La 'fuerza oscura' de la Casa Blanca
El presidente se queda solo despu¨¦s de 14 a?os de intensa relaci¨®n personal con su estratega pol¨ªtico
Ahora s¨ª: la salida de Karl Rove establece definitivamente que George W. Bush, cuadrag¨¦simo tercer presidente de EE UU, es un pato cojo, un dirigente con limitada capacidad de influencia a la espera de que pasen los 17 meses que le quedan en la Casa Blanca. La victoria dem¨®crata en las legislativas del pasado oto?o le puso a la defensiva. Ahora, cuando el hombre que le llev¨® de la mano al Gobierno de Tejas (1994 y 1998) y a la Casa Blanca (2000 y, sobre todo, 2004), tira la toalla el presidente se queda solo despu¨¦s de 14 a?os de intens¨ªsima relaci¨®n pol¨ªtica y personal.
Rove, que cumplir¨¢ 57 a?os el d¨ªa de Navidad, pis¨® el Olimpo el mi¨¦rcoles 3 de noviembre de 2004, al d¨ªa siguiente de las presidenciales. Tras un recuento de infarto como el de cuatro a?os antes, cuando ya estaba claro que los votos de Ohio inclinaban el fiel de la balanza, Bush puso un nombre y un t¨ªtulo al ganador de la ¨¢spera batalla entre aplausos de los fieles: "Karl Rove, el arquitecto".
El deterioro producido por el caos en Irak fue recortando cada vez m¨¢s sus alas
Rove pasar¨¢ a la historia por su ferocidad en el ataque y ausencia de escr¨²pulos
Aquellas mieles duraron poco. En 2005, el esc¨¢ndalo de la filtraci¨®n del nombre de la agente secreta de la CIA, Valery Plame, envolvi¨® a Rove. El arquitecto sali¨® ileso, pero tocado, y la distracci¨®n del caso tuvo mucho que ver con la p¨¦rdida de reflejos de la Casa Blanca tras el hurac¨¢n Katrina. El deterioro producido por el caos en Irak -no exactamente culpa suya, pero ¨¦l era el cerebro, el ni?o prodigio- fue recortando cada vez m¨¢s sus alas. Rove qued¨® cegado por los dioses que castigan a quienes quieren perder y pis¨® el charco de otro esc¨¢ndalo a¨²n sin resolver: el despido de ocho responsables de Justicia por su falta de celo para perseguir supuestos esc¨¢ndalos de candidatos dem¨®cratas. Escud¨¢ndose en su cargo, se neg¨® a declarar ante el Congreso. Esa protecci¨®n -de ¨¦sta y otras investigaciones- se termina despu¨¦s del 31 de agosto.
Rove pasar¨¢ a la historia por su ferocidad en el ataque y su ausencia de escr¨²pulos, pero tambi¨¦n por su refinado conocimiento del campo de juego y por haber aplicado la estrategia de radicalizaci¨®n y movilizaci¨®n de las bases. Su historial es impresionante: desde 1986, ha logrado la victoria para sus candidatos en 34 de 41 ocasiones, seg¨²n las cuentas de Joshua Green.
El joven Rove ech¨® los dientes pol¨ªticos con estilo: a los 19 a?os, y despu¨¦s de haber sido meritorio en el Partido Republicano de Utah, rob¨® un millar de folios del dem¨®crata Alan Dixon, que quer¨ªa ser responsable de Finanzas de Illinois, e imprimi¨® un anuncio en el que se promet¨ªa "cerveza, comida y chicas" a los asistentes a los m¨ªtines de Dixon. Rove dijo despu¨¦s que fue una broma juvenil de mal gusto de la que estaba arrepentido. Pero el mismo Rove jug¨® sucio tres a?os despu¨¦s para ser presidente de la Asociaci¨®n de Universitarios Republicanos; m¨¢s tarde, ya convertido en operador pol¨ªtico, se encarg¨® de difundir rumores sobre la orientaci¨®n sexual de la gobernadora de Tejas, Ann Richards, derrotada por Bush en 1994; y se lanz¨®, en las primarias de 2000, a la yugular del entonces candidato republicano John McCain, sugiriendo que despu¨¦s de las torturas en Vietnam no estaba en su sano juicio para trabajar en el Despacho Oval.
Rove merece los t¨®picos period¨ªsticos recibidos (fuerza oscura, genio malvado). pero es "un estratega pol¨ªtico excepcionalmente bueno", afirmaron en su libro C¨®mo ganar Mark Halperin y John Harris, poco sospechosos de simpat¨ªas conservadoras y que le atribuyen un gran conocimiento de las debilidades y fortalezas del adversario, una ¨®ptima lectura de las encuestas y una direcci¨®n napole¨®nica de los batallones de voluntarios.
?C¨®mo gan¨® Rove las elecciones de 2004? Con la polarizaci¨®n y la movilizaci¨®n partidista -huyendo del centro, del mensaje conciliador, y confiando en la participaci¨®n masiva de las bases- y con un mill¨®n de esos voluntarios dedicados a telefonear, enviar cartas y correos electr¨®nicos y visitar hogares elegidos gracias al microtargeting, el env¨ªo de mensajes a los receptores en funci¨®n de la informaci¨®n que se posee tras el an¨¢lisis de bases de datos.
Rove afin¨® tambi¨¦n otra habilidad acu?ada desde joven, la percepci¨®n de la realidad en los t¨¦rminos pol¨ªtico-ling¨¹¨ªsticos m¨¢s favorables, y m¨¢s perjudiciales para el adversario, como denunci¨® George Lakoff. Y se convirti¨® en un maestro a la hora de controlar el acceso de sus candidatos a los grandes donantes republicanos.
2004 fue un ¨¦xito, pero 2006 se convirti¨® en el gran fracaso de Rove, que crey¨® tener los planos para evitar la cat¨¢strofe en las legislativas: "Usted puede llegar a hacer unas cuentas diferentes, pero tiene sus matem¨¢ticas; yo tengo las matem¨¢ticas", le dijo a un entrevistador que le disputaba los sondeos que le hac¨ªan asegurar que los republicanos seguir¨ªan controlando el Capitolio.
La derrota est¨¢ complicando el final de la era Bush, pero el gran fracaso de Rove, despu¨¦s de m¨¢s de dos d¨¦cadas de ¨¦xitos, va mucho m¨¢s all¨¢: no haber logrado su objetivo de establecer "una larga era conservadora" en la pol¨ªtica de EE UU. En el libro que ahora escribir¨¢, y con el que podr¨¢ pagar las facturas de los abogados que le defender¨¢n en los procesos que le esperan, podr¨¢ dar las explicaciones que considere pertinentes. Y aunque ha asegurado que no intervendr¨¢ en la campa?a de 2008, en ese mismo libro echar¨¢ su cuarto a espadas para intentar que no haya un presidente dem¨®crata en la que durante casi siete a?os ha sido su Casa Blanca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.