Castrar a violadores o no
Los m¨¦dicos aconsejan primar el tratamiento psicol¨®gico sobre el uso de medicamentos
"Pido que se me castre, porque mi deseo es ser persona". La frase la redact¨® Jes¨²s Agust¨ªn Hern¨¢ndez, de 52 a?os, al juez que lleva su caso. Hern¨¢ndez est¨¢ acusado de violar a una ni?a de diez a?os, en agosto de 2004, en la localidad madrile?a de Miraflores de la Sierra.
En los a?os ochenta, este hombre ya fue condenado a 46 a?os de prisi¨®n por violar y asesinar a otra ni?a en Las Palmas. Durante su reciente juicio, Hern¨¢ndez reconoci¨® su delito, pidi¨® perd¨®n y solicit¨® que no le dejen salir nunca m¨¢s de prisi¨®n. "Soy un peligro p¨²blico", exclam¨®.
Los juristas sostienen que el uso del f¨¢rmaco choca con derechos constitucionales
Los m¨¦dicos cuestionan la eficacia de la castraci¨®n qu¨ªmica para controlar a los agresores sexuales, y los juristas dudan de su legalidad
Su caso ilustra un problema de dif¨ªcil resoluci¨®n: la rehabilitaci¨®n de los agresores sexuales. Uno de cada cinco violadores reinciden cuando abandonan la prisi¨®n, seg¨²n los expertos. El debate estalla, de forma peri¨®dica, cada vez que se produce un hecho especialmente doloroso. Como el de un pederasta franc¨¦s condenado tres veces por abusos sexuales, que, poco despu¨¦s de abandonar la c¨¢rcel, viol¨® supuestamente a un ni?o de cinco a?os. El presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, abog¨® por aplicar nuevas medidas, m¨¢s contundentes, contra quienes reinciden. Una de ellas ha causado especial revuelo: la castraci¨®n qu¨ªmica.
Los pol¨ªticos espa?oles de todo el arco ideol¨®gico no han tardado en reaccionar (a favor o en contra) ante el inesperado anuncio. Con algo m¨¢s de sosiego, quienes conocen el tema han expresado abiertamente sus dudas sobre la utilizaci¨®n de este m¨¦todo terap¨¦utico. M¨¦dicos y psic¨®logos consultados por este diario cuestionan su eficacia para contener al agresor y evitar nuevos cr¨ªmenes. Y los juristas insisten en que, con la normativa actual, la aplicaci¨®n de la castraci¨®n qu¨ªmica est¨¢ fuera de la ley: ni la Constituci¨®n Espa?ola, que protege derechos fundamentales del individuo, ni el vigente C¨®digo Penal, la permiten.
En Catalu?a, el Departamento de Justicia de la Generalitat ha creado una comisi¨®n independiente, integrada por una serie de expertos de alto nivel, para estudiar qu¨¦ hacer con los ex presos reincidentes de delitos muy graves. Estar¨¢ presidida por el ex fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a, Jos¨¦ Mar¨ªa Mena. La comisi¨®n deber¨¢ elaborar un informe de conclusiones en seis meses a partir del pr¨®ximo 13 de septiembre, cuando se reunir¨¢ por primera vez. La castraci¨®n qu¨ªmica formar¨¢ parte de la agenda de los expertos.
La iniciativa surgi¨® poco despu¨¦s de que, a finales de mayo, saliera en libertad Alejandro Mart¨ªnez Singul, conocido como el segundo violador del Eixample de Barcelona. Singul abandon¨® la c¨¢rcel de Quatre Camins tras cumplir 16 de los 65 a?os de condena. Eso, a pesar de que el informe de la Junta de Tratamiento explicitaba que no se hab¨ªa rehabilitado y que pod¨ªa volver a delinquir.
Pero, ?qu¨¦ es la castraci¨®n qu¨ªmica tan debatida los ¨²ltimos d¨ªas? "Consiste en administrar cierto tipo de f¨¢rmacos que disminuyen la libido del paciente y, por tanto, sus deseos y fantas¨ªas sexuales", explica el andr¨®logo Eduard Ruiz Casta?¨¦, miembro de la citada comisi¨®n. Estos medicamentos -los m¨¢s conocidos son el Decapeptyl y el Procrin- se utilizan ahora en el tratamiento del c¨¢ncer de pr¨®stata. Sus efectos son, a priori, reversibles: s¨®lo act¨²an mientras se consumen. "En teor¨ªa, pueden quitarle al delincuente las ganas de agredir sexualmente", sostiene.
Pero muchos, incluido Casta?¨¦, dudan de su eficacia real. "No hay pruebas de que la castraci¨®n, ya sea f¨ªsica o qu¨ªmica, sirva para inhibir el deseo en las personas adultas", argumenta el psic¨®logo cl¨ªnico Emilio Escuer, experto en temas sexuales. Escuer opina que el deseo no procede exclusivamente de impulsos f¨ªsicos. "En cada individuo hay una interacci¨®n constante entre el cerebro y las hormonas; lo f¨ªsico es tan determinante para el comportamiento como lo aprendido, lo social, lo cultural". En otras palabras, que "el sexo est¨¢ tambi¨¦n en el cerebro". La consecuencia: "Que calmar las hormonas no eliminar¨ªa la educaci¨®n adquirida, por lo que el tratamiento no ser¨ªa una soluci¨®n definitiva", razona el psic¨®logo.
En la misma l¨ªnea se expresa ?ngel Cuquerella, m¨¦dico forense y psic¨®logo. "La conducta tiene una parte impulsiva y otra cognitiva. Si alguien est¨¢ trastornado, los f¨¢rmacos no le van ayudar". En opini¨®n de Cuquerella, tambi¨¦n miembro de la comisi¨®n, la castraci¨®n qu¨ªmica s¨®lo ser¨ªa un "complemento" del tratamiento principal: la "terapia psicol¨®gica". En este sentido, remarca los ¨¦xitos que, en ocasiones, se logran con algunos reincidentes reclusos: "Hay violadores y ped¨®filos que, cuando salen de la c¨¢rcel, no vuelven a agredir".
La efectividad del tratamiento, sugieren los m¨¦dicos, no ha sido contrastada. Aun as¨ª, la castraci¨®n qu¨ªmica ya se aplica en algunos lugares. Como en los estados de California y Florida, en Estados Unidos. La Asociaci¨®n de Asistencia a V¨ªctimas de Agresiones Sexuales ha se?alado que "en Estados Unidos no ha tenido ning¨²n ¨¦xito". Los reclusos que han aceptado someterse a esta medida "han salido mucho m¨¢s rebotados, m¨¢s nerviosos y m¨¢s peligrosos", afirma la presidenta de esta asociaci¨®n, Roc¨ªo Mielgo. Hace dos a?os, Francia impuls¨® un programa piloto con un grupo de 48 delincuentes reincidentes, todos voluntarios. Desde entonces, el pa¨ªs galo estudia extender el tratamiento.
Los expertos advierten de que, en lugar de acabar con la agresividad, la castraci¨®n qu¨ªmica puede limitarse a "desviarla". "Si a un violador agresivo se le provoca impotencia, puede expulsar esa agresividad por otras v¨ªas y convertirse, por ejemplo, en un asesino", apunta el doctor Ruiz Casta?¨¦.
En Espa?a, la castraci¨®n qu¨ªmica no est¨¢ contemplada en la legislaci¨®n y, por tanto, est¨¢ prohibida. As¨ª lo aseguran expertos juristas como Ram¨®n Garc¨ªa Albero, catedr¨¢tico de Derecho Constitucional por la Universidad de Lleida. "Adem¨¢s, el m¨¦todo plantea serios problemas de inconstitucionalidad", insiste Garc¨ªa Albero, porque se vulnerar¨ªan derechos fundamentales del individuo. Ni siquiera servir¨ªa que el penado lo consintiese expresamente. "El consentimiento del titular afectado es irrelevante para decidir sobre su integridad f¨ªsica".
La situaci¨®n podr¨ªa cambiar si el Congreso aprueba una Ley Org¨¢nica en ese sentido. Pero aun as¨ª, persistir¨ªan dudas sobre su legalidad. Para el director del Centro de Estudios Jur¨ªdicos del Departamento de Justicia, Joan Xirau, "deber¨ªa redactarse una normativa muy clara y detallada" para poder aplicar el tratamiento. Y siempre que "el consentimiento se preste en condiciones de plena libertad", a?ade Garc¨ªa Albero, que tambi¨¦n pone en duda su eficacia m¨¦dica: "El sexo est¨¢ en la cabeza, no s¨®lo en las hormonas".
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