Fil¨®sofos en Pek¨ªn
"Adem¨¢s de las formas de sociedad que comparten con los animales, los humanos tienen cosas como moneda, propiedad, gobierno y... congresos de filosof¨ªa", dijo con humor el pensador americano John Searle en la conferencia que clausur¨® el encuentro filos¨®fico que se acaba de celebrar en Pek¨ªn. La inauguraci¨®n del mismo, exactamente un a?o antes de los Juegos Ol¨ªmpicos de 2008, coincidi¨® con las pompas tendientes a conjurar los malos augurios (poluci¨®n de la ciudad en primer lugar, quiz¨¢s exagerada) que algunos vierten sobre este acontecimiento. Reuni¨®n de fil¨®sofos que, d¨®ciles ante una obligada excursi¨®n, se sorprendieron al ver que el Libro Rojo de Mao (en su d¨ªa objeto de tanta controversia "dial¨¦ctica") se vende entre baratijas a lo largo de la intransitable Gran Muralla, como se vende la camiseta con la imagen de Che Guevara en la no menos intransitable Rambla barcelonesa.
?Quiere ello decir que el Gran Timonel es ya, en China, una mera reliquia? Dif¨ªcil asegurarlo: la imagen de Mao est¨¢ en los billetes de banco y la epopeya de la Larga Marcha es cotidianamente evocada, con elevado lirismo, en cadenas de televisi¨®n. Lo ¨²nico claro es que el pa¨ªs se halla sumido en una modalidad de contradicci¨®n no prevista en la teor¨ªa mao¨ªsta, a saber, la "coexistencia" de la fidelidad al ideario colectivista y la entrega al liberalismo econ¨®mico m¨¢s desenfrenado. Este tipo de polaridades se traduce incluso en la presentaci¨®n formal del evento que nos ocupa. Pues trat¨¢ndose del congreso oficial de una divisi¨®n de la International Union of History and Philosophy of Science, ha contado con el muy significativo auspicio de la Sociedad China para la Dial¨¦ctica de la Naturaleza. Una terminolog¨ªa de resonancias ortodoxas en el marxismo-leninismo (teor¨ªa que, no lo olvidemos, el Libro Rojo pretend¨ªa precisamente fertilizar) e instituci¨®n filos¨®fica dif¨ªcilmente homologable en el mundo acad¨¦mico de los pa¨ªses representados en el encuentro, con descontado papel relevante de los Estados Unidos. Pues si John Searle clausuraba el congreso, el hoy tambi¨¦n ciudadano americano Adolf Grunbaum pronunciaba la conferencia inaugural. Entre ambos, ponentes de muy diferentes pa¨ªses (Espa?a entre ellos), aunque con significativa ausencia de pa¨ªses africanos, la mayor¨ªa de los asi¨¢ticos y muchos de la Europa no comunitaria y de Am¨¦rica Latina. Ausencia por razones tan obvias como escandalosas, por cierto que sea que no hay soluci¨®n viable (la simple inscripci¨®n en el congreso supera el sueldo mensual de universitarios de m¨²ltiples pa¨ªses) y que pone en entredicho el grado de representatividad de las instituciones acad¨¦micas internacionales. Para un fil¨®sofo de la Biolog¨ªa, por poner un ejemplo, de los pa¨ªses evocados la imposibilidad econ¨®mica de unirse a sus colegas constituye una marginaci¨®n objetiva y una suerte de herida simb¨®lica.
En cualquier caso, aunque centrado en problemas de filosof¨ªa de la ciencia y de l¨®gica, el congreso se ampli¨® a m¨²ltiples temas que lo convirtieron en acontecimiento filos¨®fico en el sentido gen¨¦rico del t¨¦rmino.Pues hubo debates sobre cosmolog¨ªa, sobre las relaciones entre ciencia, filosof¨ªa y sociedad, sobre el lazo conocimiento-educaci¨®n, as¨ª como un simposium especial sobre Freud y otro sobre el aut¨¦ntico peso de Internet en el trabajo cient¨ªfico. Y si Grun-baum retom¨® la pregunta "?Por qu¨¦ hay universo y no simplemente nada?", las sesiones en torno a la Mec¨¢nica Cu¨¢ntica, por dar un ejemplo, pusieron de relieve que el soporte cient¨ªfico es magn¨ªfico pelda?o para abordar con rigor las interrogaciones filos¨®ficas m¨¢s arcaicas, las ontol¨®gicas en primer lugar (Social Ontology fue de hecho el t¨ªtulo de la conferencia del profesor Searle).
F¨¦rtiles debates, en este congreso de Pek¨ªn, que se prolongar¨¢n tambi¨¦n en Asia el a?o pr¨®ximo (puesto que Se¨²l es la ciudad elegida para el m¨¢s gen¨¦rico Congreso Mundial de Filosof¨ªa). Debates que se desarrollaron exclusivamente en ingl¨¦s, pues la lengua china no era oficial y no hab¨ªa traducci¨®n ni siquiera en las sesiones plenarias, y ello por razones no tanto econ¨®micas como de principio. Asunto no trivial y que no cabe despachar con el argumento de que el car¨¢cter internacional de las instituciones acad¨¦micas de peso exige una lengua com¨²n. Pues resulta, simplemente, no ser cierto que el dominio de la lengua inglesa est¨¦ asegurado entre los miembros de la comunidad acad¨¦mica de los diferentes pa¨ªses. Y en este caso la cosa lleg¨® a rozar el escarnio, pues forzados a la comunicaci¨®n p¨²blica, a veces entre ellos mismos, en una lengua que les resulta muy ardua, los ponentes chinos se hallaban objetivamente mermados y muchos de ellos acabaron por no asistir a las sesiones de debate y en alg¨²n caso renunciaron a la propia exposici¨®n. Por razones de alejamiento fon¨¦tico y estructural respecto del ingl¨¦s, el caso de lenguas como el chino no es homologable al del espa?ol. Pero el asunto tambi¨¦n afecta a nuestro pa¨ªs, donde se est¨¢ fraguando un proyecto (precisamente con apoyo de fil¨®sofos de la ciencia como Javier Echeverr¨ªa) de generalizar la transmisi¨®n de la filosof¨ªa en espa?ol.
Las lenguas son intercambiables entre s¨ª en potencialidad conceptual y, por ello mismo, equiparables en dignidad. Pero la informaci¨®n y sobre todo su monopolio las jerarquiza. La lengua china es, como tantas otras, una de las v¨ªctimas. Los fil¨®sofos del congreso que visitaron la Gran Muralla se sorprendieron al ver que, en lo alto de la monta?a circundante, el eslogan en ingl¨¦s "Un ¨²nico mundo, un ¨²nico sue?o" dominaba el paisaje.
Es tambi¨¦n una exigencia filos¨®fica el elucidar si, en esta unicidad, el sueno se est¨¢ o no convirtiendo en pesadilla.
V¨ªctor G¨®mez Pin es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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