?Por fin, el toreo!

Un toro encastado, codicioso y noble, y un torero valiente, poderoso y artista. El toreo, por fin, en la feria de M¨¢laga. Y con ¨¦l, la indescriptible emoci¨®n que emana de un animal alegre y repetidor en su embestida y de un torero inteligente, un maestro que asienta las zapatillas en el albero, carga la suerte, embarca la embestida y torea con largura y liga los muletazos en tandas emocionant¨ªsimas.

El Juli es ese hombre, un torero maduro, que dict¨® una lecci¨®n magistral ante el segundo de la tarde, un toro de Jandilla, que no hizo una buena pelea en varas, pero demostr¨® una encastada nobleza, una extraordinaria acometividad y una alegr¨ªa impropia del toro moderno.

Entre ambos protagonizaron un espect¨¢culo precioso. El Juli se luci¨® en un ajustado y hondo quite por chicuelinas, que no fue m¨¢s que la antesala de una faena de muleta maciza, ligada, profunda y bella por ambas manos. Un estatuario de cartel dio paso a toda una sinfon¨ªa de derechazos y naturales cargados de fuerza, gracia y solemnidad. Pinch¨® en todo lo alto antes de cobrar una estocada hasta la bola que puso r¨²brica a una actuaci¨®n de maestro aut¨¦ntico ante un toro magn¨ªfico.

Tard¨® m¨¢s en templar su toreo con el quinto, tambi¨¦n repetidor y encastado, y, cuando lo consigui¨®, volvi¨® a demostrar que tiene un dominio total sobre la lidia. Lig¨® en un palmo de terreno y provoc¨® la emoci¨®n que s¨®lo puede surgir de las mu?ecas y la inteligencia de los m¨¢s grandes.

Una buenas ver¨®nicas de Tejela al tercero y se acab¨® el toreo por hoy, que tampoco hay que abusar. Este torero madrile?o tiene delito porque le adornan cualidades, pero parece preocuparle m¨¢s ponerse bonito que torear de verdad. Tiene clase de torero caro, pero torea despegado, no carga la suerte ni se arrebuja con el toro, y, en definitiva, no da el paso adelante para romper como figura. Eso le ocurri¨® ante su primero, noble y repetidor, y, aunque mejor¨® en el sexto, no firm¨® la faena que el noble toro merec¨ªa.

Y se despidi¨® Jesul¨ªn, y lo hizo sin ilusi¨®n, sin besos ni abrazos. Dijo adi¨®s con un hasta luego y con el rictus serio. Esto quiere decir, que siendo un torero completo, torea sin convicci¨®n, con tristeza, sin darle la importancia que la labor merece. Y no emociona nada. Estuvo muy debajo de las condiciones de su primero, y cumpli¨® ante el cuarto, que se lesion¨® en una ca¨ªda.