En busca de las reinas perdidas
Los avances tecnol¨®gicos est¨¢n transformando el trabajo del arque¨®logo. Entre los "puntos calientes" del planeta para estos aventureros pacientes se encuentran Egipto, China, Centroam¨¦rica y Suram¨¦rica. Tumbas de reinas, guerreros y ruinas de antiguas ciudades. Hatshepsut, Nefertiti y Cleopatra marcan especialmente el momento actual en la arqueolog¨ªa en Egipto.
La arqueolog¨ªa en Egipto es trabajo minucioso, sudor, paciencia y atenci¨®n a los detalles aparentemente m¨¢s nimios. Sin embargo, tambi¨¦n est¨¢ hecha de oro, leyenda, suerte y extraordinarios hallazgos. Miles de profesionales, egipcios y de muchos otros pa¨ªses, entre ellos el nuestro, trabajan sobre el terreno en el pa¨ªs del Nilo y en los laboratorios, museos y bibliotecas de todo el mundo para ir desovillando la enrevesada madeja de la gran civilizaci¨®n fara¨®nica. Su labor abarca todo el espectro de la vida en el antiguo Egipto, incluidos los aspectos m¨¢s humildes, y en numerosos terrenos se est¨¢n haciendo descubrimientos de importancia. No obstante, el estimulante momento presente lo marcan de manera especial tres reinas, y tres de las m¨¢s grandes, tres aut¨¦nticos iconos: Hatshepsut, Nefertiti y Cleopatra (por orden de antig¨¹edad). Las tres han sido -y parece que lo seguir¨ªan siendo- noticia en los ¨²ltimos tiempos, y con sus nombres insignes, como lo hizo y no ha dejado de hacerlo The golden boy, el chico de oro, Tutankam¨®n, arrastran la mirada del p¨²blico hacia Egipto con su soberano brillo.
A las tres reinas perdidas, pues
de ninguna ten¨ªamos el cuerpo, la poderosa gran faraona Hatshepsut (que vivi¨® hace unos 3.500 a?os), la bella esposa del fara¨®n hereje Nefertiti (hace unos 2.300 a?os) y la seductora e intrigante Cleopatra (la m¨¢s jovencita: 2.050 a?os) se las ha buscado insistentemente desde la infancia de la egiptolog¨ªa. La actual conjunci¨®n de sus nombres se debe a que una al menos parece haber sido por fin hallada, Hatshepsut, algunos creen que tambi¨¦n otra, Nefertiti, y hay pistas que conducen a creer que Cleopatra -la m¨¢s perdida de todas, y valga la polisemia- est¨¢ asimismo a tiro.
La momia de Hatshepsut fue presentada por todo lo alto el pasado junio por el ¨ªnclito gran responsable de las antig¨¹edades fara¨®nicas de Egipto, Zahi Hawass, omnipresente en cualquier actividad arqueol¨®gica en su pa¨ªs y cuyo nombre est¨¢ vinculado tambi¨¦n a la pesquisa sobre las otras dos reinas. El hallazgo no se produjo en un contexto de tumba perdida, pico y pala sino en los almacenes del viejo Museo Egipcio de El Cairo, en cuyas no menos polvorientas reservas seguramente hay m¨¢s para excavar que en algunas necr¨®polis. El descubrimiento de la momia de Hatshepsut es de hecho una reidentificaci¨®n. Esto puede sorprender, pero est¨¢ sucediendo cada vez m¨¢s a menudo, a medida que la panoplia cient¨ªfica ofrece m¨¢s y mejores medios de an¨¢lisis -como la tomograf¨ªa computarizada, que desenvuelve virtualmente las momias- , que los materiales de la antig¨¹edad (con todo el respeto para los restos de la reina) son reconsiderados y recalificados, con grandes sorpresas.
La que ha sido identificada como Hatshepsut -ya algunos estudiosos hab¨ªan adelantado tal posibilidad- era hasta ahora la momia an¨®nima, aunque con el brazo izquierdo doblado sobre el pecho, como sol¨ªa enterrarse a las reinas, de una mujer anciana y gorda hallada por Carter en una peque?a tumba sin inscripciones (KV 60) del Valle de los Reyes en 1903. Junto a esa momia hab¨ªa otra: la de la nodriza de la propia Hatshepsut, Sitre In. Las recientes im¨¢genes de la rutilante presentaci¨®n p¨²blica de la momia de la reina la han mostrado calva, pero hab¨ªa tenido el pelo largo, que apareci¨® suelto debajo de la cabeza cuando se encontr¨® el cuerpo a principios de siglo. La clave definitiva en la identificaci¨®n, de tintes policiaco-forenses, ha sido un fragmento de muela hallado en una caja con el sello de Hatshepsut que conten¨ªa otros restos de la reina, como el h¨ªgado momificado. Dicho fragmento molar encaja, por lo visto, en la boca de la ajada soberana (uno intenta imaginar a Hawass abri¨¦ndole la boca a la momia y se le antoja una escena g¨®tica de la Hammer).
?Tenemos pues ya a la gran mujer, quiz¨¢ la m¨¢s poderosa de la antig¨¹edad, que rein¨® como fara¨®n con atav¨ªo masculino, hizo la guerra, edific¨® el templo de Deir el Bahari, renov¨® cultos y dispon¨ªa de guepardos como mascotas? (v¨¦ase la formidable biograf¨ªa de Christine Desroches Noblecourt Hatshepsut, la reina misteriosa, Edhasa, 2004). "S¨ª, se puede decir que tenemos otra momia real identificada", se?ala el brit¨¢nico Barry Kemp, uno de los m¨¢s prestigiosos egipt¨®logos del mundo, autor del can¨®nico El antiguo Egipto (Cr¨ªtica, 2005). "En estos casos nunca est¨¢s absolutamente seguro, al ciento por ciento, resulta muy dif¨ªcil, pero la de Hatshepsut es una identificaci¨®n m¨¢s segura, incluso, que la de otras momias reales". Kemp, que se?ala la dificultad de obtener ADN de los cuerpos embalsamados, que suele estar muy contaminado, recuerda que la peripecia de esas momias de la realeza, con saqueos de sus tumbas, traslados a lo largo de los siglos por los sacerdotes para su preservaci¨®n, revendado y reaprovechamiento de sarc¨®fagos, ha convertido en un verdadero juego de pistas, enrevesado pero apasionante, la identificaci¨®n.
El caso de la supuesta momia
de Nefertiti es parecido al de la de Hatshepsut, aunque mucho m¨¢s discutible. La que la estudiosa brit¨¢nica Joann Fletcher asegura desde 2003 que es la gran esposa de Akenat¨®n -v¨¦ase su libro El enigma de Nefertiti, Cr¨ªtica, 2005- es una momia que tambi¨¦n hab¨ªa sido descubierta anteriormente, en 1898, en la tumba de Amenofis II en el Valle de los Reyes (KV 35). Esa tumba fue convertida en la antig¨¹edad en un escondite de momias de la realeza rescatadas de sus propios sepulcros. Hab¨ªa una docena de reyes y en una peque?a c¨¢mara -donde siguen depositadas- aparecieron tres momias an¨®nimas y desnudas, una de las cuales, con la que se hab¨ªan ensa?ado los saqueadores, Fletcher considera, bas¨¢ndose en diversas pruebas bastante circunstanciales, que es la de Nefertiti.
"No estoy convencido", dice al respecto Kemp, "pero la investigaci¨®n es muy interesante; hay que seguir haciendo pruebas, de momento, considerar que se trata de Nefertiti es un acto de fe". Kemp recuerda al respecto que en Egipto hay much¨ªsimas reinas y princesas que no han sido halladas y que son "candidatas potenciales" a ese cuerpo.
Hawass se puso furioso con la identificaci¨®n lanzada a bombo y platillo por Fletcher, que considera err¨®nea. De hecho, varios estudiosos opinan que la tumba de Nefertiti est¨¢ a¨²n por encontrar. La reina -cuyo famoso busto policromado es tambi¨¦n noticia por la nueva reclamaci¨®n de Egipto para que Alemania lo devuelva- es un personaje clave de la ¨¦poca de Amarna, una de las m¨¢s convulsas y trascendentales de la historia de Egipto. El hallazgo de su cuerpo podr¨ªa arrojar luz sobre su desaparici¨®n repentina de la historia, uno de los grandes enigmas del Antiguo Egipto. ?Fue repudiada Nefertiti por Akenat¨®n? ?Muri¨® alejada del poder? ?O subi¨® ella misma al trono bajo el nombre de Smenkere, el sucesor de su marido? "Simplemente no lo sabemos, no hay datos", reflexiona Kemp. "Personalmente, soy esc¨¦ptico con la teor¨ªa de que se convirti¨® en fara¨®n".
De la tercera reina, Cleopatra, el propio Hawass ha anunciado que cree haber encontrado la tumba en la que fueron depositados ella y Marco Antonio, en el ¨¢rea del templo de Taposiris Magna, en el delta, a 45 kil¨®metros al oeste de Alejandr¨ªa, aunque el acceso es complicado porque est¨¢ inundada. Una moneda y una estatua probar¨ªan que se trata del sepulcro de la m¨¢s c¨¦lebre soberana de Egipto. Las investigaciones se reanudar¨¢n en octubre, hasta entonces s¨®lo queda confiar en el olfato de Hawass para las momias, que es mucho.
Taposiris Magna es la actual
Abusir, junto al lago Mareotis. Las ruinas de la antigua ciudad, que incluyen el templo de Osiris, cubren m¨¢s de un kil¨®metro cuadrado y est¨¢n casi completamente por excavar. La localizaci¨®n que propone Hawass parece un poco lejana, pues la tradici¨®n quiere que el Mnema, la tumba de Cleopatra, est¨¦ en la misma Alejandr¨ªa, al norte, en la zona de los palacios y el viejo Mouseion en la que se encontraban las tumbas de los dem¨¢s Ptolomeos -y posiblemente tambi¨¦n el Sema (o Soma, "el Cuerpo"), la perdida tumba de Alejandro Magno. Encontrar la momia de Cleopatra, algo con lo que de momento s¨®lo podemos so?ar, servir¨ªa para arrojar luz sobre el enigma de su muerte (la leyenda del ¨¢spid), por no hablar de su nariz.
"Es un momento interesante, con esas tres reinas", recapitula Kemp. "Pero", advierte, "hay que recordar que ellas s¨®lo formaban parte del peque?o grupo que dirig¨ªa Egipto. Yo trato de entender c¨®mo funcionaba la vida cotidiana y eso no se encuentra en las necr¨®polis reales y en las momias de los soberanos, aunque sean las cosas que m¨¢s despiertan el inter¨¦s del p¨²blico".
NOVEDADES
La revoluci¨®n de la arqueolog¨ªa. Ian Morris. Edhasa, 2007.
Descubriendo la tumba de Tutankhamon.
Howard Carter.
J. J. Ola?eta, 2007.
La casa de las ¨¢guilas. Un ejemplar de la arquitectura religiosa en Tenochtitl¨¢n. Leonardo L¨®pez Luj¨¢n. Fondo de Cultura Econ¨®mica, 2007.
La fotograf¨ªa en la arqueolog¨ªa espa?ola. Susana Gonz¨¢lez Reyero. Real Academia de la Historia, 2006.
Villa de los Misterios de Pompeya. Linda Fierz-David. Atalanta, 2007.
Los templos griegos. Tony Spawforth. Akal, 2007.
L¨¦xico de arqueolog¨ªa. Gonzalo ?guila Escobar. Universidad de Granada, 2007.
Per¨² Antiguo. Mar¨ªa Longhena. Folio, 2007.
La necr¨®polis de Medell¨ªn I. Mart¨ªn Almagro-Gorbea. Real Academia de la Historia.
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