Siglo y medio de querellas divinas
Si se dice en Italia que no hay nada m¨¢s parecido a una familia real que la de los Agnelli, en Alemania habr¨ªa que decir que los Wagner son el ejemplo m¨¢s vivo de una familia divina. Siguen teniendo su olimpo en Bayreuth, aunque Wahnfried, la mansi¨®n de Richard Wagner, su particular Walhalla, sea desde hace a?os un museo. Siguen controlando tambi¨¦n su templo, el Festspielhaus, el teatro de la Verde Colina, que las autoridades locales sostienen como si fuera eterno el dedo protector de Luis II de Baviera. Pero lo m¨¢s notable es el modo en que los herederos prolongan en la vida real la saga de querellas familiares desarrollada por Richard en la Tetralog¨ªa.
Katharina Wagner r¨ªe divertida cuando se le pregunta si no se ha sentido alguna vez Brunilda, la valkiria ind¨®mita, o si no ha identificado a su padre, Wolf-gang, con Wotan, el dios caprichoso y decadente que ve el mundo por los ojos de su hija favorita. "No creo que la comparaci¨®n sea correcta, aunque mi padre y yo nos amamos, como en cualquier familia", dice.
Menos entusiasmo le causan a la menor de las Wagner las preguntas sobre su media hermana, Eva, y su prima, Nike, ambas de 62 a?os, que compiten con ella por la direcci¨®n del Festival de Bayreuth. Nike declar¨® tras el estreno de Los Maestros Cantores: Katharina "est¨¢ dando vino viejo en odres nuevas". "Siempre tiene que decir algo en p¨²blico sobre la familia, pero no es mi estilo. No creo que debamos discutir problemas familiares o est¨¦ticos a trav¨¦s de la prensa", comenta la criticada.
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