Una apelaci¨®n a la utop¨ªa
El polaco Zygmunt Bauman (Poznan, 1925), catedr¨¢tico em¨¦rito de Ciencias Sociales en las universidades de Leeds y Varsovia y uno de los pensadores m¨¢s l¨²cidos e influyentes de nuestro tiempo, contin¨²a en Vida l¨ªquida la reflexi¨®n sobre la cultura y la sociedad que iniciara la d¨¦cada pasada con sentido cr¨ªtico, y en algunos casos iconoclasta, en Modernidad l¨ªquida y Amor l¨ªquido. Seg¨²n Bauman, en la modernidad todo es l¨ªquido, inconsistente, evanescente. Las condiciones de vida y de acci¨®n o las estrategias de respuesta se modifican con tal celeridad que no pueden consolidarse ni traducirse en h¨¢bitos y costumbres. Nuestro mundo avanza vertiginosamente pero sin rumbo, cambia compulsivamente pero sin consistencia. No hay tiempo para que las cosas echen ra¨ªces. La precariedad es el signo de nuestro tiempo. Siempre hay que estar empezando y terminando. Pareciera que el imperativo categ¨®rico fuera ponerse al d¨ªa. Las cosas se adquieren y se desechan con una celeridad compulsiva. Las capacidades se tornan discapacidades r¨¢pidamente. La apelaci¨®n a la experiencia es signo de decrepitud. Se impone la velocidad versus la duraci¨®n, la aceleraci¨®n versus la eternidad, la novedad versus la tradici¨®n. Hemos pasado del miedo al cambio al miedo al estancamiento.
VIDA L?QUIDA
Zygmunt Bauman
Traducci¨®n de Albino Santos
Paid¨®s. Barcelona, 2007
208 p¨¢ginas. 12 euros
Para Bauman la vida l¨ªquida
se caracteriza por ser una cultura de la discontinuidad y del olvido; que no educa en la reflexi¨®n con profundidad ni en la actitud de b¨²squeda, sino en la ojeada fugaz. No hay convicciones firmes, s¨®lo opiniones diletantes que pueden cambiar enseguida en la pol¨ªtica y en el debate intelectual. Cada vez hay menos personas dispuestas a dar su vida por algo o por alguien. Se ha pasado de la figura del m¨¢rtir a la del h¨¦roe como camino m¨¢s r¨¢pido para conseguir celebridad.
La democracia ha sufrido un golpe de Estado neoliberal, cuyo objetivo es privatizar la esfera p¨²blica y eliminar la utop¨ªa social. La utop¨ªa de la modernidad, dice Bauman, se ha convertido "en blanco y presa de llaneros, cazadores y tramposos solitarios: uno de los muchos trofeos de la conquista y la anexi¨®n de lo p¨²blico a lo privado" (p¨¢gina 200).
Su l¨²cido an¨¢lisis muestra que el individuo cuanto m¨¢s se empe?a en afirmar su individualidad, m¨¢s asediado se ve por la sociedad. "La individualidad es tarea que la propia sociedad de individuos fija para sus miembros" (p¨¢gina 31). ?En qu¨¦ queda, entonces, el viaje de autodescubrimiento? En una mera feria global de comercio al por mayor de recetas de individualidad. Los elementos aut¨¦nticamente individuales de cada persona se convierten en moneda de uso com¨²n, en est¨¢ndares. Junto al asedio del individuo por la sociedad, Bauman analiza el proceso de fragmentaci¨®n, de diversidad individual y social. Lo que exige el fortalecimiento de la cohesi¨®n social y el desarrollo de un sentido de conciencia y responsabilidad social.
Estudia tambi¨¦n el distanciamiento de la pol¨ªtica y de lo p¨²blico que, seg¨²n Hannah Arendt, se ha convertido en la "actitud b¨¢sica del individuo moderno, quien, alienado del mundo, s¨®lo puede revelarse verdaderamente en privado y en la intimidad de los encuentros cara a cara" (p¨¢gina 172). Bauman se pregunta por la posibilidad de convertir el espacio p¨²blico en lugar de participaci¨®n duradera, de di¨¢logo permanente y de confrontaci¨®n entre el consenso y el disenso, en vez de ¨¢mbito de citas fugaces y casuales o de encuentros comerciales. Esa conversi¨®n s¨®lo es posible, responde, creando un espacio p¨²blico global, que se traduzca en una pol¨ªtica planetaria adecuada, un escenario igualmente planetario, un an¨¢lisis global de los problemas provocados a escala mundial y una responsabilidad planetaria, que exige reformar el tejido de las interdependencias e interacciones globales.
Las reflexiones de Bauman,
se compartan o no, dan que pensar. Provocan insatisfacci¨®n como punto de partida para cambiar la realidad. Invitan a construir relaciones sim¨¦tricas, c¨¢lidas, duraderas, aut¨¦nticas, profundas, no mediadas cremat¨ªsticamente. Vida l¨ªquida no desemboca en desencanto y apat¨ªa. Termina con una llamada a la esperanza entendida como encuentro entre la imaginaci¨®n y el sentido moral. La esperanza se resiste, y con raz¨®n, a reconocer la jurisdicci¨®n "de lo que es" y a someterse al dictamen de la realidad. Es la realidad, m¨¢s bien, la que tiene que explicar por qu¨¦ no sigui¨® el criterio marcado por la esperanza. Y hace una apelaci¨®n a la utop¨ªa, a partir de la consideraci¨®n de Bloch sobre el ser humano como criatura esperanzada y de la idea de L¨¦vinas sobre la ¨¦tica como filosof¨ªa primera. El mundo exterior tiene que demostrar su inocencia ante el tribunal de la ¨¦tica, no viceversa. Y por el momento no le va a ser posible demostrarla.
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