde mucha de tu humanidad. Dejas de ser persona y te conviertes en objeto. Es importante que los pol¨ªticos est¨¦n ahora necesitando el voto y les tengan respeto o miedo".
Cuando Willie Col¨®n grab¨® su primer disco en 1966 la comunidad hispana ocupaba el escal¨®n m¨¢s bajo de la sociedad norteamericana.
En 1991, ?scar Hijuelos, premio Pulitzer por su novela Los reyes del mambo tocan canciones de amor, afirmaba que ser latino era ser menos. Las cosas han cambiado. "Por la manera en que Estados Unidos ha arrasado el mundo", explica Willie Col¨®n. "Todos quieren vivir ensue?o americano. Si hubieran dejado que los dem¨¢s pa¨ªses comieran un poquito. Esto ya no tiene vuelta atr¨¢s. Es una ola irresistible. T¨² llamas a cualquier compa?¨ªa de Estados Unidos y lo primero que se oye es 'para espa?ol pulse el n¨²mero...'. Los latinos ya somos los m¨¢s numerosos despu¨¦s de los anglosajones".
Su representante ha advertido que no se le preguntara por El cantante, la pel¨ªcula que Jennifer L¨®pez y Marc Anthony han rodado sobre la vida de H¨¦ctor Lavoe. Pero Willie Col¨®n, que trabaj¨® como asesor en el filme, no tiene reparos en hablar. "Les hice algunas recomendaciones, pero evidentemente alguien decidi¨® no usarlas", dice. "Todo el mundo sabe que H¨¦ctor Lavoe usaba drogas, no es nada nuevo. ?Para qu¨¦ hacer una pel¨ªcula que solamente habla de la droga? Si t¨² no conoces a H¨¦ctor Lavoe y vas a verla, no vas a aprender nada. No vas a saber por qu¨¦ ¨¦l era tan querido, cu¨¢l era su arte".
Junto a H¨¦ctor Lavoe grab¨® algunos de sus mejores discos: "Salimos del barrio juntos y juntos fuimos viendo el mundo. Fue un buen compa?ero. Y un genio. Un tipo muy inteligente y con sentido del humor. Sal¨ªa y se met¨ªa a la gente en el bolsillo. No necesitaba ni cantar. Ten¨ªa carisma". Col¨®n dedica palabras menos amables a Rub¨¦n Blades, con el que produjo obras maestras como Siembra y apadrin¨® la salsa con contenidos sociales y pol¨ªticos: "Rub¨¦n me debe un fracat¨¢n de billetes. Todav¨ªa se est¨¢ escondiendo para no pagarme lo que me debe. Ponga en su art¨ªculo que a ver si el ministro viene y me paga para que seamos amigos".
Creci¨® en calles duras, en los barrios hispanos de Nueva York, entre miseria, marginalidad y violencia. All¨ª surgi¨® la salsa: m¨²sica callejera, rebelde. Las portadas de sus discos eran provocadoras: en Lo mato (1973) se le ve¨ªa enca?onando a un hombre mayor; en Cosa nuestra (1969) aparec¨ªa en un muelle con la funda de un arma bajo el brazo junto a un tipo enrollado en una esterilla con una gran piedra atada a los pies. "Desde los a?os ochenta las corporaciones discogr¨¢ficas crearon una imagen que m¨¢s parece para vender perfume. Los raperos y los del reggaeton adoptaron el gangsta, el tumbao ¨¦se, y creo que se lo tomaron a pecho. Nosotros lo hac¨ªamos siempre como un chiste, pero fuimos los primeros". La car¨¢tula de La gran fuga (1970), que simulaba un cartel de 'se busca', le caus¨® algunos problemas. "La hicimos en blanco y negro para economizar. Con lo que nos guardamos imprimimos 20.000 affiches y los pegamos por toda Nueva York. Y la gente llamaba a la polic¨ªa para ver cu¨¢nto hab¨ªa de recompensa. El FBI nos dijo que no pod¨ªamos hacer eso". Curiosamente, a finales de los a?os noventa, el m¨²sico encarn¨® a un agente de la DEA estadounidense. "La verdad es que le di la vuelta completa".
En el Roundhouse se escuch¨® El gran var¨®n, canci¨®n que narra la historia de un travesti, Sim¨®n, en un universo terriblemente machista. "Cuando la grabamos todo el mundo me cay¨® encima. Pero empez¨® a sonar y estuvo n¨²mero uno varias semanas. Y despu¨¦s Carolina Herrera y ?scar de la Renta me dieron un premio humanitario por ella y ya todo cambi¨®. Yo creo que fue algo bueno porque rompimos el hielo".
Col¨®n termin¨® el concierto londinense con Calle luna, calle sol y con un "gracias, mi gente". Porque era su gente la que estaba all¨ª. La que nunca ha dejado de escuchar y bailar salsa. Corren tiempos en que las informaciones sobre su pr¨®ximo disco -El malo volumen 2- pueden consultarse en williecolon.com. Tiempos distintos aunque quiz¨¢ no tanto: "Mire, se?ora / Agarre bien su cartera / No conoce este barrio / Aqu¨ª asaltan a cualquiera / En los barrios de guapos / No se vive tranquilo / Mide bien tus palabras / O no vales ni un kilo".
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