A vueltas con la ¨¦tica

Fue Gadamer, uno de los grandes protagonistas del ¨²ltimo libro de Jes¨²s Conill, quien elev¨® a la categor¨ªa de "manifiesto hermen¨¦utico" el comentario de Kart Barth a la Carta a los Romanos, de san Pablo. En la ex¨¦gesis de este texto, sostiene Gadamer, el te¨®logo de Basilea "traduce radicalmente" el temporalmente lejano mensaje paulino al lenguaje de nuestros d¨ªas, ejerciendo as¨ª de hermeneuta. El hermeneuta es, pues, en una primera aproximaci¨®n, una especie de barquero que une lejanas orillas, que, en feliz formulaci¨®n gadameriana, "fusiona horizontes". El hermeneuta tiene que ver, aunque no s¨®lo, con la vivificaci¨®n de los textos. En sus manos, la herencia escrita del pasado vuelve a interpelarnos.

Por cierto: un entusiasta

de Kart Barth ha escrito que quien abandone este mundo sin haber le¨ªdo el Comentario a la Carta a los Romanos y Lo santo, de R. Otto, habr¨¢ vivido en vano. Mitigada convenientemente la exageraci¨®n, quede en pie la recomendaci¨®n... Y nadie piense que es necesario conocer los ¨²ltimos debates en teor¨ªa hermen¨¦utica para comprender y gozar con la lectura de los textos. Se puede disfrutar de Homero sin ser un especialista en cl¨¢sicos. Eso s¨ª: determinadas circunstancias hist¨®ricas favorecen la comprensi¨®n.

Estoy, a fin de conseguir la comprensi¨®n, simplificando el contenido del libro que presento. Jes¨²s Conill, catedr¨¢tico de filosof¨ªa moral en la Universidad de Valencia, ha escrito un libro de alta investigaci¨®n. A sus p¨¢ginas se asoman todos los grandes maestros de la ¨¦tica hermen¨¦utica. Se trata, creo, de recreaciones muy logradas de Kant, Dilthey, Heidegger, Gadamer, Ricoeur, Taylor, Vattimo y algunos m¨¢s. El lector intuye que hay mucho esfuerzo intelectual detr¨¢s de tanto logro expositivo. Especial inter¨¦s suscita el magn¨ªfico an¨¢lisis comparativo entre Heidegger y Gadamer.

Y lo m¨¢s decisivo: Conill

sabe que en una comprensi¨®n radical del ser humano, como la que ¨¦l intenta ofrecer, est¨¢ siempre presente la dimensi¨®n ¨¦tica y pr¨¢ctica. Por eso, su ¨¦tica hermen¨¦utica cr¨ªtica desde la facticidad, desde el propio existir, se propone metas casi inalcanzables: esclarecer la existencia humana, comprenderla, interpretarla y, a ser posible, darle sentido. Es una ¨¦tica cr¨ªtica que mira hacia el pasado y hacia el futuro, intentando dar nombre a lo que nos pasa en el presente. Una ¨¦tica hermen¨¦utica que se propone desenmascarar, criticar e incluso destruir los senderos equivocados que transitamos. Formulado positivamente: se busca una ¨¦tica que aporte luz a los trances m¨¢s amargos del vivir humano, entre los que siempre se dan cita el sufrimiento, la soledad, el fracaso, la culpa, la muerte. Para ello, Conill pide, en un gran alarde informativo, ayuda a algunos de los grandes proyectos ¨¦ticos contempor¨¢neos: a la ¨¦tica discursiva, de Apel y Habermas; a la ¨¦tica de la alteridad y el reconocimiento, de Ricoeur; a la ¨¦tica de la autenticidad, de Taylor; y a la ¨¦tica de la piedad, de Vattimo. En tan buena compa?¨ªa, Conill sale muy airoso en su intento de alumbrar una ¨¦tica hermen¨¦utica experiencial, humanista, aplicada, axiol¨®gica y liberadora. Una obra de gran calado filos¨®fico y humano.