Una isla cosida a ?frica
Un d¨ªa en Ceuta no es suficiente para conocer todo lo que la ciudad puede ofrecer
Los habitantes de Ceuta saben que gran parte de la ciudad es una isla cosida por puentes al resto al continente africano, cruzada como por una cicatriz por el foso de San Felipe, el ¨²nico navegable de Europa. Un d¨ªa paseando por sus calles es poco tiempo y se abandona la ciudad con la sensaci¨®n de haber visto s¨®lo la punta del iceberg y con ganas de volver, aunque los retrasos del transbordador -el de vuelta a Algeciras alcanz¨® las dos horas- socavan ese impulso. No es Ceuta s¨®lo una ciudad fronteriza, es adem¨¢s, debido al inter¨¦s defensivo de su situaci¨®n geogr¨¢fica, una plaza de tradici¨®n militar con aromas castellanos, ¨¢rabes y portugueses.
Todos se conocen. Unos se saludan en castellano y otros, en dariya
Para llegar hasta esta ciudad aut¨®noma la primera parada es Algeciras, desde donde se toma el barco transbordador. El puerto est¨¢ bien indicado y all¨ª proliferan las agencias de viajes que venden los billetes de las diferentes compa?¨ªas, de forma que hay un barco cada media hora. 35 euros por viaje, 50 si se lleva el coche, y un 20% de descuento si se compra ida y vuelta.
El transbordador de ida lleva 15 minutos de retraso y en la sala de espera, bajo una difusa luz cenital, se mezclan conversaciones en ¨¢rabe con acentos castellanos, zapatos de tac¨®n con sandalias y tatuajes de henna, pero todos con tel¨¦fono m¨®vil. Una vez en el barco, los pasajeros entran movi¨¦ndose como hormigas, buscando las mejores vistas para hacer la traves¨ªa. No hay acceso al puente y la proa queda reservada para los pasajeros de categor¨ªa superior. Cuatro euros y medio marcan la diferencia.
?Qu¨¦ se puede conocer de Ceuta en un d¨ªa? En la oficina de turismo del puerto, con un mapa extendido sobre el mostrador, abundan en datos y lugares de inter¨¦s: tiene algo m¨¢s de 75.000 habitantes y un barco tur¨ªstico que circunvala la parte de isla que tiene la ciudad; existe una tarifa de taxi est¨¢ndar que por 36 euros ense?a la ciudad durante dos horas; hay una franja de tierra ganada al mar donde est¨¢ el puerto deportivo y un parque, el Parque del Mediterr¨¢neo, obra p¨®stuma del arquitecto Cesar Manrique, con tres lagos artificiales de agua de mar; en el centro de Ceuta hay una moderna zona de compras libre de impuestos y una ruta cultural salpicada de historia, con numerosos acuartelamientos militares, y observando la ciudad desde lo alto de sendas colinas dos miradores: el de Isabel II y el de San Antonio.
Multitud de atracciones y lugares de inter¨¦s en un mapa que de repente se antoja inmenso, pero al salir a la calle las dimensiones se adecuan a la realidad y todo aquello se?alado a tinta en el mapa va tomando forma y queda cerca. La zona del puerto muestra una cara lavada y limpita junto a las murallas portuguesas, al centro se tarda no m¨¢s de diez minutos andando desde el transbordador, las terrazas con gente tomando t¨¦ verde con hierbabuena se multiplican y, callejeando arriba y abajo, asoma a veces, como un dinosaurio, un transbordador que llega o sale. Es un placer sentarse en una de sus plazas y observar las aparentes diferencias de la ciudad fronteriza, donde la gente se saluda como en un pueblo donde todos se conocen, unos en castellano y otros en dariya, el dialecto del norte de Marruecos; donde unos fuman y charlan viendo pasar los barcos y el tiempo y otros bailan hip-hop sobre el escudo de la ciudad dibujado en el suelo de la plaza de ?frica, la plaza del Ayuntamiento.
Abderram¨¢n, un taxista que dice de s¨ª mismo tener nombre de rey antiguo, cuenta que ahora es temporada alta aunque la ciudad no est¨¢ preparada para el turismo, que a esta ciudad "la gente viene s¨®lo para ir a Marruecos, pocos vienen para conocerla". Sin embargo, quien viene se da cuenta que un d¨ªa no es tiempo suficiente para alcanzar a conocer este iceberg de carita lavada y con alma de tierra de paso.
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