Muere una actriz de raza y voz rota
Emma Penella, que trabaj¨® en 'C¨®micos' y 'El verdugo', falleci¨® ayer a los 76 a?os
La actriz Emma Penella falleci¨® ayer en Madrid a los 76 a?os a consecuencia de una bronconeumon¨ªa bilateral. Actriz de raza y voz rota, y mujer de arrolladora vitalidad, Penella trabaj¨® con cineastas como Berlanga y Bardem. Sus restos ser¨¢n enterrados hoy, a las once de la ma?ana, en el cementerio de la Almudena junto a los de su marido, el legendario productor Emiliano Piedra. Despu¨¦s de una larga carrera en la que hab¨ªa interpretado cerca de 50 pel¨ªculas y numerosas obras teatrales, la actriz era hoy un rostro popular gracias a la serie de televisi¨®n La que se avecina.
Emma Penella era pura alegr¨ªa de vivir, estampa de vitalidad y optimismo que, adem¨¢s, ella sab¨ªa ilustrar con un inteligente buen humor que dirig¨ªa especialmente sobre s¨ª misma. Ironizaba sobre su pasado de mujer atractiva que tantas veces le hab¨ªa llevado a interpretar personajes de pecadora ("soy una chica muy guapa y muy cara", pregonaba en Lola, espejo oscuro), como igualmente tomaba a chufla su gordura actual y su voz siempre rota, que al principio de su carrera oblig¨® a ser doblada por otras actrices: sus repetidas operaciones de n¨®dulos no lograron transformar su voz en la que requer¨ªa el gusto de la ¨¦poca.
Manuela Ruiz Penella (Madrid, 1931) hab¨ªa pertenecido a una familia de derechas que con grandes reservas acab¨® consintiendo en que la chica se dedicara al oficio de actriz, aunque m¨¢s tarde sus hermanas Elisa Mont¨¦s y Terele P¨¢vez lograron dicha autorizaci¨®n con mayor facilidad. A los 18 a?os fue doble de luces de Amparo Rivelles en La duquesa de Benamej¨ª (1949), trabajo que compagin¨® con papeles en teatro y con intervenciones menores en el cine, hasta que Jos¨¦ Luis S¨¢enz de Heredia le ofreci¨® su primera gran oportunidad en la pel¨ªcula Los ojos dejan huellas (1952), por la que obtuvo su primer premio de interpretaci¨®n.
Fue, no obstante, Juan Antonio Bardem quien acept¨® su voz af¨®nica para un personaje importante de C¨®micos (1954), al que siguieron otras pel¨ªculas de inter¨¦s como Los peces rojos (1955) y sobre todo Fedra (1956), que provoc¨® un esc¨¢ndalo p¨²blico a causa de la generosa exhibici¨®n de sus hermosas piernas y sus posturas provocadoras. ("Era tan provocadora que pod¨ªa hasta velar el negativo", dec¨ªa de ella el director de la pel¨ªcula Manuel Mur Oti).
El erotismo fue clave en aquellos personajes de la Penella, incluida La cuarta ventana (1963), que interpret¨® junto a sus dos hermanas, hasta que Berlanga le ofreci¨® el papel de hija y mujer de El verdugo (1963), pel¨ªcula que sufri¨® importantes cortes de censura, al igual que La busca (1967), de Angelino Fons, otro de sus buenos trabajos como actriz.
Tras casarse con el productor Emiliano Piedra, de cuya muerte, hace hoy exactamente 16 a?os, nunca supo reponerse, Emma Penella intervino en algunas pel¨ªculas producidas por su marido, Fortunata y Jacinta (1970), La primera entrega (1971), dirigidas con ¨¦xito por Angelino Fons, y en La Regenta (1974), de Gonzalo Su¨¢rez, aunque en alguna de ellas la actriz no se encontr¨® a gusto a causa del cambio f¨ªsico que estaba viviendo, no siempre acorde con los personajes que le correspond¨ªan. Despu¨¦s de un silencio profesional de 11 a?os, Padre Nuestro (1985), de Francisco Regueiro, la redescubri¨® para el cine como actriz de talento y personalidad, ya madura y obesa, v¨ªa que la condujo a La estanquera de Vallecas (1987), de Eloy de la Iglesia, cuyo triunfo popular le abri¨® los caminos abandonados del teatro y, para ella, los poco trillados de la televisi¨®n.
Pero por encima de su val¨ªa profesional, Emma Penella fue ante todo una mujer espont¨¢nea, discreta, divertida, que amaba la vida y que sab¨ªa contagiar esa alegr¨ªa de vivir a cuantos la trataban. Confes¨® en una entrevista que cada ma?ana se levantaba con el prop¨®sito de ser feliz, y que lo consegu¨ªa: "Estoy enamorada de la vida, de los seres humanos, de mis amigos, de mi trabajo y de mi casa, enamorada del sol y enamorada de la luz... Hay mujeres de acci¨®n y mujeres de poder: yo soy una mujer de amor y no quiero morirme sin dejar de sentir lo que siento".
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